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Acuerdo inicial entre el Gobierno y los trabajadores británicos

Juan Cruz

La oposición a la renovación del contrato social que compromete a los Trade Unions con los laboristas, está desapareciendo sobre todo por la influencia de los líderes de los trabajadores. En una serie de reuniones que éstos han tenido con el ministro de Hacienda, Denis Healey, el Gobierno parece haber convencido a los representantes del sindicalismo británico de las ventajas que traería consigo para la economía y para la estabilidad general del país una aprobación de la tercera fase del «contrato», en lo que se refiere sobre todo a las restricciones salariales.

Los acuerdos alcanzados por ambas partes arrancan sobre todo de algunas medidas, anunciadas ya por el Gobierno, para controlar los precios. Sin ese anuncio, la oposición sindical hubiera seguido siendo fuerte, porque los tradeunionistas no creen que una política de restricciones salariales sea capaz, por sí sola, de resolver el problema de la inflación.La paz a la que han llegado Gobierno y Sindicatos en este momento tiene un enorme significado político, porque precede al hecho más crucial que ocurre cada año en la vida británica: la presentación, del presupuesto general, que un Gabinete laborista no puede introducir sin lograr un consenso previo del mundo laboral. El pasado año, las discusiones sobre la renovación del contrato fueron especialmente difíciles y condujeron a la depreciación más radical que ha padecido la libra en la historia de este país.

En esta ocasión, Denis Healey ha sido capaz de transmitir su optimismo a los líderes sindicales, que creen ahora, como él, que «hay espacio aún para expandir nuestra economía», como ha dicho Len Murray, el secretario general del TUC, «y eso no se puede lograr de momento si nosotros no sacrificamos nuestra reivindicación de que es necesario introducir de nuevo la negociación colectiva libre de salarios».

Los sindicalistas, en los que domina ahora una facción moderada más preocupada por mantener al laborismo en el poder que de hacer concesiones a ala izquierda, que presiona sobre su demanda de ruptura del «con trato social», han mostrado su lealtad al Gobierno una vez más ha dicho Jack Jones, de la Unión General de Trabajadores, «por que queremos seguir siendo un cuerpo social responsable, que defienda sus propios intereses sin olvidar los del país».

El apoyo que en este momento recibe el Gobierno de los sindicatos es vital, teniendo en cuenta las precarias condiciones en que se desenvuelve el actual Gabinete, que gobierna con una minoría parlamentaria muy peligrosa. Hasta el momento, los laboristas han funcionado con inteligencia en el marco de esas dificultades. Cuando la ley de devolución de poderes para Escocia y Gales se estancó en los Comunes, el Ministerio de Hacienda otorgó un subsidio de 65 millones de libras a la industria de construcción naval, que se concentra sobre todo en las áreas más nacionalistas de la primera de las dos regiones citadas. Así, el Gabinete acalló en Escocia los gritos de dimisión que se produjeron cuando comenzaron los problemas para la legislación descentralizadora. Por otro lado, la sugerencia de una conferencia sobre la devolución ha abierto también un período de tregua parlamentaria. El consenso sindical sobre las medidas económicas que el Gobierno quiere seguir manteniendo es, finalmente, una garantía de que la pretensión de James Callaghan de permanecer en su puesto, al menos un año más, podría cumplirse.

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