Situación de nuestro teatro clásico
«Cuando se trata de leer textos clásicos, la distancia entre el tiempo histórico del autor del texto y el tiempo del lector contemporáneo aumentá, los riesgos de desenterrar un cadáver mal enterrado sin conseguir resucitarlo, o de hacerlo artificialmente de modo que en nada o en muy poco se parezca al vivo original. En ambos riesgos han incurrido no pocas lecturas y montajes escénicos actuales de nuestros clásicos», ha sostenido Ruiz Ramón, profesor de Literatura Española en la universidad norteamericana de Purdue y gran estudioso del teatro, en el ciclo de conferencias dictadas en la Fundación March, bajo el título general Para una lectura del teatro clásico español.
Ruiz Ramón ha enunciado una serie de principios metodológico básicos para una adecuada lectura de nuestro teatro clásico «que permita revelar su estructura profunda, en lugar de manipular o acomodar arbitrariamente los textos o recurrir a la socorrida simplificación de establece pretendidas analogías entre drama y sociedad. La función de los creadores del espectáculo teatral -subrayó- desde el director, actor y escenógrafo hasta el crítico-lector, es descubrir la relación dialéctica entre la significación pasada y el sentido presente del texto clásico, revelado este dinámicamente en un espacio fisico concreto ».
Sostiene el profesor que «todo drama es un complejo sistema de signos de relación, construido según un orden que no obedece al azar, sino a un propósito intencional del dramaturgo. Cada personaje se define dramáticamente por su relación -también creada intencionalmente- con los otros; es así, más que un carácter, un haz de funciones y una reciprocidad de personajes, como cada escena es una, reciprocidad de escenas». Otros elementos importantes que deben ser considerados como principios metodológicos en la lectura del teatro clásico español son «el juego de los puntos de vista parciales de los personajes entre sí, y entre éstos y el integral del espectador, en una relación dialéctica de doble sentido; la puesta en cuestión de la validez general de la llamada justicia poética, que da por sentado un predominio del propósito moral en este teatro, cuando habría que partir de la ironía dramática, que viene a cuestionar el presupuestotópico de la crítica acerca del carácter conservador y aproblemático de nuestro drama clásico. No tiene sentido proceder al uso de la elemental socioliteratura; las homologías entre espacio dramático, espacio histórico, hay que buscarlas entre las relaciones dentro de un sistema y el otro».
Parece que el problema suscitado por Ruiz Ramón va a ser objeto de profundización. Está en el aire la posibilidad de que se celebren en Almagro unos encuentros de especialistas y estudiosos en torno a la problemática general de nuestro teatro clásico.
Babelia
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