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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El secuestro de Oriol

POR ENCIMA del dolor y la preocupación que un hecho como el del secuestro del señor Oriol suscita, deben hacerse algunas reflexiones políticas en torno a las consecuencias -ya que todavía son oscuras las causas- de esta acción abominable.Nunca la extrema izquierda ha colaborado mejor con la extrema derecha que en el día de ayer. Como lo hizo cuando asesinó ETA a un alcalde vasco el día que se votaba en las Cortes la reforma del Código Penal, o en ocasión del asesinato del señor Araluce en San Sebastián. Lo mismo podría decirse de la oleada de bombas en la madrugada del pasado 18 de julio. Todo parece una confabulación para demostrar -entre otras cosas- que la democracia es peor que lo que había, que hay más desórdenes públicos y más violencia.

Se olvidan quienes argumentan así de dos cosas. La primera, que esto no es la democracia, sino un estado previo de tolerancia. La segunda, que la dictadura, con, todo su poder represivo, no logró evitar el asesinato del presidente Carrero, los numerosos secuestros llevados a cabo por ETA. el atentado de la calle del Correo y los sucesos todavía poco explicados del Capitán Arenas. Para no hablar de lo sucedido en Montejurra, durante el mandato del presidente Arias.

Hemos dicho muchas veces que la violencia y el terrorismo no tienen ideología. No por ser de derechas o de izquierdas es menos condenable la acción de las bandas armadas sobre nuestro suelo. Y hemos dicho, y repetimos, que tan responsable es quien comete un delito como quien lo alienta o quien empuja a la venganza desde las páginas de los periódicos, incitando a la sublevación.

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El terrorismo es un mal de nuestro tiempo. No por eso vamos a conformarnos de que exista. Y son precisas, desde luego, todas las acciones punitivas, policiales y judiciales precisas para acabar con él. ¿Bastará, no obstante. la experiencia de que el fusilamiento de cuatro activistas hace poco más de un año no ha logrado frenar el radicalismo de la violencia? La única manera de poner un coto al terrorismo es extirpando las causas y los ambientes que puedan ser su caldo de cultivo. Son medidas políticas Y venimos repitiendo desde hace días que las adoptadas en el País Vasco ni han sido suficientes ni suficientemente certeras. Eso no justifica para nada las acciones terroristas. Pero pone de relieve un principio de ética y de praxis política que no debe ser olvidado nunca más. Combatir al terrorismo con el terrorismo, como alguien sugirió hace meses, es convertir al Estado en delincuente y llevarle a su propia aniquilación.

Por lo demás, no conviene hacer historias de Rocambole, pero es demasiada coincidencia que cada vez que se prepara una medida política de alcance liberalizador, la ultraderecha encuentra pretextos valiosos para incitar a la rebelión contra el Estado. No dudamos que el brazo ejecutor de estos hechos es una organización de la izquierda más radical. Pero cabe preguntarse quién le da las armas y el dinero, y quién planea las cosas de manera que siempre se beneficien los «ultras» del otro signo.

Si hemos dicho que la violencia no tiene ideología, cualquier ideología sirve a la hora de decidirse a cometer un acto criminal.

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