_
_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Vaciedad, anarquismo y poesía en el "Living"

«La violencia es el lugar más sombrío que existe. Iluminémoslo», escribió hace años Judith Malina. En ello están. Estas Meditaciones, preparadas como un proyecto para el Festival de la Universidad norteamericana de Carolina del Norte y presentadas, poco después, en la Conferencia Anarquista de Nueva York, sor una ceremonia solemne, escueta y muy reflexiva sobre el sexo, la muerte, la autoridad política come muestra de la ancestral relación dueño-esclavo, sobre el dinero, sobre la represión policíaca, sobre el capitalismo y sobre la propiedad privada. Todo ello como parte del ciclo La herencia de Caín, proyectado como análisis y meditación de nivel de estudios sobre el comportamiento humano general.¿Cómo ha llegado el Living hasta aquí? ¿Qué es este aquí? ¿Qué futuro tiene? El grupo, como es bien sabido, nació hace ya veinticinco años, en Nueva York, como un teatro de ruptura, a la vez artesano y no tradicional, hirviente de rabia y talento contra las formalidades del teatro consumista de Broadway. Un grupo de amigos sostuvo la siempre deficitaria vida del Living, rechazado por las grandes fundaciones, perseguido por el famoso Comité de actividades antiamericanas y, en definitiva, empujado al exilio. Una línea clara -anarquismo, pacifismo, lirismo- enfrentó a Judith Malina y Julián Beck con las autoridades de su país y condicionó, primero, la pura existencia del grupo y después, naturalmente, el carácter de sus creaciones. De tal forma que lo que se inició como un teatro poético, apoyado en las grandes escrituras dramáticas -desde Fedra al Orfeo, de Cocteau-, fue convirtiéndose, poco a poco, en un «teatro de actores». Era natural. De una parteel complejo mensaje del verso -transmitido por el sentido literal de la palabra, su valor metafórico y su valor rítmico llevó al Living a la experiencia de los grandes encantamientos musicales, primero -a las influencias del «Nó» japonés- a la libre alternancia de prosa y verso, después, y finalmente a la nueva sintaxis «liberadora» de la lengua. Al mismo tiempo los actores optaron por elaborar sus propias normas de vida y rehuyeron los rieles de la posible gloria profesíonal. Sin posibilidades económicas de sostenerse como compañía se organizaron en comunidady la difícil vida material alteró las relacíones habituales entre una dirección y unos actores. Las reflexiones y estudios se volvieron inevitablemente actos de carácter colectivo y la práctica desembocó en creaciones igualmente colectivas y grupales. Los actores se agrandaron.

Siete meditaciones para el sadomasoquismo político, del ciclo La herencia de Caín

Creación colectiva del Living Theatre, bajo la dirección de Judith Malina y Julián Beck. Teatro Alcalá

Proyección visual

Entre las innumerables e irreversibles cosas que el teatro, todo el teatro contemporáneo, debe al Living Theatre, yo diría que la más importante es la proyección visual, la convérsión en claras y espléndidas acciones escénicas de un mundo interior que hasta el Living sólo podía expresarse con la palabra y, si se quiere, con la mímica. Así que la representación corporal no se refiere ya simplemente a la acción de un determinado personaje, sino, también, a su condición simbólica, a su sentido metafórico, a su integración dentro de un mito colectivo. En esas condiciones las Meditaciones son, lógicamente, de calidad desigual. Hay hallazgos de una belleza límpida y turbadora y hay funciones largas, obvias y aun banales. No se trata por ahora, según creo, de encontrar la libertad en la poesia sino de buscarla. La fase actual denuncia la opresión social. Y los actores luchan contra ella, experimentan consigo mismos, y deliran en la confrontación de la realidad con sus sueños de justicia. Este teatro, en esas condiciones, plantea al espectador una serie de denuncias y problemas directos con cuyos enunciados es difícil no estar de acuerdo. Los actores proponen unas respuestas que ya pueden aceptarse o no. Esas respuestas insisten, en general, en una fe grande en el ser humano y en su aptitud para el cambio. Digo que esto ya no está tan claro, porque el propio Living parece haber cambiado algunos de sus comportamientos que pueden alejarle del pacifismo y rozar ciertas venas agresivas de las relaciones humanas.Quizá esto se deba a que los últirnos espectáculos del Living -especialmente Frankestein y Paradise Now- dibujan una sociedad tecnocrática, proponían -en Antígona- una resistencia a esa sociedad y finalmente exigían ahora y aquí el Parafso. Se trataba, en definitiva, de rechazar la calificación de superpesimista que ha acompañado a tantos trabajos del grupo sin caer -del todo- en la utopía. Por desgracia, Madrid no ha visto las producciones anteriores y resulta muy difícil perfilar unas líneas cuyos datos no tienen la mayoría de nuestros espectadores. ¿Qué ven éstos ahora?

Actores

Esencialmente -y aceptaria equivocarme sin ninguna pena- a unos actores que no quieren demostrar su condición de histriones y menos aún la de máscaras de estos o aquellos personajes, para buscar su afirmación de ciudadanos miembros de una determinada comunidad. Actores que integran su pensamiento dentro de su expresión corporal. Actores que proponen la felicidad mientras denuncian la desgracia. Quizá sea difícil leer más profundamente en estas Meditaciones si se ignora el proceso previo del grupo. La búsqueda de la libertad no se concibe fraccionadamente. El famoso «punto artaudiano» no se alcanza fácilmente en un gran teatro de una gran ciudad habitada por gentes de dudosa armonía en sus relaciones. El aldabonazo del Living -aldabonazo aislado- no es suficiente para nosotros. No hemos seguido, previamente, el casi mágico proceso preparatorio que lleva a estas Meditaciones tras un cuarto de siglo de lucha teatral.En cualquier caso, nuestras buenas gentes turbadas han debido comprender que no se les proponía contemplar una obra cerrada, sino participar en un proceso abierto. Después de las Meditaciones a nadie quedará duda de que el teatro, como la poesía, «es un arma cargada de futuro». Aunque ya no me refiero al Living, cuyo actual agotamiento y falta de nuevo lenguaje convierte su último trabajo en una pretenciosa y solemnísima nadería.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_