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La esquizofrenia, enfermedad de difícil definición

La Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de hacer público un informe sobre la esquizofrenia en el mundo que revela la preocupación por el tema de las enfermedades mentales en Gobiernos de todos los países, de Washington a Moscú, si bien no parece deducirse de la lectura del informe que exista un criterio claro y unificador sobre lo que es y no es esquizofrenia. La OMS convocó la reunión de un comité de expertos en epidemiología de los trastornos mentales desencadenando una campaña mundial de prevención ante lo que se considera ya un problema grave internacional.

El comité, cuya constitución integró un amplio elenco de la ciencia psiquiátrica internacional, examinó los conocimientos existentes y puso de relieve la necesidad de datos fidedignos y válidos sobre la incidencia y la prevalencia de los trastornos mentales. Recomendó que la OMS prestara una seria asistencia a las actividades relacionadas con las «epidemias» mentales en diversos países y coordinara e iniciara investigaciones en este sector.

El gran conflicto de arranque de la comisión que lleva varios años investigando en 1.202 pacientes de nueve países: Colombia, Checoslovaquia, China, Dinamarca, Estados Unidos de América, India, Nigeria, Reino Unido y URSS, ha sido la discrepancia en la definición de esquizofrenia. Se considera, según reza el informe, que «en cualquier investigación sobre la esquizofrenia es fundamental la cuestión de cómo decide el investigador si una persona es o no esquizofrénica».

Se reconoce la dificultad de la comparación de «los resultados de un estudio sobre la esquizofrenia con los de otro, porque no se tiene la certeza de que se haya estudiado la misma entidad patológica en ambos casos». En consecuencia, «para cualquier tipo de investigación psiquiátrica, especialmente para estudios epidemiológicos, son fundamento indispensable medios y procedimientos normalizados de evaluación psiquiátrica».

Pero no es tan fácil la normalización y la evaluación objetiva cuando «la variabilidad de la práctica diagnóstica origina problemas en materia de investigación, aun dentro de un mismo país». La realidad demuestra que «cuando se emprenden investigaciones que abarcan varias culturas, vienen a agravar este problema las diferencias de los antecedentes sociales y culturales de los pacientes y de los investigadores y las diferencias en Ia formación y la orientación teórica de estos últimos».

Síntomas

La más primitiva definición de esquizofrenia, hecha por Kraepelin en 1893, es la de demencia precoz, que incluía los siguientes síntomas: alucinaciones, generalmente de tipo auditivo o táctil; disminución de la atención al mundo externo; falta de curiosidad; trastornos del pensamiento; alteraciones del lenguaje consecutivas al trastorno del pensamiento, con incoherencia; falta da discernimiento y de juicio; ideas delirantes; embotamiento emocional; negativismo y estereotipias. Se acentúa en la definición de Kraepelin el hecho de que estos síntomas se presenten con claridad de conciencia y sin merma de la percepción y la memoria.

Sin embargo, hoy las cosas han evolucionado mucho desde que Kraepelin hiciera su definición. Personas con no todos esos síntomas son consideradas hoy subgrupos de la esquizofrenia. El concepto mismo de marginal ha sido ampliado por algunos autores como Knight (1953) y Zetzel (197!) en el sentido de considerar como tal a quien presenta mecanismos neuróticos y psicóticos o a quien tiene grandes dificultades para establecer relaciones personales profundas, lo que en psicoanálisis se denomina «relaciones de objeto significativas unívocas».

Los psiquiatras llegan a considerar la esquizofrenia «como un tipo de reacción a diversas tensiones intrapersonales e interpersonales más que como una entidad nosológica distinta». Meyer formuló la opinión de que la demencia precoz era una serie de modalidades de comportamiento: exageraciones del comportamiento normal, a menudo como respuesta s una tensión ambiental continúa, Sullivan extendió esta idea al señalar la importancia de relaciones personales deterioradas como causantes de esquizofrenia.

Desde esta perspectiva, la enfermedad mental se manifiesta más que como un síntoma concreto de los señalados en los primeros estudios del siglo pasado, como una alteración profunda de la capacidad de relacionarse. La esquizofrenia no sería otra cosa sino la expresión en el individuo -convertida ya en grave alteración mental-de un sistema de relaciones profundamente enfermas aprehendidas en la familia, sociedad o grupos de origen.

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