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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Inventario provisional del ferial de Basilea

La pintura vuelve a la pintura

Si un nombre propio resume, a manera de eco insistente, la novedad y continuidad de esta séptima edición de la Feria de Basilea, es el de Henri Matisse. Y si valiera una sola de sus obras para proveer de inteligibilidad y sentido (de esencia, en la acepción deleuziana del término) a lo más y mejor de lo en ella expuesto, no sería otra que la Casulla litúrgica, concebida y diseñada por él con destino a la Capilla de Vennces, tal como aparece entonada (en el sobresalto del blanco y del negro) y colgada en uño de los pabellones feriales.A lo largo y lo ancho del tinglado expositivo ha ido escuchando y compartiendo, entre los consabidos dimes y diretes, una opinión harto general o, simplemente, dimanada, stand por stand, de la sensibilidad próxima, del choque inmediato de la contemplación; algo así como el trasfondo de una letanía cuya letra quisiera ceñirse a expresiones de este tipo: «la pintura vuelve a la pintura», «hay un claro predominio de lo pictórico», «los artistas, los viejos maestros y las generaciones novísimas, parecen nuevamente decididos a pintar».

Pintura vieja y nueva

Dos son, a juicio mío, los índices de interpretación de ese común sentir ante la casi totalidad de lo expuesto en Basilea, emparentados ambos con la ejecutoria matissiana. Quiere, de una parte, decirse que la pintura retorna a aquella práctica específica más propia, por inventada, del arte contemporánéo: la abstracción. De otro lado, se viene a aludir a otra innovación no menos característica de la estética de nuestro tiempo: eliminar de la pintura la ilusión renacentista de la tridimensión y concebirla corno riguroso ejercicio en el plano.

La diferencia capital entre la pintura vieja y la nueva radica en que aquélla dedicó sus afanes a al transcripción ilusoria de la tridimensión, en tanto la nueva se hacía rigurosamente plana, puro discurso sobre la superficie del lienzo y fundamento decisivo en la práctica abstraccionismo norteamericano entraña, por el contrario, un fenómeno- nuevo, fundado en la máxima intransigente del plano por el piano.

¿Y no fue Matisse el primero en rehuir la ilusión tridimensional y propiciar con ello el abstraccionismo, aunque él no lo practicara sino al final de sus días? Uno de los mejores propósitos del arte de nuestra edad consistió en liberar del despotismo y manipulación de la conciencia la expresión objetiva de los materiales y del proceso elaborador. De aquí que la primera liberación tuviera forzosamente que afectar al soporte de la pintura, excluyendo de él ilusiones tridimensionales y restituyéndole su genuina condición de supeficie.

La historia entera del abstraccionismo norteamericano (desde la Escuela de Nueva York a la del Pacífico, de Pollock a Still, de Kline a Motherwell, de Rothko a Parker, de Newinan a Noland....) se resume en la austera aceptación del plano por el plano. La nomenclatura misma de que se valieron su Protagonistas (dripping, still, stain hard edge, jaggerd line ...) nos remite: inequívocamente a aquellas concretas operaciones que se realizan sobre una superficie: manchar chorrear, trazar líneas suaves o violentas, rectas o quebradas.

El abstraccionismo americano

Me resulta irnprescindíble este largo preambulo para dejar dicho algo acerca de lo visto y comprobado en la recién claustirada Feria de Basilea: el decidido reterno a la pintura, la consecuente desaparición de lo'no pictórico (happening, video, minimalismo, arte conceptual ... ) el eclipse de aquellas prácticas viejas, aun con nuevas etiquetas, como el nefasto hiperrealismo y el pop. decadente.... y la resurrección, en sentido contrario, del abstraccionismo y la planimetría por parte de los maestros de ayer y de lasjóvenes generaciones.

No deja de ser sintomático y confortante que los otrora jefes de fila del neodadáismo y del pop, como Rauscheraberg, Johris, Lichtenstein, acudan ahora al ejercicio abstraccionista, el uno a través de telas y papeles semitrarisparentes de no oculta ascendencia oriental, el otro destruvendo ol dato de las apariencias, Y elevando el terero al universo de la no-figuración el granulado multicolor derivado de la imprenta, que antes sirviera de telón de fondo a la gracia de sus comics: la vuelta decidida al hecho pictórico, plano y abstracto.

Tampoco es mal síntoma que Motherwell decida, dentro de la tendencia abstraccionista que siempre militó, olvidar la posible monotonía del grafismo para darse con nuevos bríos a la creación de unas pinturas y collages absolutamente planos y rebosantes de ¿olor, o que Olistki acentúe aún más la superficie y la abstracción de sus campos cromáticos. Son legión, tras ellos, los actuales pintores americanos que ofrecen. en Basilea ejemplos semejantes de elisión tridimensional y figurativa: Mangold, Hill, Poons, Bosser, Tworkov, Sturman, Zeniuk...

El abstraccionismo europeo

La sorpresa quizá haya venido de Europa. Como despertando del sopor informalista y de la dudosa asimilación de otras tendencias posteriores, los pintores italianos (Ortelli, Lucio Pozzi, Guarneri ... ), austríacos (admirable, la obra de Rainer), ingleses, holandeses... y especialmente alemanes (Beuys, Hofschen, Girke, Noel, Rener, Rosse,. Badurá, Graubner... reunían, en su diversidad, un verdadero muestrario del neoabstracionismo, llegando la obra del citado Graubner a entrañar uno de los alicientes más explícitos de la Feria.

Y la gran decepción nos la ha producido Francia. La liberación del soporte y la autonomía de la superficie, tan propios de la nueva abstracción como dimanados de las experiencias de su paisano Matisse, parecían ofrecer un incentivo singular a esos jóvenes franceses que se agrupaban bajo la advocación, concretamente, de support-surface. Pues bien, ni ha concurrido la galería Daniel Templon, su patrono, ni yo he logrado descubrir más que dos obras de Louis Cane y una sola de Marc Devade, brillando por su ausencia el resto de los correligionarios.

Entonada en blanco y negro y sencillamente colgada de una percha, la Casulla de Matisse era algo más que un símbolo, a juicio mío, de lo expuesto en Basilea; concentraba, también, el reclamo de un origen genuino y el ejemplo anticipado de la hoy tan pregonada relación soporte superficie. ¿Otros nombres y otras resonancias? El de Barnett Newrnan y la latencia de su portentosa síntesis cromático-formal en la mayor parte de las nuevas propuesta abstracciones, tan copiada como silenciada por algunos de los presuntos pioneros.

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