En el país, sin embargo, hay mucha ilusión
«(...) Una primera aproximación al cuadro de objetivos (ya que no podemos hablar en pluralidad de «medidas») nos ofrece el panorama de un planteamiento conjunto de la política económica, cuya diferencia con los planos anteriores radica en una mayor voluntad liberalizadora, menor intervención del Estado y más claro respeto a la iniciativa privada en todas sus vertientes. Si esto es lo que necesita la economía española, lo dirán sus comportamientos próximos que, por carecer, carecían de toda orientación programática.En medio de la gravedad de los problemas económicos que nos aquejan, y de las contradicciones inherentes a la etapa de transición política, no era sencillo elaborar un plan de actuación en política económica mínimamente coherente y posible. El Gobierno, como se anticipó desde estas mismas páginas, se ha decidido por la aplicación de medidas a medio plazo que enmarcaran y dieran coherencia a las medidas inmediatas, pensadas para este mismo 1977, que es en el que previsiblemente va a tener posibilidades de actuación.
La perspectiva del medio plazo ha sido decidida, como es lógico, partiendo de una previa crítica del modelo económico español de los años sesenta, y condensa la decidida voluntad de llegar a un nuevo ordenamiento de la economía española que implica en definitiva un sector público más poderoso y un sector privado más libre,
(...) Dos preocupaciones esenciales se ciernen sobre el programa que han de compartir el Poder y los ciudadanos: la primera !e refiere al cambio sustancial de expectativas empresariales que exige el mismo para su éxito; la segunda se relaciona con los medios financieros necesarios para sacarlo adelante, lo cual obligará a una severa vigilancia del déficit del sector público, y a una mejora radical de las cuen tas de explotación de las empresas (...)»
23 febrero
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