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Ola de huelgas en Bélgica contra el programa económico

En medios sindicales se calcula que unas 300.000 personas han participado de la primera ola de huelgas en las provincias belgas del Hainaut y de Flandes occidental, como respuesta al programa económico del Gobierno belga, destinado a activar la situación económica.Hace quince días el Gobierno de coalición socialcristiana-liberal-regionalista valón, que dirige el primer ministro, Leo Tindemans, celebró un cónclave del que salió un plan de estímulo a la actividad económica del país, caracterizado por un considerable aumento de los impuestos indirectos.

Las dos grandes centrales sindicales del país, la Federación General de Trabajadores Belgas (FGTB), de obediencia socialista, y la Confederación de Sindicatos Cristianos (CSC), responden al Gobierno con un programa de huelgas que perturbará la vida económica del país en el curso de las próximas semanas.

Como datos significativos hay que decir que, desde anoche a las veintidós horas, no funciona ningún tren en todo el territorio belga. La mayoría de las empresas instaladas en Flandes o en Valonia se encuentran paralizadas. Los servicios públicos están en huelga y el correo sufre varias perturbaciones.

Algunos líderes políticos comparan la ola de huelgas con el movimiento social de 1960/61, cuando el país sufrió una grave crisis sociopolítica.

Los dirigentes gubernamentales, socialcristianos y liberales acusan directamente al Partido Socialista, actualmente en la oposición, de inspirar este clima de perturbación social. Argumentó que hay que poner en duda, ante la participación en las huelgas del Sindicato Social Cristiano, (CSC), ideológicamente vinculado a los dos partidos democratacristianos que forman la primera entidad política de la actual coalición gubernamental.

La amplitud del movimiento y las críticas directas contra el actual Gobierno dirigido por el socialcristiano flamenco Leo Tindemans obligan a pensar que, detrás de las reivindicaciones puramente sociales, hay una amplia operación política.

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Las próximas elecciones legislativas belgas no están previstas hasta la primavera de 1978. Nadie parece dispuesto, ni en los partidos en el poder ni en los de oposición, a ir a unas elecciones generales anticipadas. Sin embargo es evidente que el Partido Socialista y, en menor medida, el Partido Comunista (minoritario en este país y con escasa influencia en la clase obrera) aprovecharán la lección de las actuales huelgas para medir su nivel de popularidad. Puede ser un test anticipado cara a los próximos comicios, y una seria advertencia a la actual coalición gubernamental, que pierde a diario parte de su prestigio ante una opinión pública cada vez más sensible.

Holanda, como Bélgica, sufre también estos días huelgas importantes. La única diferencia es que, mientras el primer ministro holandés, Joop den Uyl (socialista), considera las huelgas como un fenómeno normal de reivindicación obrera que debe soportar la sociedad democrática, el primer ministro belga, Leo Tindemans, democratacristiano, califica el movimiento como un peligro para la democracia.

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