_
_
_
_
_

"'La calidad de la vida", exposición de fotografías

Inauguración del «Oliver» en Londres

Juan Cruz

Las fotografías que sobre La calidad de la vida se presentan en los pasillos del Teatro Nacional de Londres no tienen nada de extraordinario y eso las hace diferentes.

Entre los lugares que protagonizan la muestra está la isla canaria de Tenerife, donde ha vivido Keith Sandman, uno de los fotógrafos del grupo Calidad de la vida, que ha preparado la exposición.La intención de los fotógrafos ha sido la de hacer foto-periodismo sin efectuar las concesiones a las que el periodismo tradicional obliga. Ellos han querido contar qué pasa en la calle sin pararse a esperar que ocurriera algo desusado o sensacional. El objetivo sólo obtiene gestos o paisajes, nada se sale de lo cotidiano y de lo normal. Digamos que estos documentalistas han fotografiado lo que jamás hubiera atraído a un cámara profesional.

El título de la exposición, La calidad de la vida, no sólo alude al grupo de fotógrafos underground que ha preparado la muestra, sino que también supone una referencia irónica al uso de la frase, que en los últimos tiempos «ha servido para señalar tanto el disfrute de un paisaje como el contenido de una lata de guisantes».

En las obras que componen esta exposición se muestran escenas en las que se describe la vida fuera de los tópicos románticos y paradisíacos de las grandes exhibiciones de fotografía. La calidad de la vida, para estos fotógrafos, está en lo que se ve y simplemente se han dedicado a describir la vida, con sus ceniceros repletos y con la gente ansiosa, cansada o feliz.

El espectador español se siente sorprendido al ver a Tenerife tan profusamente representado en esta exposición.

Aunque dice que esa no fue su intención, es obvio en el caso de la isla canaria que el foto-periodista, Keith Sandman ha querido utilizar aspectos de aquel lugar para describir los dos extremos de La calidad de la vida. En una de las numerosas fotografías tinerfeñas que Sandman ha llevado a la muestra, aparece una escena corriente en una tierra sin presupuesto para instalaciones de recreo: unos niños vestidos con camisetas del Barcelona juegan al fútbol entre las piedras de un barranco. A sus espaldas, detrás de unas barriadas despintadas.

Otro dato que le añade interés a la muestra, que uno recomienda por su saludable cotidianeidad, es el análisis que cada autor hace de sus obras. Desaparece el fotógrafo envarado y sabihondo que halla una justificación metafísica para lo que ha visto. Un ejemplo: «Esta foto la hice porque me gustó cómo bailaba la profesora con los negros y quise que aquel mundo se prolongara durante toda mi vida».

La exposición de fotografías de la que hemos hablado es uno de los acontecimientos paralelos del nuevo Teatro Nacional, el edificio de la ribera sur del Támesis que va camino de convertirse en el complejo cultural más importante del Reino Unido.

Hace unos días se inauguró en el Teatro Nacional un nuevo escenario, el Olivier, llamado así en homenaje al famoso actor inglés.

El Olivier es uno de los escenarios más atrevidos de Europa. Está concebido para obras de gran envergadura, no sólo textual sino técnica. Este escenario se ha inaugurado con una obra de Christopher Marlowe, Tumbarlaine.

El edificio en sí será inaugurado oficialmente dentro de unas semanas por la reina de Inglaterra, en un acto social muy abigarrado que le hará recordar a este país que junto a la tradición monárquica, el teatro es lo más importante que le queda al Reino Unido de sus viejas edades de esplendor.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_