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"Los poetas más jóvenes siguen la línea de los Novísimos"

Guillermo Carnero y la poesía como experimento

Integrante del grupo de novísimos poetas que Castellet lanzó al ruedo literario español en el año 70, Guillermo Carnero es uno de los supervivientes de aquella generación ficticia que con mayor solidez ha consolidado su posición como joven valor de nuestras letras.Hasta ahora, su trayectoria como escritor se ha desarrollado en una doble vertiente: el estudio de la historia de la poesía y la propia creación poética.

En la primera de estas vertientes se incluye el último libro de Camero, El grupo Cántico de Córdoba, recientemente publicado por Editorial Nacional; trabajo de exhumación de la obra de los poetas que dieron vida a la revista cordobesa (Ricardo Molina, García Baena, Bernier ... ) que representa la recuperación de un interesante episodio de la historia de la poesía española de posguerra.

En el campo de la creación poética, El azar objetivo, editado el año 75 por Trece de Nieve, culminó en ciclo abierto tres libros antes -con Dibujo de la muerte-, marcando el punto de partida de una nueva fase, asimilable a la madurez de Carnero como poeta.

-¿Cómo se explica el ostracismo que hasta ahora ha sufrido el grupo Cántico? ¿Se debió a la ideología política de los poetas del grupo?

-No, el ostracismo que sufrió Cántico no fue debido a causas específicas, sino que fue una constante que afectó a todas las manifestaciones literarias que surgieron al margen del Régimen y del marco cultural de Madrid. Sin que existiera una prohibición explícita contra ellas -como la que en la alta posguerra pesó sobre la literatura en lengua castellana-, la falta de apoyo oficial dificultó su desarrollo, su difusión y, en último término, supuso una condena al ostracismo.

-La idea de que la poesía es fundamentalmente experimentación sobre el lenguaje, la preocupación por escribir bien, es el «hilo conductor» que, partiendo de la generación del 27, enlaza a través de Cántico con la poesía actual. Esta función puente es destacada en su libro como la aportación más válida de la revista cordobesa. Pero, ¿hasta qué punto puede hablarse de que el grupo Cántico haya influido en los poetas que hoy escriben?

-Considerando el contexto en el que se produce, Cántico destaca como un fenómeno excepcional, pero lo cierto es que lo que mi generación ha visto en los Poetas de Cántico lo ha visto también en otros poetas: Brines, Bousoño, Gil de Biedma, Claudio Rodríguez... En cierta manera se puede decir que la poesía del grupo cordobés está ya asumida por mi generación.

-Cuando habla de «mi generación», ¿se refiere a los Nueve Novísimos?, ¿no fue aquello mera ficción editorial, a lo sumo un trampolín para los que se atrevieron a saltar?

-Los Nueve... no fue sólo un truco publicitario. La evolución de las personas que integramos el grupo ha demostrado que Castellet no se equivocó al elegir la nónada. Además su antología sirvió para dar constancia de que algo había cambiado en la poesía española.

El fantasma del realismo

-Pero, ¿existió en algún momento un nexo de unión entre los Nueve?-Cuando se publicó la antología de Castellet, los Nueve formábamos una unidad de choque por referencia a aquello contra lo que se luchaba, el fantasma del realismo. Al desaparecer ese motivo aglutinante, y con el paso del tiempo, hemos evolucionado en direcciones divergentes y hasta contrarias, pero todavía compartimos el presupuesto de que el lenguaje es lo más importante.

-Después de casi seis años al frente de la vanguardia poética, y cuando la edad media de los Novísimos debe aproximarse a la treintena, ¿no se anuncia ya la hora del relevo?

-La verdad es que hasta ahora no ha surgido un grupo de poetas que proponga presupuestos poéticos diferentes a los que nosotros enunciamos. La poesía que escriben los poetas más jóvenes siguen la línea de experimentación lingüística que inauguramos los Novísimos.

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