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Una reactivación indecisa

La herencia económica que recoge el Gobierno Suárez no es ciertamente envidiable. Si la que, a su vez, recibió en diciembre el Gobierno Arias tampoco era muy saneada, será difícil que se repita una gestión tan corta y desafortunada como la que durante seis meses ha presidido el señor Villar Mir: inflación, paro y déficit exterior constituyen los principales pero no los únicos problemas de una economía cuya reactivación no acaba de afirmarse con nitidez.

La actividad productiva: ¿Hoy menos que ayer?

La actual tónica de débil crecimiento de la economía española tiene su representación más caracterizada en el índice de producción industrial (gráfico 3). Después de un tirón muy fuerte en marzo, abril mostró un aumento modesto -1 por 100 respecto al mes anterior-. En conjunto, la tasa de crecimiento anual del último trimestre disponible señala prácticamente un estancamiento de la producción (1,8 por 100). Más optimismo infundiría la evolución del consumo de energía eléctrica, que estaba creciendo en mayo a un ritmo anual ligeramente superior al 9 por 100. El problema con este indicador, tan escrutado por la prensa, reside en sus dificultades de interpretación. Olvidando ahora el error que se comete al comparar meses de 1976 con los correspondientes del año anterior -dado el nivel bajísimo que el consumo alcanzó en 1975-, el defecto de esta cifra es que no distingue entre la energía utilizada para fines industriales -que es la interesante para análisis de coyuntura- y la destinada a las diversas modalidades del consumo.En todo caso, la consideración del índice de inversión aparente y de las encuestas de opiniones empresariales refuerza la impresión de estancamiento, siquiera sea momentáneo, apuntada por el índice de producción. Al igual que sucedía con éste, el de inversión descendió en abril después de haber crecido en marzo. De sus dos componentes generales, el índice de edificación y construcción bajó en dicho mes un 2,2 por 100, confirmando así la continuación de la atonía en que está sumido este sector, y que otros indicadores confirmaron en mayo. La consecuencia de este sombrío panorama es que el paro estimado en este sector ha seguido creciendo en abril y mayo.

Las encuestas de opiniones empresariales proporcionan una de las claves más claras para entender la vacilación del proceso de recuperación en España. Y es que, a diferencia de otros países, el proceso de liquidación, primero, y reconstitución de existencias, después, está teniendo lugar con gran lentitud, reflejando de esta forma el clima de incertidumbre con que los empresarios contemplan el futuro.

¿Qué cabe esperar en la evolución del paro? Abril y mayo muestran, y sentimos no poder corroborar el velado optimismo de las declaraciones oficiales, un nuevo aumento del paro estimado. Las cifras desestacionalizadas de paro en esos dos meses indican un incremento de 40.000 personas, siendo la agricultura -15.000- y la construcción -12.000 parados- los sectores más afectados (gráfico 2). En total, ello supone 446.000 parados, pero en todo caso habrá que esperar la publicación de los resultados de la encuesta de población activa correspondiente al segundo trimestre para hacerse una idea más exacta de la evolución del paro en lo que va transcurrido de 1976.

Sector exterior: El bache del turismo

Publicadas las cifras de junio, las importaciones muestran en el primer semestre de 1976, y sobre el mismo período del año anterior, una tasa de disminución del 2,1 por 100, mientras que las exportaciones crecen un 3,3 por 100, ambas valoradas en dólares. El comentario inmediato que estas cifras provocan es que el aumento de las importaciones en abril se ha consolidado en mayo y junio, confirmando así el inicio de la reactivación. A medida que ésta se vaya acentuando, tenderá a desaparecer el descenso de dólares experimentado hasta junio y que es consecuencia de la devaluación.La evolución de las exportaciones muestra, en junio, una recuperación con respecto a las cifras de los dos meses anteriores, pero los resultados a mitad del año son desalentadores. ¿Cuál puede ser la razón de tan pobre comportamiento? A falta de datos sobre precios de exportación puede aventurarse la hipótesis de que, a semejanza con la devaluación de 1967, los exportadores estén repercutiendo en los precios la ventaja de la devaluación. Ello no sería extraño dado el gran esfuerzo que en precios hubieron de realizar en 1975. También habría que tener en cuenta las variaciones en el tipo de cambio de las monedas de otros países con los que nuestro comercio es importante. Incidentalmente, sería bueno que las autoridades aclarasen su política de cambio, empeñada, al parecer, en mantener la peseta excesivamente alta, prestando una mayor atención a su incidencia sobre la relación real de intercambio.

La conclusión es que no debemos creer que la devaluación va a proporcionar una ventaja estable a nuestros precios de comercio exterior. Todo depende de lo que esté sucediendo con los precios interiores, ya que el grado de inflación puede ser más que suficiente si repercute en nuestros precios de exportación para compensar esa hipotética ventaja.

La balanza de servicios, a partir del registro de caja del Banco de España, apuntaba en abril un notable descenso en los ingresos por turismo y un aumento muy fuerte de los pagos por rentas de inversiones y otros servicios. No parecen existir indicios para la esperanza en este terreno, y la pérdida oficial de reservas durante el semestre -792 millones de dólares- constituye la confirmación más evidente del delicado momento que atraviesa la balanza de pagos.

Precios y salarios: La cuadratura del círculo

A juzgar por la evolución del índice del coste de la vida durante el trimestre marzo/mayo -una tasa de crecimiento anual del 29,3 por 100-, España debía detentar el récord inflacionista entre las naciones europeas, quizá con la excepción de la lejana Islandia. Aun teniendo en cuenta el descenso de junio, pocas esperanzas cabe depositar a corto plazo en una disminución sensible del ritmo inflacionista. De existir, vendrían de la mano de una confirmación en meses próximos de la moderación observada en el crecimiento del índice general de precios al por mayor (gráfico l); respecto al trimestre comprendido entre marzo y enero el de abril a febrero ha pasado de una tasa del 22,6 al 18,5 por 100. Desgraciadamente, los efectos de la sequía sobre las cosechas, tanto aquí como en Europa, no van a constituir un aliciente para el proceso de reducción de las tensiones inflacionistas cara al otoño e invierno.Poco, y no precisamente muy actual, puede decirse de los salarios, campo en el cual las habituales deficiencias estadísticas cobran caracteres escandalosos. A juzgar por la encuesta de salarios, éstos habían crecido en términos monetarios a ritmos más pausados durante los primeros meses del año en la industria, pero no en la agricultura y la construcción. Pero conforme se vayan conociendo las cifras de los últimos meses, es previsible esperar una aceleración, de los salarios acompañada, si sigue el estancamiento de la producción, de una baja en la productividad.

Tensiones monetarias

El indicador clave de estos análisis, las disponibilidades líquidas, creció en abril al 27,5 por 100 anual, tasa que se moderó en mayo, 15,7. A juzgar por su marcha durante los cinco primeros meses del año, a finales del primer semestre se habrá rebasado el objetivo marcado por el anterior ministro de Hacienda -16,5 por 100 de crecimiento anual-. La ironía del caso reside en que las dificultades de control provienen fundamentalmente del fuerte y creciente déficit del sector público. Semejante comportamiento no sólo es un factor que dificulta el encauzamiento de la liquidez del sistema bancario, sino que, y esto tiende a olvidarse con frecuencia, impone unas exigencias de financiación que tarde o temprano acabarán recortando los fondos que el sistema bancario puede suministrar al sector privado de la economía.

Conclusión

Suele ser típico de algunos procesos de reactivación que después de una subida inicial el ritmo de crecimiento de la producción se estanque. Seguimos, pues, creyendo en la recuperación de la economía, recuperación que no estará exenta de problemas. La evolución de la balanza por cuenta corriente a lo largo del año no ha confirmado las esperanzas suscitadas en algunos sectores por la devaluación; los precios se han acelerado, dando pie a una exacerbación alcista por parte de la masa salarial, cuyo comportamiento parece haber cortado definitivamente el cordón umbilical que en teoría la unía con el paro. Para terminar, la actuación del sector público en los últimos meses ha imposibilitado cualquier política de control monetario eficaz.

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