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La guerra civil libanesa se vuelve incontrolable

La ocupación del campamento de refugiados palestinos de Jisr el Bacha, en Beirut, por las tropas de los partidos cristianos derechistas, abre de nuevo la posibilidad de una cruenta extensión del conflicto y aumenta incertidumbre sobre su posible solución.Fuentes palestinas afirmaron que más de mil personas resultaron muertas y otras tantas heridas en la toma del campo ayer. Con esta acción, el primer ministro libio, comandante Abdesalam Jallud, que intercedía desde hace un par de semanas entre las facciones contendientes, abandonó toda esperanza y se marchó.

Ayer noche también los ministros de Asuntos Extranjeros árabes convocados con carácter urgente por la Liga Arábe y Egipto debían tomar medidas sobre una situación que a todos parece ya incontrolable.

En Beirut el enviado especial de la Ligal árabe, el egipcio Hassan Sabry el Joly, hombre de misiones delicadas y único mediador que aún continúa en su puesto, afirmó haber logrado un alto el fuego que vendría a ser el 47. Como es habitual, las emisoras cristiana e izquierdista dieron versiones contradictorias sobre él.

Tanto Kamal Jumblatt, líder de la izquierda libanesa, como Salah Jalaf (Abu Iad), «número dos« de la Resistencia palestina, habían advertido que la toma de cualquiera de los dos campos sitiados, Jisr el Bacha o Tal al Zaatar, conduciría a una escalada de violencia sin precedentes.

Sólo 1000 soldados libios, de la propuesta fuerza mixta árabe pacificadora, lograron llegar a Beirut. Los contingentes saudita y sudanés aguardaban a que los otros países concretaran su intención de enviar tropas. Finalmente los mismos soldados sirios vistieron el uniforme de la Liga Arabe y con cascos blancos (no verdes) ocuparon los puestos, que correspondían a las tropas de los demás países.

El contraataque izquierdista ya se inició: el campus de la Universidad Americana de Beirut -fundada hace más de un siglo- ha sido convertido en plaza fuerte desde sus jardines, fuerzas de la coalición de izquierda disparan cañones de 155 milímetros contra la ciudad-puerto de Junieh, capital del cantón cristiano. La histórica localidad de Deir el Kamar, ciudad natal del ministro del Interior, Camille Chamun, está sitiada, y desde la región de Aley, de población druza, se bombardea la ciudad cristiana de Kahale.

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El énfasis puesto en atacar o no determinadas localidades confirma la impresión inicial de que con esta nueva ofensiva, los cristianos tratan de consolidar la creación del «Pequeño Líbano Cristiano»..

Las minorías de Oriente Medio se quejaron siempre de ser maltratadas: la cristiana de Líbano parece ser incapaz de negociar con los otros grupos, con los cuales está obligada a compartir un territorio.

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