Ya empezamos
El referéndum, la cosa del referéndum va a ser, me parece a mí, la madre del cordero, el parto de los montes y la casa de la Bernarda. Todo en una papeleta.Ya empezamos. Ya han dicho, más o menos, que no le van a dejar a uno en libertad de ejercer su libertad. O sea, que a votar todo el personal, que si no estás mal visto, para que salga el 108 % de votantes, que si no un referéndum no es serio ni merece crédito. Los referéndums, como los trajes que nos compraban de pequeños (la verdad es que a mí nunca me compraron un traje), tienen que ser crecederos. Bueno, pues precisamente ese ocho por ciento que sobra es el que a mí me interesa, el que quiero conocer y entrevistar, como sagaz reportero que soy. Esos españoles sobrantes del 108 %. Españoles de menos en las votaciones, pero que la computadora suma como españoles de más, pues ya se sabe que la computadora da la razón al último que llega, y el último suele ser el presidente del Gobierno.
Anoche hubo un coloquio alocado, unos ejercicios espirituales políticos y multitudinarios en que a Fraga le cantaron el cumpleaños feliz, a Satrústegui le rieron gracias que él no consideraba tales, y sólo Ruiz-Giménez y Tierno Galván hablaron con la palabra culta y las buenas costumbres que les caracterizan. Ahí tienen dos señores que pueden formar parte del 8 % sobrante, de los que a lo mejor no votan, pero saldrían votando sí, como españoles supernumerarios, en un referéndum tele-apañado. Que no creo.
Voy a Casa Ciriaco a cenar con Jesús Izcaray, director que fue de Mundo Obrero, y otras gentes de bien, como Manuel Calvo Hernando, subdirector del Ya, o sea, un santo. Izcaray es un exiliado que vuelve. Tuve que firmar a un cliente un panecillo, aunque a lo mejor luego lo llena de jamón y se lo come a mi salud, que no es mucha. Casi todos los que estaban en torno a Izcaray pueden entrar, así a ojo, en ese 8 % sobrante que la computadora puede arrojar de más, para mayor gloria de las instituciones, y que la realidad de la verdad de la vida puede arrojar de menos. A lo mejor cenaron anoche por última vez en su vida y luego se tornan ectoplasmas, vagos fantasmas de niebla y miedo, por no haber votado. Ni se sabe.
Ya al alba, Saritísima, en Bocaccio, me pregunta cómo veo yo la cosa:
-Yo es que lo veo regular, Antonia. Nada más que regular.
Saritísima puede entrar también en el 8 % -digo yo que será un 8% de abstenciones al referéndum, pues un referéndum no conviene ganarlo con más del 8 % de abstenciones, así que lo mejor es ganarlo con más del 108 %de votantes. Para mayor credibilidad democrática, digamos. Le dieron un homenaje a Ansón en la peña Valentín. En Valentín habrá triunfado la moderación, supongo, Pero en un referéndum tiene que triunfar la aglomeración, el follón, la cosa.
Cuadernos organizó su happening socialista y los psoes andaban tocados de ala, porque tampoco es cosa de que les conviertan en los niños buenos de la izquierda o los niños terribles de la derecha, haciéndoles pasar por el aro, o al menos por el medio aro de la ventanilla. A Tierno Galván -este hombre no para- le dieron una fanfarria simbólica en un restaurante, aunque más propio era que le hubiesen dado- una urna. Siguen sacando libros sobre Guinea -el mejor lo ha sacado Mayá-, y se dice que el referéndum va a apelar, incluso al negro bombón para reforzar el censo de votantes. Los angelitos negros también pueden subir al cielo del referéndum.
Me llama una progre de una revista para una encuesta:
-Si se encontrase a su mujer adulterando con un hombre, ¿qué les diría?
-Que me hiciesen un sitio.
Las progres, adulteradas, liberadas, separadas y realizadas en general, recomiendan la abstención en el referéndum. Pero como ese día van a dar vacación en las oficinas, yo les digo que estoy a favor, porque el referéndum favorece el adulterio. Que es lo moderno de ahora.
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