Las medidas económicas son un "petardo", dice Luis Olarra
Los empresarios del área vasca se han pronunciado decidida y unánimemente por la libertad desindicación, ya que entienden que la actual organización empresarial no sirve para la defensa de sus intereses. Esta es, tal vez, la conclusión más importante de una tensa jornada que reunió a 380 empresarios de Alava, Guipúzcoa, Vizcaya, Navarra y Logroño, en esta última, ciudad.
Una vez más el empresario vizcaíno Luis Olarra se convirtió en el eje de la reunión, y sus puntos de vista serian luego recogidos casi literalmente en las conclusiones. Mientras tanto, el presidente del Consejo Nacional de Empresarios, Manuel Conde Bandrés, era acogido con notoria frialdad, a pesar de que se esperaba que diese a conocer los planes de reestructuración que tiene el consejo con vistas al futuro sindical.El señor Olarra explicó en su intervención la génesis de la nueva oatronal de Vizcaya, cuyo organigrama se encuentra ya muy avanzado; se ajustará al siguiente esquema: agrupaciones de base, de ramas y federaciones de industria, comercio, agricultura y servicios. "Pensamos -dijo- que las organizaciones empresariales deben nacer de las provincias para llegar a nivel internacional, a una agrupación independiente con todas sus consecuencias».
Además de la estructura sindical se analizaron temas como las medidas económicas del Gobierno, la ley de Relaciones Laborales, la Seguridad Social y la política de empresa. El propio señor Olarra manifestó que las medidas económicas eran un petardo y que no hacía falta pensar tanto para eso.
Las perspectivas de futuro son desastrosas desde el punto de vista empresarial. «Que no se nos diga que es problema de confianza de los empresarios, que no se deciden a invertir; es que no hay nada para invertir, ni dinero, ni crédito, ni esperanza de beneficio». Los casi cuatrocientos empresarios rompieron a aplaudir después de estas palabras.
Las discusiones se mantuvieron en este tono a lo largo de toda la jornada. No faltaron los juicios sumarísimos y en más de una intervención se calificó a la ley de Relaciones Laborales como «ley antisocial y demagógica» y como «error de un ministro».
Las conclusiones elaboradas al final de la jornada se agrupan en cuatro capítulos:"
Organización profesional: la organización empresarial vigente no sirve por los condicionamientos político-administrativos y por el carácter imperativo de sus estructuras. La nueva organización debe edificarse desde la libertad de asociación y la más absoluta independencia. Se proclama la necesidad de una unidad empresarial que parta de todas las asociaciones de base. En orden a todo ello, la actual organización empresarial debe defender hasta el final el patrimonio constituido durante todos estos años con las aportaciones de los empresarios para ofrecerlo en su día a la nueva entidad.
Relaciones laborales: Los empresarios aspiran a dialogar con las organizaciones representativas de los trabajadores a fin de adoptar acuerdos que garanticen la estabilidad y progreso de la empresa. La homologación política y económica a nivel europeo exige una equiparación en la legislación laboral y posibilidades empresariales para la defensa de sus intereses.
Seguridad Social: Su financiación debe correr a cargo del Estado, reduciéndose las actuales bases de cotización para los empresarios. La cuantía de su presupuesto exige una gestión más eficaz y un mayor control por parte de los empresarios, a los que también deberá amparar en régimen de equidad.
Política de empresa: Horizonte a largo plazo para que los protagonistas de la empresa planteen su reforma. Estímulo a las explotaciones agrarias y ganaderas, de modo que las inversiones de capital en este sector tengan una remuneración similar a la de otros sectores. Fomento estímulo a la empresa privada como base de la economía libre. Liberalización de precios y rentas, y flexibilización del crédito.
Después de este chaparrón de conclusiones, en el que no quedaba evidentemente un resquicio para salvar la actual organización empresarial, el señor Conde Bandrés, que no había querido hablar para no interferirse en los debates, señaló que no pensaba dimitir hasta que fuera elegido de forma democrática alguien que le sustituyese, «porque los cargos se ganan, pero no se entregan».
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