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Jamaica, en la vía de un peculiar socialismo

El primer ministro de Jamaica, Michael Manley, y su Partido Nacional Popular (PNP) han obtenido una aplastante victoria en las elecciones generales celebradas el miércoles pasado. En el poder desde 1972, el PNP va a conquistar ahora las tres cuartas partes de los escaños parlamentarios, elevando, según la tendencia de los primeros resultados, el número de diputados de 35 a un mínimo de 45, sobre un total de sesenta. Este triunfo supone, ante todo, la posibilidad de seguir avanzando con la experiencia del «socialismo, democrático» iniciada por Manley hace cuatro años y que en los últimos meses se había visto amenazada por una ola de violencia y criminalidad, la crisis y la « desestabilización » económica.Seaga, líder del Partido Laborista, de origen libanés y que tiene el handicap del color blanco de su piel, en un país en que el 95 % de la población es de ascendencia negra, ha reconocido su derrota, inesperada por lo abultada. Este partido, de carácter conservador, estuvo diez años en el poder, a partir de 1962, año en que Jamaica obtuvo la independencia de Gran Bretaña.

Las elecciones de Jamaica han sido seguidas con lupa desde dos puntos tan contrapuestos como La Habana y Washington. Estados Unidos ha contemplado con preocupación el desarrollo de la experiencia socializante de Manley y su acercamiento, no exento de admiración, hacia Cuba, sobre todo a raíz de la visita que efectuó a La Habana en 1974, y su decidida inclinación hacia posiciones tercermundistas. Todo esto en una pequeña isla del Caribe que suministra el 65% de la bauxita que consume la industria del aluminio norteamericana, la cual controla los principales yacimientos y reservas de este mineral. Un cuarto de millón de hectáreas de terrenos están en manos de compañías norteamericanas, cuyas inversiones ascienden a quinientos millones de dólares.

Para Cuba, Jamaica ha supuesto una nueva grieta en el bloqueo económico que padece. Por eso mira con simpatía hacia la experiencia «socialista» jamaiqueña y le proporciona técnicos en regadíos, educación y sanidad.

Para el actual partido en el poder, Jamaica había carecido de política exterior hasta 1972. El Gobierno de Manely amplió sus relaciones hacia el Tercer Mundo, reconoció a Cuba y participó activamente en la creación de la Comunidad del Caribe. Ahora la isla ha pasado a ser considerada como el país más progresista de América Latina, después de Cuba.

Pero la victoria de Manely, a pesar de su amplitud, no acaba con los problemas. Los dirigentes del PNP no descartan que la derecha acoja la derrota con un incremento de la violencia. Un alto funcionario declaró al diario británico The Guardian, con el pensamiento puesto en Chile: Es un milagro que hayamos durado tanto tiempo.

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Contradicciones

Hay qué señalar que al margen de incertidumbre sobre esta experiencia jamaiqueña, que no quiere ser identificada con ningún modelo de «socialismo democrático», aunque mira los «ejemplos de gobiernos socialistas de Suecia, Alemania Federal, Gran Bretaña ... » (esta referencia figura en un opúsculo editado por el Gobierno de Manley), procede de las mismas contradicciones de esta vía de transición al socialismo y que puede resumirse diciendo que mientras los gastos estatales tienen ya un carácter socialista, los ingresos, las estructuras económicas en su conjunto siguen siendo capitalistas.

Esto se traduce en un aumento del déficit estatal, al incrementar los gastos públicos para contener el desempleo que afecta al 25 % de la población activa. El 44% del presupuesto está destinado al capítulo de Educación, porque el analfabetismo en la isla alcanza porcentaje similar. Y mientras, su principal recurso, la bauxita (40% de la producción mundial), o el turismo, o el azúcar, son insuficientes para cubrir las importaciones.

Salvo en el caso de las tierras destinadas al cultivo de la caña de azúcar que el Estado ha repartido entre los colonos agrupados en cooperativas, el resto de las actividades productivas sigue estando en manos privadas. En los sectores claves, como la extracción de bauxita o la industria hotelera el capital extranjero es dominante. En el caso del mineral, el Gobierno de Manley ha iniciado un proceso de recuperación. En 1974 adquirió el 51 % de las acciones de una de las minas que explotaba la Reynolds, pero en este terreno el ritmo es lento ya que Jamaica lo mismo que pide el sonría al turisto, busca la cooperación del capital americano, aunque plantea un reparto más equitativo de los beneficios. Pero este dinero se retrae ya.

Miedo

El propio capitalismo local, la burguesía nacional, ha apoyado a Manley especialmente en las elecciones de 1972. Manley pertenece a este sector, a una familia acomodada (Su padre fue también primer ministro) y a esta clase ha confiado el papel de motor de esta peculiar vía hacia el socialismo. Los sectores laborales no han sido motivados, sin embargo, con intensidad en esa dirección.

Pero incluso en ese sector capitalista que apoya a Manley ha empezado a cundir cierto miedo hacia el socialismo del PNP, lo que ha traído como resultado un descenso de las inversiones. Idéntico reflejo se ha producido ,en medios profesionales que han visto reducidas sus pautas de consumo con medidas restrictivas a la importación de bienes suntuarios.

Mientras tanto, los capitales jamaiqueños más vinculados a las compañías extranjeras, la gran burguesía, han elegido desde hace más de un año la vía de la fuga de capitales, antes de pensar sus dueños en seguirlos al exterior. Esta sangría desestabilizadora supone el equivalente al 50% de las exportaciones de bauxita y azúcar.

Además, el aumento de la criminalidad y la violencia que obligó a implantar el estado de emergencia el pasado mes de junio, ha empezado ha hacer mella en la industria turística. En esta condiciones, Manley no se encuentra en el terreno más propicio para acortar etapas en el tránsito hacia la sociedad socialista, como pretenden dirigentes más radicales del PNP. Tras su segunda victoria electoral ha aconsejado la moderación.

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