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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una operación de largo alcance

EL SECUESTRO de Antonio María de Oriol es algo más que un delito político. Es una agresión al país en momentos clave para el futuro de España. Resulta evidente la filiación ideológica de extrema izquierda de los secuestradores. Evidente también que es la extrema derecha la que va a tratar de aprovechar las rentabilidades políticas del hecho empujando al no mañana en el referéndum. Ya se han visto pintadas de este género en las calles de Madrid: «No a los secuestros y a los asesinatos. Vota no.» Y llamadas anónimas han comenzado a amenazar de muerte a los líderes de la oposición moderada. Si no hay un desenlace humano de los acontecimientos, el pueblo español acudirá a las urnas mañana miércoles en condiciones de difícil serenidad. Sólo los que aspiran a destruir el país o a apoderarse de él como si fuera una finca pueden desear un panorama así.Cada hora que pasa crece el temor por la vida del señor Oriol. El presidente del Consejo de Estado es un rehén de primera categoría, mucho más que para solicitar la libertad de unos presos políticos o una cantidad de dinero. Esto lo saben los secuestradores, probablemente un grupo pequeño, y posiblemente manipulado. En la consideración de los hechos se mezclan y superponen demasiadas cosas. Por un lado, la angustia de una familia y el padecimiento personal de la víctima. Por el otro, la certeza de que si el señor Oriol no fuera devuelto con vida, el Gobierno debería afrontar un formidable ataque que desde las esferas de la ultraderecha se incuba en estos momentos contra él. Los cenáculos de más alta significación manejan ya con irresponsabilidad indigna de su proclamado patriotismo el recuerdo de Calvo Sotelo, ignorando que los españoles de hoy no están por la guerra civil y que es suicida hostigar los corazones y los ánimos de la gente con hechos tan incalificables como el que comentamos.

Se ha jugado demasiado a la confusión. Se hizo en ocasión de otros golpes criminales tratando de complicar a los terroristas con los representantes de partidos políticos.

Los ciudadanos están desorientados, pero hay que decir que las ideas no se cambian a golpe de pistola y que los principios teóricos a los que es preciso acompasar el cambio político español siguen siendo los mismos para este periódico: la creación de un sistema democrático homologable a los existentes en Europa, con participación de todos los partidos que respeten las normas de la convivencia.

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Presionar las conciencias con imágenes confusas, retrotraerse a la guerra civil, insinuar tendenciosamente sospechas incomprobadas de culpabilidad o de complicidad, de causalidad siquiera remota, con el secuestro, que comprometan a los integrantes de la comisión negociadora de la oposición, es un hecho muy grave. Porque atenta contra la vida misma de esta nación.

España es un país soberano. Es también una potencia media, europea, con una situación estratégica clave, en un momento de reajuste global entre las superpotencias.

El cambio en la política norteamericana, la nueva relación entre la Alianza Atlántica y el Pacto de Varsovia, la inestabilidad económica occidental y los nuevos esfuerzos para el relanzamiento europeo -en uno de los momentos más críticos de la CEE- permiten pensar que, además de la gran política, juega ahora a fondo la infrapolítica de los servicios secretos, los golpes por sorpresa y los intentos por equilibrar o desequilibrar regímenes, situaciones o zonas enteras. Es un equilibrio. inestable y precario que los políticos y los diplomáticos se esfuerzan por preservar y rehacer cada día, mientras otras fuerzas -subterráneas y a veces muy poderosas- trabajan en sentido contrario.

Pues bien: nosotros queremos que éste sea un país soberano, que no se preste a las manipulaciones de los servicios exteriores, estratégicos, políticos o económicos, sean del signo que sean. Y esto vale tanto para los equipos de inteligencia o acción de un bloque como del otro.

Creemos interpretar el sentir colectivo del Estado y de los principales partidos políticos españoles al decir que este país no va a dejarse manipular en los momentos cruciales de su destino.

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