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Muere Javier Manterola, la excelencia en la ingeniería de puentes

Dotado de una vigorosa pulsión creativa y un alto compromiso didáctico, el ingeniero sembró con sus obras, más de 200, buena parte de la geografía española, donde destacaron señaladamente puentes y viaductos

Javier Manterola
El ingeniero Javier Manterola, fotografiado en Madrid.Álvaro García

El reciente fallecimiento de Javier Manterola Armisén (Pamplona, 1936-Madrid, 2024) tras una insuficiencia coronaria, ensombrece la luminosa preminencia que la ingeniería civil contemporánea española ha adquirido mundialmente, a través de profesionales como él, considerado como uno de los ingenieros de puentes con mayor nombradía internacional. Perteneciente a una familia navarra de clase media, en su adolescencia se trasladó a Madrid para ingresar en la Escuela de Ingenieros de Caminos, donde culminó precozmente sus estudios en 1964.

Discípulo aventajado y colaborador del ingeniero, proyectista y calculista Carlos Fernández Casado, pronto comenzaría a colaborar con otros ingenieros y arquitectos como Francisco Javier Sáenz de Oiza, al que asistió en las Torres Blancas, en el arranque de la madrileña Avenida de América o con Rafael Moneo. Dotado de una vigorosa pulsión creativa y un alto compromiso didáctico, Javier Manterola sembró con sus obras, más de 200, buena parte de la geografía española, donde destacaron señaladamente puentes y viaductos.

Dos de esas obras, el puente atirantado de Barrios de Luna, que conecta León y Asturias, en su día el de mayor luz del mundo en su tipo, y el puente de la Constitución, en Cádiz, han sido emblemas de la excelencia de sus proyectos, diseños y ejecuciones. Durante tres décadas, ocupó la cátedra de Ingeniería de Puentes en la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid, con una cohorte de discípulos que recogieron su singular legado.

El puente Euskalduna, diseñado por el ingeniero Javier Manterola, en Bilbao.
El puente Euskalduna, diseñado por el ingeniero Javier Manterola, en Bilbao.

Madrid debe a Manterola algunas de sus obras públicas relevantes, como el Puente de Ventas, sobre la M-30, toda una apuesta por la inserción ciudadana de una vía pública, convenientemente insonorizada y de funcional belleza; con el arquitecto Sáenz de Oíza, el rascacielos del BBVA, de la Castellana; la boca de Metro de Sol, con Antonio Fernández Alba, recientemente fallecido; o la pasarela sobre el Manzanares, con Miguel Ángel Astiz, de una armoniosa belleza que, no obstante, fue desmontada durante el soterramiento de la M-30.

De Bilbao, el puente Euskalduna pasa por ser una de sus creaciones más singulares, amén de muchas otras: en Navarra, en Zizur, cerca de su Pamplona natal; tres puentes en Zaragoza –uno en Osera, sobre el Ebro–; en Lérida, puente del Princep de Viana; más Córdoba –el puente nuevo sobre el Guadalquivir–; y en Extremadura, en Alcántara, y, en el extranjero, en Italia, en Padua y Arezzo; en Rumanía, sobre el Danubio y en Chile.

Una vista de la pasarela Ronda de la Hispanidad, en Zaragoza, obra del ingeniero Javier Manterola.
Una vista de la pasarela Ronda de la Hispanidad, en Zaragoza, obra del ingeniero Javier Manterola.GORKA LEJARCEGI

La apuesta constructiva diferencial de Javier Manterola fue su dominio y desenvoltura en el empleo del hormigón pretensado, del cual el francés Eugene Freyssinet había sido pionero en la década de 1930. A diferencia del hormigón armado, denso y estático, soportado sobre armaduras rígidas, el hormigón pretensado implica un troceamiento elemental de las vigas, dispuestas sobre una armadura tensa y conexas mediante gatos, con una versatilidad material que procura luces más amplias a puentes y viaductos, así como mayor vuelo estético y una idónea resistencia.

Para el ingeniero y humanista Miguel Aguiló, amigo y colaborador suyo, “Javier, en sus creaciones, iba más allá de la funcionalidad y de la belleza, al conseguir que las grandes obras públicas, a pesar de su enorme escala, permitieran al público acceder a un estadio de emoción perceptible, impregnado, por él, de grandiosidad y armonía”.

En 2006, Javier Manterola, autor de Historia de los puentes, más numerosos ensayos y publicaciones, fue elegido académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Su discurso de ingreso versó sobre “La relación entre la estructura resistente y la forma, con notas sobre la valoración estética de los puentes”. Fue distinguido con el Premio Nacional de Ingeniería Civil; el Internacional Brunel de Diseño, en Copenhague; el de la Cámara Chilena de Construcción; la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid o el galardón de Colegiado de Honor del Colegio de Ingenieros de Caminos. Javier Manterola, estaba casado y era padre de dos hijos y una hija.

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