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MUSICA

Jornada inaugural del Festival de Jazz de San Sebastián

En la plaza de la Trinidad tuvo lugar el martes la inauguración de la decimoprimera edición de jazz del Festival Internacional de San Sebastián. A la hora de transmitir esta crónica, estoy todavía bajo la impresión del extraordinario público presente en el recinto del festival: bullidor, inquieto, inteligente, abierto a todo tipo de tendencias y sumamente coherente con lo que su juventud exige. El ambiente de la primera jornada del festival hace presagiar una participación creativa muy válida, ya que obliga al músico a una superación que será premiada con el aplauso más sincero y la entrega más justa.Patrocinado por el Centro de Atracción de Turismo de San Sebastián, se materializa esta mostra de jazz gracias al trabajo de un equipo formado por Charo Fernández, secretaria general del certamen, Tomás Hernández, decorador, y Alfonso Benito, regidor, dirigidos todos ellos por el alma mater del festival, Rafael Aguirre-Franco, secretario general del CAT. Ellos han conseguido la presencia de un muy consistente número de músicos profesionales de jazz, entre los que destacan Herbie Hancock, Lionel Hampton, Frank Foster, Benniee Maupin, George Dvivier, John Lee Hooker, etcétera, y de trece grupos de aficionados procedentes de ocho países, que optarán a tres premios correspondientes a las categorías de jazz tradicional, jazz moderno y sree-jazz.

Presentado por Ismael González de Pellicer, se abrió el festival con la actuación de tres grupos aficionados: Acrata, de San Sebastián (formado por Gonzalo Lasheras, guitarra; Ignacio González, bajo y flauta; Fernando Montes, batería, y José Luis Aguinaga, percusión), Koszegi Rhythm, And Brass y Co., de Hungría y, finalmente, Scaniazz, de Suecia. De los tres, el más destacado fue el grupo húngaro que será una de las formaciones a tener en cuenta para el premio en la especialidad de jazz moderno.

Por la noche, primer concierto profesional con los Nice's all Stars, que crearon un jazz muy alegre, vital, extravertido, que encantó al público, sobre todo a partir de la presencia en la segunda parte del concierto de la cantante Carrie Smith, que rayó a una altura extraordinaria. La gran sorpresa surgió cuando en el escenario apareció el batería Jo Jones que había venido como turista y que nos brindó un largo y hermoso solo de más de diez minutos de duración demostrando su conocido dominio del instrumento.

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