Los relatos de Babel, retraducidos
Lo primero que habría que preguntarse ante un libro como el que nos ocupa es si realmente valía la pena haberlo traducido. Entendámonos: Babel es un escritor genial y precisamente por eso es menos comprensible que se acuda a una traducción al inglés de algunos de sus relatos, ordenados y preparados por su hija Nathalie, que vive fuera de la Unión Soviética. La edición de You Must Know Everything. Stories 1915-1937 es -creo- de 1969, y en ella se recogen, según se nos advierte en las diversas notas introductorias a cada sección del libro, relatos que han sido publicados en la URSS y otros que no. Entre los publicados se cuentan, por ejemplo, Una noche con la emperatriz, Shabos-Najamu y La inspiración. Los tres se pueden encontrar, en excelente versión directa del ruso por el fallecido Augusto Vidal, en las Obras de Babel, publicadas en 1972 por Planeta. Digamos de paso que estos tres relatos son, quizá, lo mejor de este libro, relleno de trabajos de menor cuantía, borradores más que realizaciones plenas de un escritor que tuvo la obsesión casi maniática de la perfección y que posiblemente si viviera hubiera rechazado una edición así.Pero los muertos no pueden protestar. Y así llega a nuestras manos un Babel insuficiente. Para quienes han leído Caballeria roja -editada en España en los años republicanos, reeditada de nuevo por Barral hace algún timpo- o los Cuentos de Odesa -publicados por Alianza-, o el conjunto de cuentos, teatro, artículos, etcétera, recogidos en las mencionadas obras de Planeta, la lectura de Debes saberlo todo es un a experiencia casi penosa. No por la traducción, correcta y ajustada, de Verónica Head, sino por el error que supone lanzar al mercado un producto híbrido, más fruto de una visión- editorial oportunista que de un serio propósito de hacer más accesible la figura y la obra de uno de los escritores fundamentales de nuestro tiempo. Puestos a traducir del inglés, hubiera sido mucho más interesante hacerlo con The Lonely Years. 1925-1939, donde la misma Nathalie Babel recoge, aparte de cuentos inéditos, la correspondencia privada del gran escritor.
Debes saberlo todo
Relatos 1915-1937, Alianza Editorial Madrid, 1976.
La tragedia de Babel así aparecería ante nosotros posiblemente con nueva luz. Víctima del estalinismo, Babel pagó con su vida su independencia de espíritu; pero la crítica liberal occidental lo ha rematado. Léase si no el ensayo preliminar de Lionel Trilling -Un gran crítico, por otra parte- a Caballería roja, que figura en la edición castellana de Barral. La inspiración revolucionaria, de Babel, su fidelidad al bolchevismo, quedan trituradas por la sabiduría académica de Trilling y su anticomunismo visceral. Para Trilling, Babel fue algo así como un cuentista del New Yorker algo descarriado que se hubiera encontrado en un momento de su vida con las huestes fanatizadas de la revolución. Pedirle a un liberal anglosajón que entienda a un escritor impregnado de la utopía bolchevique es como pedir a un estalinista que comprenda el arte de vanguardia. Pero a Babel hay que entenderlo como escritor revolucionario porque hubo pocos que merecieran tanto ese nombre como él. Lo demás es retórica de la «guerra fría».
Retórica en la que no incurre, por cierto, Nathalie Babel y es de agradecer. Sin compartir lo que fue el credo fundamental de la vida de su padre, entiende, al menos, el fundamental papel que en la vida y obra del escritor desmpeñó. Merece todo el reconocimiento una persona que ha sabido luchar por el conocimiento de una obra genial sin permitirse caídas en una fácil demagogia. Stalin mató a Babel porque era de izquierdas, no de derechas. Algo que Trilling y otros malamente entenderán nunca y que Nathalie, sin embargo, parece entrever.
En Debes saberlo todo encontramos como apéndice el discurso en honor de Babel pronunciado por Ehremburg en un acto de «rehabilitación» celebrado en Moscú en 1964. Es de lo más valioso del libro. Es el testimonio de un gran escritor sobre otro gran escritor. El testimonio del que fue astuto y supo sobrevivir en patético homenaje a otro que, como un personaje de cualquier novela clásica rusa, no supo encontrar nunca su lugar en el mundo. Pero que sí supo -y de qué manera- dejamos el legado de una obra corta y escasa pero pletórica de significación.
Babelia
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