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Tribuna
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Desde Cataluña, con preocupación y tristeza

El editorial aparecido en EL PAIS del pasado miércoles bajo el título Autonomías y, nacionalidades ha causado en Cataluña estupor y tristeza. Ciertamente en Cataluña no se esperaba que en las páginas de EL PAIS, de tan alta calidad intelectual, y en las que se viene informando con amplitud, atención y serenidad de los acontencimientos de Cataluña. apareciera un escrito editorial tan desacertado. Un escrito que por el tono y por parte de su contenido recuerda textos aparecidos en la prensa del Movimiento, que durante tantos años hemos tenido que sufrir en Cataluña. Lamentablemente el escrito posterior Los países catalanes no ha rectificado el editorial, antes al contrario confirma su contenido al afirmar: Y si pensamos habernos equivocado lo diríamos clara y llanamente en la seguridad de ser comprendidos en nuestro error. Pero no es el caso.

El hecho del editorial y su ratificación es grave y produce tristeza. Por ello deseo tratarlo con toda sinceridad en las mismas páginas de este diario, por tantos conceptos admirado.

Es cierto, como dice el editorial, que es preciso reflexionar sobre la política catalana actual sin sentimentalismos. Pero sin sentimentalismos ni en una ni en otra parte. Lo cual no sucede en el editorial, en el que se descubre una fuerte carga de cierto sentimentalismo, fruto de una educación patriótica fundada en un determinado concepto del Estado español. Hemos de reflexionar sin sentimentalismos, pero además partiendo de un conocimiento exacto de la realidad catalana y de su historia. Un conocimiento que, desgraciadamente, no se da en el editorial.

Pero vayamos por partes. El editorial empieza por criticar la posición abstencionista del Consell de Forces Polítiques de Catalunya ante la reunión de Madrid. Nada que objetar a esta crítica. Yo también creo que la posición abstencionista del Consell ha sido un grave error. Sin embargo, quizá hubiera sido conveniente recordar al lector que de los doce partidos del Consell, seis votaron favorablemente a la asistencia, entre ellos los de más arraigo en las masas populares. Como hubiera sido necesario que se informara que el organismo unitario más ampliamente representativo de Cataluña, la Assemblea acordó asistir ala reunión. Por tanto, Cataluña no estará ausente en Madrid.

Crítica el editorialista la posición del señor Tarradellas. Pero, ¿era necesario utilizar los términos con que lo hace? En Cataluña alguno de estos términos nos ha recordado los que han venido utilizando publicistas del Movimiento, y nos ha dolido encontrarlas en EL PAIS. Somos muchos los que en Cataluña discrepamos de la política del señor Tarradellas en estos momentos, por creerla equivocada, pero no por ello podemos aceptar la forma con que el articulista trata a esta personalidad catalana.

Es cierto, como dice el articulista, que la cuestión de las distintas nacionalidades del Estado español es un problema grave y muy necesitado de análisis y meditación. Desde hace siglos que, desgraciadamente, es así. Porque la cuestión catalana hace siglos que existe. y no ha sido resuelta. Y mientras no lo sea. no podrá llegarse a una auténtica convivencia fraternal dentro del Estado español. Ahora bien, para resolverla es necesario afrontarla tal como es, y no tal como se desea que sea. Por tanto, hay que conocerla, aunque nos disguste. Y hay que conocerla en sus fuentes más responsables. Sólo se comprende aquello que se conoce. Y hay que decir que fuera de Cataluña se desconoce la historia de la cuestión nacional catalana y sólo se conoce una -historia de, España escrita con una visión parcialísima. Porque, ¿cuantos libros existen en el mercado, escritos en castellano, que expongan la historia de la cuestión catalana? Y los pocos que existen, ¿es que se leen? ¿Es que los medios de comunicación social explican a los ciudadanos que el Estado español, se quiera o no, es un Estado plurinacional?

Y sin embargo, desde hace siglos, sobre la cuestión catalana se han escrito miles de libros y opúsculos. Y se han pronunciado centenares de discursos en las Cortes Españolas. En una obra de Félix Cucurull que acaba de publicarse en Francia, por Ediciones Catalanes de París, titulada Panorámica del nacionalismo catalá se relacionan más de 2.000 títulos de obras que tratan de la cuestión catalana. Es una obra cuya lectura me permito recomendar, y que espero que se autorice su venta en España, para que ayude a comprender la cuestión catalana.

El articulista nos dice que ante la cuestión catalana conviene... repasar algunas nociones de bachillerato. He aquí como comete un gravísimo error. Porque la fuente de la ignorancia que en general se tiene de la cuestión de los pueblos que forman el Estado español, radica precisamente en los manuales del desgraciado bachillerato español que estudió el editorialista y en los textos de la asignatura llamada Formación del Espíritu Nacional. Yo recomendaría al articulista que leyera las obras del profesor Pierre Vilar y de Jaume Vicens Vives, por ejemplo, y así se evitaría el repetir los tópicos y falsedades que contienen los manuales de bachillerato español. También me permitiría recomendarle un mayor conocimiento de la historia de Europa, para ahorrarse el estampar afirmaciones como la siguiente: no se encuentran... precedentes de Estados modernos que hayan puesto a votación la integridad de su territorío, ni de naciones que hayan regresado a la fórmula federal a partir de una situación unitaria. ¿Qué pasó, pues, entre Suecia y Noruega en agosto de 1905? ¿Cómo se pasó del imperio unitario ruso al estado federal soviético?

Pero basta ya, porque no pretendo comentar todos los errores contenidos en el editorial ni discutir el curioso concepto que el editorialista tiene de la autodeterminación de los pueblos, ni sus alusiones a L'Empordá y Figueres. Tampoco deseo comentar sus conocimientos de derecho político cuando nos habla de la nacionalidad andorrana. Simplemente, quiero lamentar que en un diario como EL PAIS pueda aparecer un editorial que demuestra un desconocimiento tan grande de la realidad actual catalana y de la historia.

Y que esté tranquilo el editorialista y deje de manejar el espantajo del separatismo y de hablar de Estado federal. Porque las instancias unitarias catalanas han expuesto muy claramente cuales son sus ambiciones en esta hora de reconstruir la democracia. Son muy modestas. La Assemblea de Catalunya, en su punto tercero, las expresa así: restablecimiento provisional de las instituciones y de los principios configurados en el estatuto de 1932. Es decir, los principios configurados en un texto que reconocía a Cataluña atribuciones autonómicas mucho menores de las que disfruta un Länder alemán o un estado de los Estados Unidos de América. Esto tan modesto es lo que piden, en esta hora, las instancias unitarias catalanas. Es peligroso, pues, que se publiquen artículos que puedan contribuir precisamente a la creación del clima de caos nacional al que el diario alude. Seamos todos responsables en esta hora difícil. Y que no se contribuya a crear confusión en lo que es modesto, simple y claro. Claro como un vaso de agua clara, por decirlo en una afortunada frase de José María Pemán.

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