Las semillas del futuro
La «ciencia-ficción» es tan antigua como el cine mismo, y aunque la RTV ha absorbido la mayor parte de los filmes de esta temática, de vez en cuando se asoma alguno a las salas comerciales. Los obstáculos para su producción son económicos, en primer lugar, pero sobre todo radican en la dificultad de lograr unos efectos especiales absolutamente convincentes, tan veraces como la simple realidad transcrita en celuloide. Existe, claro está, una obra maestra absoluta del género, y de todo el cine en general, que se llamó 2001, una odisea del espacio. Todas las demás películas que aspiren a seguir caminos semejantes tropezarán con este hito insuperable, obligada referencia siempre que se hable de «ciencia-ficción». en cualquiera de sus manifestaciones.Nueva York, año 2012 es discreta, sin demasiadas ambiciones, con una loable sencillez. No encontramos grandes aciertos ni tampoco grandes errores mayúsculos, sino una línea simple y directa, más emparentada con los relatos apocalípticos propios de los escritores estadounidenses del género hacia los años cincuenta que con sus últimos avances. Bajo la hipótesis de una edad surgida después de la tercera guerra mundial, la humanidad está dividida en pequeñas comunidades que se matan entre sí, sin la menor piedad. Las plagas y las radiaciones han acabado casi con todos los alimentos y la única salvación para esta catástrofe ecológica que acecha a la especie humana está en unas semillas híbridas creadas por un horticultor aficionado, capaz de vencer a todas las epidemias conocidas.
Nueva York, año 2012
Producidapor Weintraub- Helier para la Warner Com. Director y guionista: Robert Clouse. Fotografía: Gerald Hirschfield. Intérpretes: Yul Brinner, Max Von Svdowt,. Estrenada en el Cine Bilbao.
Robert Clouse conduce el relato de forma lineal, demasiado atento a aspectos mecánicos y a la pura acción, dejando en un plano secundario las consideraciones más abstractas o puramente humanistas. A ratos podríamos estar asistiendo a una simple película de aventuras con un mero pretexto contral al que no se estudia con demasiada profundidad. El exotismo de los dos protagonistas masculinos es la baza fuerte del reparto, aunque tanto Brynner como Von Sydow están muy por debajo de sus habituales posibilidades.
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