Humor celtibérico al cien por cien
El cine español está empezando a perder pretenciosidad a pasos agigantados. El humor -un humor que no me atrevo a llamar realmente nuevo, aunque suponga una novedad total respecto a los sistemas anteriores- le está quitando acartonamiento, y le proporciona un inesperado vigor, insospechable hace poco tiempo. La seriedad, tan próxima al aburrimiento, que caracterizara algunas épocas recientes de su historia, está dando paso a autores y estilos diametralmente opuestos a los ya conocidos, a otro sentido de contar las historias y representar los personajes, con una gracia muy peculiar e inimitable, a medias entre el desmadre, la crueldad, el sarcasmo y la ocurrencia repentina, sin ningún tipo de prosopopeya, ni engolamiento, aceptando la herencia subcultural con alegría y desenfado, más cercana al mundo de La Latina, Pasapoga y el Guerreno del Antifaz, que a Carmen Laforet, el teatro Español o el maestro Rodrigo.Caperucita y roja es un buen ejemplo de esta actitud, desgarrada, celtibérica, atrevida, que utiliza con desenvoltura el chiste, la canción popular, los juegos de palabras e incluso, ¿por qué no?, la ironía política, sin acabar de tomarse nada en serio, sin insistir tampoco en la crítica profunda, sino en la actitud lúdica, en una auténtica ceremonia carnavalesca, donde los tipos populares, la influencia de la calle, del sainete surrealista, son los modelos deliberadamente buscados y adoptados. Con sus defectos innegables y una inmensa audacia, Luis Revenga y Aitor Goricelaya han sabido aceptar todas las limitaciones de un humor desmesurado para dar este auténtico salto en el vacío que muy bien puede estar compensado con un gran éxito comercial.
Caperucita y roja
Producida por Luis Revenga. Guión y dirección: L. Revenga y Aitor Goiricelaya. Fotografía: Teo Escamilla. Intérpretes: Patxi Andión, Esperanza Roy, Victoria Abril. Estreno en cine Cafifornia
En la base de la historia hay un esquema argumental calcado del célebre cuento, que funciona como percha narrativa aunque no sea lo más interesante ni atractivo de este relato esperpéntico y ácido, poblado por los fantasmas de la cultura popular -la auténtica, no la ministerial- amasada por los honrados ciudadanos de este país, empeñados en divertirse a su modo y manera, sin atender los modelos importados e impuestos que hemos padecido. La materia prima de este cuento para mayores es la vida imaginaria de todos nosotros, las represiones asumidas, el encanto de las verbenas populares, los personajes estereotipados, las musiquillas ramplonas y el encanto indefinible de lo que está hecho con alegría sincera.
Hay que felicitar a los responsables de esta obra jugosa y viva -especialmente a Luis Revenga, compañero en las tareas críticas, que arrastra películas inéditas todavía, capaz de impulsar aún más la línea del humorismo cinematográfico- y, sobre todo, a los empresarios que han, hecho posible la realización de este producto insólito, a contrapelo de las modas al uso, que juega, con una enorme inteligencia, el doble papel de la película de consumo y la apuesta inteligente al inconsciente del espectador. Bienvenido este autor al reducido grupo de los cineastas que están empeñados en hacernos reír a carcajadas -sin vergüenza ni complejos- contemplando el carnaval involuntario de nuestra vieja piel de toro. Desde ahora, además de Berlanga, José Luis García Sánchez, Paco Betriu y Forges, habrá que incluir, en un lugar de honor a Luis Revenga.
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