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Las conversaciones Kissinger-Vorster, de Zurich

Diplomacia ambulatoria en perspectiva

Con gran cautela y optimismo moderado en sus primeras declaraciones, el secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, y el primer ministro sudafricano, John Vorster, consideraron «fructíferas» las 13 horas de conversaciones que han celebrado sobre los temas más candentes del Africa Austral, durante este fin de semana y la mañana del lunes.Aunque Kissinger no quiso dar datos concretos sobre los resultados de las conversaciones en su conferencia de prensa, por estimar que debe informar antes a los jefes de Estado del Africa negra fronteriza con Rodesia (Zambia, Tanzania, Mozambique, Botowana y Angola -este último sin esas fronteras-), reunidos desde ayer en Dar es Salaam (Tanzania), las afirmaciones de John Vorster, aunque un tanto contradictorias en si mismas, son más explícitas.

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Con respecto al problema de Rodesia, el centro de la agenda de discusión entre los dos estadistas, Vorster, después de aclarar que «no está dispuesto a ejercer presiones de ningún tipo sobre el Gobierno de lan Smith», para que este acepte la constitución de un Gobierno de mayoría, dijo sin embargo, que expondrá al primer ministro rodesiano la conveniencia de proceder a esas transformaciones en el presente.

Los corresponsales en Zurich estiman sin embargo, que las posibles presiones de Vorster sobre lan Smith, serían imprescindibles para que éste modifique su postura de rechazo al Gobierno de mayoría largamente sostenida. Rodesia, después del cierre de sus fronteras con Mozambique, sólo tiene salida al mar por Sudáfrica. En caso de una confrontación militar con los Estados revolucionarios fronterizos, o una intervención militar soviético-cubana, sólo el ejército sudafricano que viene en su ayuda, podría equilibrar la confrontación.

En lo que a Namiba, la organización nacionalista africana (Sudoeste africano) respecta, Vorster parece haber hecho una concesión matizada al reconocer que «el SWAPO es un interlocutor válido para Sudáfrica. El valor de este reconocimiento, sin embargo, se vio contrarrestado con su afirmación posterior de que el SWAPO es un interlocutor válido para Sudáfrica «como lo son otros veinte movimientos más de Namibia». Aunque el primer ministro sudafricano tal vez no podría llegar más lejos sin enfrentarse seriamente a la población blanca, es evidente que su aclaración contradice la posición de reconocimiento exclusivo al SWAPO sobre la cual se basa la ONU para toda negociación.

Decidir entre la guerra o la diplomacia para llegar a una solución de los problemas del Africa Austral, parece ser la tarea más delicada que estos líderes tienen ante sí. En cualquier caso, la participación del presidente angoleño Agostinho Neto en estas conversaciones, en tanto que líder de un país que no tiene fronteras con Rodesia, parece indicar que los jefes de Estado de los cinco países mencionados quieren discutir los problemas del Africa austral en general.

Esta impresión se ve confirmada por la presencia en la capital tanzana de los representantes de casi todos los movimientos de liberación de los países bajo minorías blancas. Josuah Nkomo y Abel Muzorewa, presidentes del ala interior y exterior, moderada y radial, respectivamente del African National Congress (ANC), rodesiano, pero también elementos de la «Tercera Fuerza» creada más recientemente en Mozambique, más radical, asisten junto a Oliver Tambo, presidente del ANC sudafricano y Sam Nujoma, jefe del SWAPO, organización que como síntoma de los matices que se dan en su interior, también creyó conveniente desplazar a Dar es Salaam a dos líderes del interior, uno de los cuales amenazó con recurrir a lo s gobiernos amigos, y en particular a Cuba, si no se llegaba a resultados concretos.

La llegada hoy a Dar es Salaam del subsecretario de Estado norteamericano, William Schaufele, para informar a los cinco jefes de Estado africanos de los resultados de las conversaciones Kissinger-Vorster, da razón del interés que muestra Kissinger en dialogar con estos países.

Al margen de este viaje, el propio secretario de Estado se declaró dispuesto a viajar a esos países africanos y luego a Sudáfrica en lo que parece ser una proposición de llevar a cabo una «shuttle diplomacy» parecida a la que efectuó en el Medio Oriente tras la guerra de octubre de 1973. Si con aquella «diplomacia ambulatoria» se pudieron solucionar muy pocos problemas reales, justo es reconocer que la posición norteamericana resultó fortalecida.

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