Burgueses y proletarios

El nombre de Viloot Sjornan estará asociado. para siempre. al aran triunfo internacional de Yo soy curiosa, la obra que le dio a conocer mundialmente -excepto en este diferente y predemocrático país -en sus dos versiones. azul y amarilla ninguna de las cuales era aptapara todos los públicos. Lo que representó Sjoman como pionero de esta franqueza en la expresión corporal de los intérpretes que ahora disfrutamos o padecemos -según el temperamento o apetencias de cada cual- es ya historia. Sin aquel primer resonante escándalo que el padre tiempo ha vuelto a susjustas y humildes proporciones. es muy posible que la actual boga del desnudo hubiera tardado bastante más en aparecer.El carácter de indiscutible precursor no es suficiente. sin embarao. para hacernos admitir todo lo que venga de este antiguo discípulo de Igmar Berman que ha seguido unos derroteros muy distintos de los de su maestro. Vilgot Sjoman ya desde Soy curiosa representó lo que se entiende vulgarmente como un cineasta comprometido. socialista radicalizado capaz de examinar el mundo en derredor con una mirada crítica y ácida. El sexo forma parte de este entorno con perdón, con tanto derecho como la comida o el sueño. y aunque algunos de mis colegas en la crítica no compartan mis puntos de vista,opino que hablar de pornografía en relación con esta obra es estar ligeramente despistado.

Un puñado de amor es una película algo tediosa y bienintencionada, reiterativa, aburrida en más de una ocasión y un poco, mucho embrollada, pero no deja de tener algún interés relativo. Su temática referida a una huelga general vagamente histórica amenazada por un lock-out, tiene el aire romántico y heroico de la vieja literatura proletaria. pero ninguna de sus características ma agistrales. Los personajes no son demasiado brillantes ni atractivos la intriga es pesada y burda. El único interés a mi modo de ver radica en la introducción de elementos como la huelga o las relaciónes interciasistas, no demasiado frecuentes en la dramaturgia cinematográfica que estamos acostumbrados a ver en el país.