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Brandt predica el eurosocialismo

Al acceder a la cúspide de la Internacional Socialista como presidente. Willy Brandt acaba de renunciar a no pocos proyectos sugestivos. En primer lugar, a un bien ganado descanso, como dicen las biografías al uso. Después, a la dirección efectiva de la socialdemocracia alemana. Por último, a esa Internacional SociaIdemócrata «paralela», cuya reunión de Caracas parecía relativamente viable, por la moderación de sus componentes y los poderosos apoyos que se estaban movilizando.Pero estas renuncias no parece que se hayan hecho a ojo de buen cubero. Brandt está dispuesto ahora a potenciar, desde la presidencia, socialista, una lnternacional eficiente y agresiva, en la que se concilien las veleidades frentepopulistas de los mediterráneos (Italia, Francia, España) con la doctrina pura y dura de la sociaIdemocracia «made in Berfin».

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Ambas cosas -la potenciación de la Internacional, relegada a simple instrumento burocrático, y la invención de un «eurosocialismo» con vocación de Gobierno homogéneo gozarán sin duda de todas las bendiciones atlánticas y americanas. En cuanto al visto bueno mediterráneo, la cosa parece más difícil.

Como soterrada aIternativa a la Internacional Socialista, en Barcelona se ha reunido la conferencia socialista del Mediterráneo, auspiciada por el PSP y otros grupos de la familia socialista hispánica. Los mismos que ayer presentaron en Ginebra un memorándum sobre su existencia la propia Internacional. Para el PSOE, el PSP, la FPS, y demás organizaciones del «euro socialismo» de Brandt, debe sonar a música celestial (de los libios, tunecinos. argelinos, marroquíes y demás revolucionarios mediterráneos, mejor es no hablar). ¿Significará eso que el nuevo rumbo de la Internacional tutelada por la RFA alienta en su seno el germen del cisma? Lo más cómico del caso es que la cristianodemocracia alemana acaba de acusar a Brandt de haberse aliado ahora con los nuevos frentes populares.

Al ex alcalde de Berlín no le será fácil, pues, salir a los espacios predicando la guerra santa contra el eurocomunismo. Eso explicaría la ambigüedad de sus acusaciones, hábilmente maquilladas por algunas agencias informativas. Los tiempos no están para guerra fría ni para crear vaticanos socialdemócratas, aunque la espada económica sea ahora incomparablemente más peligrosa que la pared de la crisis internacional. Pero el coloso alemán mal podría subvencionar hasta el infinito las coaliciones centristas o las periclitadas aperturas "a sinistra"....

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