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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cine musical

El music hall, en su versión cinematográfica, no ha tenido demasiada tradición ni fortuna en España. Es fácil recordar una serie de títulos realizados dentro de diversos estilos entre nosotros, para llegar a la conclusión de que, salvo algún que otro acierto ocasional, casi siempre siguiendo la pauta de los modelos clásicos americanos, la comedia musical parece campo más abonado para nuestros artistas y realizadores. Tal sucedió en su penúltimo capítulo dedicado hace años al cuplé y tal sucede aún con historias que incluyen desde nuestras zarzuelas a algún que otro argumento original escrito a la medida de los últimos cantantes de moda.Incluso el género chíco fía hoy su permanencia en los carteles a dineros y campañas oficiales y el cine, que tiempo atrás siguió sus pasos, busca nuevas formas por los caminos de los nuevos espectáculos. En la actualidad, con otros gustos, otros medios y sobre todo con otro tipo de censura, el mundo de la revista ha evolucionado. Es verdad que los locales tradicionales perduran todavía, mantenidos en pie sobre todo por la personalidad de unos cuantos artistas que repiten año tras año chistes, desfiles y montajes, pero la actualidad los va dejando atrás, dedicados fundamentalmente a un público de edad madura cuando no de visitantes de ferias patronales.

La tercera puerta

Guión y dirección: AIvaro Forqué. Fotografía: Alejandro Ulloa y Domingo Solano. Música: Carlos vizziello. Intérpretes: Andrés Mejuto. José María Montez, Enrique Mellado, Yolanda Farr y el ballet del Music Hall. España. Color. Musical. 1976. Locál de estreno: Cine Pompeya.

Quedan también las viejas catedrales, o mejor catacumbas del musical semiprohibido o vergonzante, con sus incondicionales, con los artistas de la casa que llegaron a envejecer convertidos en instituciones, al tiempo que el lo cal, la pasarela o las cortinas, los Molinos u Oasis que mantuvieron en pie durante largos años la ilusión o la necesidad de lo vedado. Mas la invasión del mundo de los jóvenes, las modernas técnicas acústicas, salas distintas y cantantes nuevos han venido a renovar, una vez más, el complejo mundo de la vida noctámbula española.

La tercera puerta supone un documento de este mundo particular, en el que a modo de contrapunto se nos muestran dos épocas diversas: una, la actual, de la que viene a ser análisis y resumen total visto desde su interior. a través de una serie de imágenes espontáneas que van del simple reportaje hasta el cine real, otra, la historia de los viejos cabarets narrada a través de uno de sus protagonistas. Esta segunda historia presentada con gracia y verdad en primera persona sirve de complemento excelente al mundo musical de hoy, con su parte inventada y su parte vivida. Lugares, personajes, recuerdos de éxitos, censura y gloria, reviven en las palabras del protagonista venido a menos en su mundo de ruinas y perros.

Así, este musical se nos presenta como algo insólito y original en el panorama monótono de nuestro cine. Se trata de un filme nuevo, joven, en el que se evidencia, aparte de un afán de novedad, una virtud poco común en estos menesteres:, un intento de buscar nuevas formas sin importar demasiado el riesgo. Realizado con esa difícil facilidad a que tanto se alude, pero que se da pocas veces, evidencia en su autor un buen conocimiento en el dominio de la cámara y en el montaje. Esperemos que esta puerta abierta por Alvaro Forqué no sea la única en nuestro cine, tan huérfano de películas como la suya: espontáneas, vivas y sobre todo originales.

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