El color de la fantasía
A los cuatro años de su presentación en el Festival de Cannes -con escasísimo éxito- nos llega esta película, construida sobre el atractivo artístico y comercial de Orson Welles, de cara al gran público, y con las obras del escritor fantástico, Jean Ray, como fondo literario. Harry Kurnel es uno de los pocos directores cinematográficos belgas conocidos en nuestro país, por medio de su obra -recientemente estrenada-, Labios rojos, muy empárentada, temáticamente con Malpertuis. Estamos ante una producción ambiciosa y cara, muy por encima de la capacidad presupuestaria del país de origen, en la que se intentan reunir las bases para el éxito artístico sin desdeñar una clarísima intención comercial.
Malpertuis,
de Harry Kumel, basada en obras de Jean Ray, interpretada por Orson Welles, Susan Hampshire, Jean Pierre Cassell, Mathieu Carriére.Estreno en Drugstore.
Artesano consciente
El resultado es más bien mediocre, no exento de algún atractivo aislado, pero sin la garra y el mordiente que caracterizan al género fantástico. Kumel es un artesano, consciente y cuida mucho -quizá, en exceso- los aspectos formales de sus obras, sobre todo el color, siempre muy matizado, con un claro predominio del rojo, obsesivamente presente en los dos filmes estrenados hasta ahora. Sus ambiciones son legítimas, pero hay demasiadas pretensiones no cumplidas en esta realización desigual e insegura que roza la qualité en más de un momento.Lo mejor de lo fantástico es su realidad, según afirmaba André Bréton, que de esto sabía un poco; Kurnel se empeña en ofrecer unos ambientes minuciosamente elaborados, sin llegarjamás a esa rotundidad expresiva próxima al escalofrío, que distingue a las obras auténticas de las imitaciones aplicadas. Entre la rica tradición histórica del género destacan títulos como La bella y la bestia, Orfeo, El retrato de Jennie, Peter Ibbetson..., sin mencionar las obras de los autores nórdicos -Sjöstrom a la cabeza- o las películas cumbres de la época expresionista germánica.
Malpertuis está dominada por la presencia agobiante de Orson Welles como intérprete, pero su falta de convicción ante la historia que le proponen se traduce en un desequilibrio peligroso respecto al resto del equipo de actores. Para los amantes de Jean Ray -del que se encuentran bastantes novelas traducidas en España en ediciones populares-, la película se puede recomendar sin restricciones, mientras los aficionados en general deberán pensarlo más detenidamente antes de acudir.
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