El mundo de la infancia
El director de Los cuatrocientos golpes vuelve otra vez a ocuparse del que parece ser su tema nuclear: el mundo de la infancia, indefensa ante las agresiones de los adultos. La diferencia entre aquel primer producto y éste es, sin embargo, muy grande, y no sólo está marcada por el paso del tiempo -díecinueve años-, sino por la distancia que va de un joven crítico agresivo y violento, que no encontraba casi nada que salvar en el cine francés, y un realizador clásico, ya maduro, instalado, con un evidente prestigio profesional que sobrepasa las fronteras de su propio país.Lo que en sus primeras obras podía considerarse, con ciertas reservas, como algo en desarrollo, susceptible de evolucionar y ennquecerse, ahora es, sin la menor duda, una concepción cerrada -respetable, por supuesto, como todos los planteamientos personales- sobre la naturaleza humana. El dinero de bolsillo o La piel dura es una historia vacilante y facilona, que el mismo Truffaut hubiera destrozado veinte años atrás, si se hubiera encontrado en este lado de las butacas, un relato inconexo, contradictorio y falsamente poético, sobre el mundo infantil, visto por Truffaut con una ideología individualista y seudorromántica.
La piel dura (L'argent de poche)
Una película producida por Les Films de Carrosse (F. Truffaut) y United Artist. Director: Francois Truffaut. Guión: F. Truffaut y Suzanne Schiffman. Fotografía: Pierre William Glenn. Música: Maurice Jaubert. Intérpretes: Nicole Félix, Chantal Mercier, Jean Francois Stevenin, Virginie Thevehet y doscientos niños. Estrenada en El Españoleto.
Su preocupación (obsesiva, insistente, terca) es indudable, como también su estancamiento vital, falto de capacidad para avanzar, para sustituir una visión inadecuada, vieja e insuficiente. Para bien o para mal, los niños cambian como los adultos y las instituciones, exactamente igual. que los valores, hábitos y maneras de vivir. Que sus personajes de esta película sean igual, absolutamente idénticos a los del primer corto Los golfillos, es algo escalofriante, que demuestra la falta de fuerza poética de este creador.
Esta obra que acaba de estrenarse no es sólo limitada en el plano de la ideología, sino también en el de la expresión. Dejando aparte la innegable habilidad técnica de Truffaut para manejar a los pequeños actores, no deja de ser alarmante la pobreza del guión, reducido a unos cuantos esquemas dramáticos que funcionan muy mal y a unos pocos «gags» metidos a contrapelo.
La piel dura es un error que nos hace temer por la futura carrera de este autor del que no hemos olvidado Jules et Jim y La piel suave. Truffaut debe renovarse urgentemente, si quiere conservar el puesto que ocupa en el cine mundial. Nadie tiene la obligación de ser siempre genial, y hasta los grandes maestros pueden equivocarse, a condición de mantener una dignidad general que este Dinero de bolsillo no alcanza jamás.
Babelia
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