Una Semana Bach-Beethoven
Nadie sabe cómo ha sido; la semana Bach ha venido. Aún diría que la semana Bach-Beethoven, pues entre los dos autores se reparten casi todos los programas de estos días. Empezamos con la Misa en si menor, ya comentada, interpretada por la Orquesta y Coro de RTVE, bajo la dirección de Blancafort; Ibermúsica, en su ciclo de grandes intérpretes, presentó a Jean Bernard Pommier en una audición de las Tocatas, de Bach, desde la BWV 910 a la BWV 916.
El formidable pianista que es Pommier dio lecciones de buen arte (no digamos de excelente técnica, pues esto es cosa sabida). Se enfrentó con Bach teniendo muy en cuenta varios factores: el estilo, tan rico y vario, del autor; la realidad instrumental, esto es, que tocaba el piano, y por lo tanto, no hay porqué «amordazarlo» desde un criterio historicista que suele resultar enojoso; en fin, que en esa suerte de poema de siete versos que parecía el programa, sin más variante que las tonalidades y el número de catálogos, se esconde-un mundo riquísimo, de sugestiones expresivas, matices y hasta sustancialidades. No faltan ecos de un Scarlatti (nacido el mismo añó que Bach) en la Toccata en sol mayor o cromatismo expresivo a la Purcell, y hasta monteverdiano, en la Toccata en fa sostenido menor, que cerraba el programa. La claridad expresiva de las líneas polifónicas, el comedimiento de un «rubato», que apenas se apunta a fin de airear la «textura», la dosificación de la intensidad, la gracia galante o la severidad, alternaron de modo fascinante en el «monográfico» Bach de Pommier. Bravísimo pianista y no menos bravísimo músico.A la misma hora, la Fundación March inauguraba su ciclo de conciertos de órgano con otro monográfico Bach, a cargo de María Teresa Carbonell, cuyas calidades están contrastadas desde hace unos años. En fin, la Orquesta de Cámara de Munich, bajo la dirección de Stadimair, tocó en el teatro Real para la renacida sociedad de Amigos de dicho coliseo. Programa: Juan Sebastián Bach, en su totalidad. Madrid, pues, ha coincidido en pocos días, para prestar una atención el Cantor de Santo Tomás desde los más diversos ángulos, y en todos los casos el público llenó los locales en que se celebraba el correspondiente concierto.
En cuanto a Beethoven, cuyo 150 aniversario se celebra el presente año, abrió marcha Rafael López del Cid, acompañado al piano por Ramona Sanuy, con la Sonata en si bemol, de Beethoven, espléndida página romántica protagonizada por la flauta,junto a la que programó unas Variaciones de Theobaldo Boehm, sobre un vals de Schubert. El gran concertista español, dotado de talento tan singular, músico nato y flautista de técnica irreprochable, lució otra vez todas sus cualidades, pefectamente asistido por su colaboradora Sanuy.
Siguió Cantar y Tañer, que ha remontado su 254 programa, con dos audiciones de cuartetos beethovenianos, para las cuales invitó al Melos Quartett, de Stuttgart, cuya fama como intérprete de los clásicos y los contemporáneos es muy larga a través de las actuaciones directas y gracias a sus numerosos discos. El conjunto que forman Melcher, Voss (Gerhard y Hermann) y Buck lució su profesionalidad y hábito, pero desencantó un poco por ciertas irregularidades de ataque e incluso de afinación. Hablamos de una agrupación de alto nivel, pero después de escucharla, podría aplicársele, modificado, el refrán castellano: «Del disco al hecho va mucho trecho». En efecto, cuanto oimos no se correspondia exactamente con lo que nos transmiten sus registros para la DDG. Los cuartetos seleccionados fueron el segundo y quinto de la Op. 18, el primero y tercero de la 59, el op. 127 y el 135. Asistencia multitudinana y éxito completo.
Babelia
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