Los sobornados
Iba yo a comprar el pan y me encontré a Woody Allen, que viene a firmar ejemplares de su último libro en la Cuesta de Moyano. También se dice que le han dado un carguete en la pedrea del nuevo Gobierno: jefe de prensa de la Secretaría General del Movimiento.-Hombre, Woody, muy bueno lo tuyo. Escribes ya casi tan gracioso como don Mariano Navarro Rubio.
-Que el Senado de mi país ha aprobado un proyecto de ley anticorrupción.
-Gracias por la noticia, Woody. Lo meteré en mi columna, que es la tuya.
-Y aquí, qué.
Efectivamente, se ha creado en Washington una cosa para evitar nuevos watergales. Y aquí, qué. Mientras a Woody Allen le desgarraba la camiseta ocean una turba de fans en celo, me fui pensando, con mi barra de pan bajo el brazo, que aquí también nos haría falta una oficina así. Porque de la Lockheed, nunca más se supo.
Claro que los sobornos, como los adulterios, más vale no investigarlos, porque a lo mejor las investigaciones te llevan a la puerta de tu alcoba. O de tu banco. Y mira que somos recelosos, susceptibles y reservones en este país. Como no se puede decir la verdad de nadie, se sospecha de todo el mundo. Las sociedades herméticas degeneran siempre en sociedades policíacas.
-¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano? -le dijo Caín a aquel señor de barba que estaba escribiendo la Biblia.
Pues sí. Todos somos los guardianes y policías de nuestros hermanos, en esta España bíblica y cainita.
En vista de que por esa vía no hay nada que hacer, veamos lo que dice del presidente Suárez la nueva cara pecosa de nuestro cine, Verónica Miriel:
-El actual presidente es un señor guapísimo, ¿no?
Otra bella y sensible actriz, Marisa Paredes, que también compra el pan por mi barrio, me dice que cuando Suárez y ella trabajaban en Televisión (a distintos niveles), una vez la trajo en su coche hasta Madrid, o sea, que era un director demócrata.
-¿No crees tú que era un director demócrata, Marisa?
Pero Marisa anda liada con la subida y la bajada del pan y ya no me escucha.
El señor presidente, de quien las mujeres opinan tan bien, debiera procurar ahora que los hombres opinásemos lo mismo, llevando adelante el affaire Lockheed, un suponer. No vaya a pasar con los sobornados de la Lockheed igual que con los petardistas del 18 de julio, que sierripre están al caer y nunca caen.
-No pretenderá usted que los petardistas y los sobornados son la misma persona.
-Imposible. Los sobornados son ya unos caballeros talluditos para andar haciendo gamberradas.
-¿Por qué supone usted que son talluditos?
-Porque a un niño se le soborna con un chupachús, y en lo de la Lockheed parece que hubo de por medio algo más que chupachús.
Aunque hace poco explicó un interlocutor válido de la Lockheed que lo de España sólo habían sido unos regalitos navideños. Aquí somos tradicionales y paleocristianos hasta para porier el cazo. Trincones, pero de misa diaria, eso sí. Y que no falte. Media España espera saber los nombres de los petardistas y la otra media espera saber los nombres de los sobornados. Siempre las dos Españas. Menos mal que al final les cogerá la amnistía a unos y a otros. Mira que si encima fuesen los mismos...
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