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"El artista es el representante de las tristezas, las angustias, las miserias de su pueblo"

El pasado jueves se estrenó en Madrid Los siete locos, una de las últimas películas del veterano director argentino Leopoldo Torre Nilsson. Torre Nilsson, que pasa por ser uno de los más sólidos directores cinematográficos de América Latina, y que cuenta en su haber con más de treinta películas, pasa en España una larga temporada. Con ocasión de su estreno ha concedido a EL PAIS la siguiente entrevista.

Los siete locos está basada en una doble novela de Roberto Arlt, las llamadas Los siete locos y Lanzallamas. Yo creo que en realidad eran sólo una novela, con los mismos personajes y las mismas historias, que, de hecho, se funden perfectamente. Y creo que la publicación separada era por necesidades editoriales. Seguramente una cuestión de entregas a fecha fija.-La película tiene un aire constante de tango. Los personajes, las historias... Es un poco todos los tangos, ¿no?

-Sí, los tangos de Discépolo. Yo creo que Discépolo tenía que admirar a Arlt. Sobre todo, como cronista policial. Como periodista de sucesos era fascinante, hacía de cada asesinato o de cada crimen una auténtica novela... Yo conocí a Arlt, que era amigo de mi padre. Le miraba desde la distancia, admirado.

A Leopoldo Torre Nilsson lo del cine y la literatura -«sólo descanso del cine para escribir», me dice, «y creo que los directores tienen que escribir, aunque para mí la literatura es hermana del cinematógrafo»-, lo del cine sobre todo, le viene de familia. Las primeras películas (El crimen de Oribe, El hijo de Crack) las codirige con su padre, el conocido realizador Torres Ríos. Su cine toca de cerca el melodrama porteño, pero tiene siempre algo de farsa, de esperpéntico y surrealista. De hecho, a Torre Nilsson le ha tocado abrir la brecha vanguardista en el cine argentino. Y, sin embargo, está en ese difícil punto de equilibrio donde las mayorías van captando los recursos lingüísticos, los envíos ideológicos bien difíciles, gracias, seguramente, al predominio de la historia, de los sucesos, como medio comunicativo.

-En Los siete locos pasan dermasiadas cosas, ¿no?

-Claro. Es el problema de las novelas río. Uno se enamora de las situaciones y no quiere dejar ninguna fuera. Cuando se trabaja en adaptaciones, pasa siempre.

El monstruo de la Censura

En la larga filmografía de Torre Nilsson parece que comienzos y finales se unen. Es un mundo argentino, Buenos Aires en realidad, que primero se alcanzaba desde el propio melodrama, pero que, tras hacer incursiones por la épica (Martín Fierro, o el San Martín de El santo de la Espada) vuelve a ese expresionista, terrible melodramatismo de Boquitas pintadas -recién estrenada en Barcelona-, de Piedra libre, su última película, o Los siete locos.-Hay dos tipos de cine: el que nos expresa más a nosotros y a nuestro mundo, y otro, que yo llamo de ilustración, ese cine sobre personajes, épocas, más difíciles para la identificación. Cuando hago Martín Fierro, o el libertador San Martín, me cuesta mucho más, tengo que hacer un mayor esfuerzo, buscar más exactamente los matices técnicos. Sin embargo, yo creo que este cine que digo de ilustración es muy útil en la carrera de los directores, esas obras intermedias, menos personales. Y, desde luego, es mejor que esas escapadas a hacer cortos publicitarios, o a practicar otros oficios. Yo llevo quince años sin dejarde hacer cine.

-Cuál es, a su modo de ver, la situación actual del cine en la América Latina?

-El cine es una forma estética específicamente hija de la libertad de expresión. Por eso es tan difícil donde hay censura. Entonces se da sólo la obra aislada, pero para que haya movimientos cinematográficos coherentes, del tipo del neorrealismo italiano, por ejemplo, es evidentemente imprescindible la libertad. El cine es desgraciada y fácilmente controlable, porque es un arte de mayorías. Y el artista es siempre un opositor, un moscardón molesto para el oficialismo, para cualquier oficialismo. Es que el artista es el representante de las tristezas, las angustias, las miserias de su pueblo. Ese es su compromiso. Una especie de compromiso inmanente, por su propia razón de ser. Y como parece que los pueblos están condenados a seguir sufriendo por las burocracias y las opresiones. Somos un quejido molesto.

«Y los latinos somos hombres que no nos gusta que se nos critique. Creo que los sajones son más masoquistas, y sí admiten la crítica. Entonces, nosotros somos gestores de censura. Es la herencia hidalga. Nos convendría sicoanalizarnos mucho y adquirir el gozo de la crítica negativa. Esa sublimación del sadismo al masoquismo que no hemos hecho. Así que hay flujos y reflujos en lo de la censura. Por ejemplo, en Argentina. en los últimos cinco o seis años, hay un cierto cine sólido, pero luego vuelve la censura. En México está surgiendo un cine serio, por la libertad y el apoyo oficial. En España hay el caso muy claro de los directores que empezaron a hacer alguna cosa buena, pero esporádica, porque no se podía. Y ahora, sin embargo, en este último tiempo asistimos a un auténtico renacimiento del cine español. Y es que hay una cópula indestructible entre los criterios de la censura y los sueños de los creadores. Somos muy frágiles -ríe-, como un castillo de naipes. Un mero cambio de un funcionario, y...

Por otra parte, creo que el futuro del cine va a ser distinto. Va entrar en la intimidad, que es una conquista propiciada por ese invento que es la cinta magnética. Claro que el cine mismo cambiará, con las películas que se pueden ver tranquilamente en casa, además de esa especial facilidad que tiene el medio para narrar. Seguramente puede perder ese misterio distinto del espectáculo oscuro y colectivo. Eso que tiene de religión y magia.»

Argentina desde aquí

A nosotros, la situación argentina nos parece delirante. El jueves, en el estreno de Los siete locos -una película hecha en el 73- estaba toda la colonia madrileña, al menos esa franja creciente de la inteligentsia de allá que va optando por el exilio.-Yo salí de Buenos Aires días antes del cambio degobierno, y no he vuelto todavía. Tampoco sé si voy a volver inmediatamente, quizás haga alguna película en España. Concretamente estoy leyendo todo Baroja, y hay un tema que me fascina: el de la trilogía de los Visionarios, ese mundo tan paralelo al que enseño de mi mundo, el de los viejos anarquistas y su fracaso.

Y de la propia situación argentina prefiero no opinar mucho. En principio estoy fuera, aunque no sé por cuánto tiempo. Y luego, que no hay, nada peor que un exiliado. Es como una ameba. Un ser andrógino y ameboide, que no puede hablar de política, ni la de allá, que no vive ni la del país dende está invitado, por eso, porque es un invitado. De todos modos, tengo la impresión de que la situación allá es confusa, me cuesta definirla taxativamente.

Algo hay claro. La censura se ha endurecido para el cine, sobre todo desde el nombramiento del señor Tato para el Ente de calificación moral, antes del actual gobierno. En mi caso quiso retirar Boquitas pintadas de San Sebastián, y ha prohibido Piedra libre, mi última película, sobre una novela de m¡ mujer, Beatriz Guido. Sin embargo, acabo de enterarme de que con esta película hemos ganado el juicio contra el Ente, y que ayer, a la noche han ordenado el estreno...

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