68 ayuntamientos piden al Rey, en Vergara, el restablecimiento de los fueros vascos
La localidad guipuzcoana de Vergara se convirtió ayer en punto de cita de todo el País Vasco en torno a la misa organizada por su Ayuntamiento en memoria de cuantos murieron en defensa de los fueros. Mientras las corporaciones provinciales celebraban sus plenos con el único respaldo de unos pocos centenares de personas, más de 25.000 vascos se dieron cita por la mañana en Vergara para pedir a voz en grito un régimen foral, que en esta hora no significa otra cosa que un régimen de autonomía.
Junto a esas 25.000 personas que dejaron ayer su trabajo -numerosas empresas cerraron sus puertas en la comarca- para estar presentes en la misa por los caídos en defensa de los fueros, 68 ayuntamientos vascos, en su mayoría guipuzcoanos, se habían sumado también a la conmemoración. En la lista de ausentes cabe señalar a los municipios de Vitoria, Bilbao, San Sebastián y Guernica.Ni la lluvia entorpeció la nutrida concentración, ni el inusitado despliegue de fuerzas de orden público impidió que, desde el comienzo de la misa, a las 11 de la mañana en la parroquia de San Pedro, se ondeasen del orden de una veintena de ikurriñas (banderas vascas), y fuese colgada en la plaza una gran pancarta en la que se pedía amnistía total y el regreso de los exiliados.
La homilía fue sustituida por la intervención del bersolari Azpillaga, que resaltó la presencia de vascos de todas las edades en un acto que no hacía otra cosa que reclamar Euskal-Erria para los vascos. El público coreó su último verso, cuando pidió la libertad para todos los presos, después de haber solicitado las libertades democráticas y el regreso de los exiliados.
Terminada la misa, el cortejo de los 68 ayuntamientos se dirigió hacia la casa consistorial. Una enorme pancarta pedía la oficialidad del euskera en todos los centros de enseñanza, al tiempo que arreciaban los gritos de amnistía.
En el salón de sesiones se celebró un pleno extraordinario en el que el alcalde de Vergara, José Luis Elcoro Unamuno, reconoció en primer lugar que no resultaba fácil ejercer una representatividad que no tenía, ni convertirse en actor principal de un día histórico, que por su propia naturaleza exigía el protagonismo del pueblo.
«Las circunstancias -añadió-, que tantas veces desvían el rumbo trazado en nuestro camino, han querido que los ayuntamientos asumamos la enorme responsabilidad de hacer público en este acto la voluntad y decisión de un pueblo, que habiendo recorrido, tras muy adversas vicisitudes, la singladura de un funesto centenario, se reúne hoy en Vergara para manifestar de forma clara y rotunda su propia personalidad».
Derechos irrenunciables
«Por ello creemos interpretar el sentido profundo del país al manifestar que sus habitantes en ningún momento habían expresado ni expresaron la voluntad de renunciar a una preciada herencia conservada durante muchos siglos. Afirmamos la imprescriptibilidad e irrenunciabilidad de los derechospolíticos del país, legitimados como están por un ejercicio ininterrumpido de muchos siglos, arrebatados en contra de la voluntad mayoritaria del pueblo y reivindicamos, a lo largo de la última centuria, siempre que las circunstancias han permitido a la auténticavoz popular expresarse de una manera u otra manera. Por eso hoy, los ayuntamientos, que durante tantos años no hemos podido encarnar nuestra misión, la que verdaderamente nos hubiera correspondido en un régimen foral, y que hemos sido, por el contrario, cuerpos opacos, incapaces de interpretar y reflejar ni siquiera las más elementales y básicas esencias de nuestro pueblo, queremos desde este díaservir de órganos que transparenten el verdadero sentir del mismo».
«En primer lugar -siguió diciendo él alcalde de Vergara-, después de haber dedicado, en esta misa que acabamos de oír, un recuerdo a nuestros muertos, no podemos por menos de recordar también a los que, aunque vivos, se encuentran lejos. Tampoco queremos olvidarnos de los que, venidos de fuera y enraizados en el cotidiano hacer, no han conseguido todavía asimilar e integrarse en lo que es el verdadero ser del pueblo. Unos y otros contituimos una plural comunidad de hombres que, con orígenes de coordenadas diferentes tenemos una idéntica proyección de futuro en el desarrollo de la personalidad del pueblo que juntos constituimos, que es el pueblo vasco. Es absolutamente indispensable para ello, como factor de integración y desarrollo, el reconocimiento del euskera como lengua oficial».
Muertos por la libertad
«Tenemos voluntad de reconciliación. No podemos por menos de alegrarnos de la petición de amnistía realizada por el Gobierno. Y sin embargo, debemos constatar que no ha supuesto una solución para nuestro pueblo. No es fácil el tipificar como delitos de sangre acciones cometidas en un contexto muy especial en el que los hechos de fuerza han venido a constituir el derecho, ya que cuando la fuerza causa estado, la fuerza es el derecho». «Nos gustaría poder preguntar a nuestro pueblo, si al igual que hoy hemos tributado homenaje póstumo a los que en épocas pasadas lucharon y murieron en defensa de nuestros derechos y libertades, no merecen nuestra atención aquellos que en épocas más recientes también han luchado y algunos muerto, en defensa de esos mismos derechos y libertades. No creernos en la obligación de pedir a Su Majestad el Rey una extensión de la amnistía que alcance también a aquellos que no han sido contemplados en la petición del Gobierno».
Señaló que la amnistía es una condición previa, pero no suficiente para que el pueblo vasco pueda desarrollarse en paz.
Finalizada la intervención del alcalde, se pidió desde los altavoces que fueran retiradas las banderas vascas que en número superior a 20 se habían ondeado en el trascurso del acto. La petición procedía de las fuerzas del orden público. Terminado el acto, numerosos asistentes se manifestaron en silencio por las calles de Vergara con varias pancartas en las que se pedía amnistía total.
Mientras 25.000 personas se congregaban en Vergara, el Ayuntamiento de San Sebastián celebraba casi a la misma hora, un pleno en el que después de reafirmar su voluntad foralista se adoptó el acuerdo de solicitar del Rey la plena reintegración del sistema tradicional vasco y la necesidad de que los Ayuntamientos estén presentes en la elaboración del texto legal que lo configure.
Las diputaciones, cuarenta años después
Para muchos resulta sintomático que el municipio donostíarra haya esperado hasta el día de ayer para presentar una petición que meses atrás consiguió el consenso de más de 30 ayuntamientos vascos y que se haya hecho coincidir la celebración de este pleno con el acto organizado en Vergara.
También las diputaciones de Alava, Guipúzcoa y Vizcaya recuperaron ayer, de pronto, su vocación foral y después de cuarenta años de olvido decidieron convertirse en convencidas defensoras de las instituciones tradicionales vascas.
La de Alava celebró junta extraordinaria a la 1 de la tarde y las de Guipúzcoa y Vizcaya convocaron sesiones plenarias con invitación especial a sus respectivos ayuntamientos. Varios centenares de personas sirvieron de marco a estas declaraciones oficiales a las que algunos han acusado de oportunismo.
En definitiva, las diputaciones del País Vasco, se han mostrado partidarias, al fin, de que sea abolida la ley de 21 de julio de 1876 y de que se elabore un nuevo texto legal que permita la aplicación de un régimen especial acomodado a las exigencias actuales.
A título de curiosidad final puede añadirse que en el salón de sesiones de la Diputación de Vizcaya se repartió una copia del Gernikako arbola para que los asistentes interpretasen la letra del himno foral por excelencia.
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