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El nuevo maniqueismo: libertad o socialismo

Hay muchos que creen que la polilla más peligrosa del cristianismo auténtico fue el constantinismo, o sea la recuperación, por parte del poder temporal, de la independencia crítica de la Iglesia. Sin embargo, yo creo que la peor de todas las polillas del cristianismo -y, por ende, de la civilización occidental- ha sido el maniqueísmo. A mitad del siglo III , Maniqueo se proclamó el último y mayor de todos los profetas y ofreció a los hombres el mensaje más fácil de asimilar: el mundo está dividido por una rígida frontera entre el bien y el mal. Depende de cada época y de cada coyuntura la definición de lo que es bueno y de lo que es malo para poder apoderarse de la masa humana que se adhiera a lo uno o a lo otro.Digo esto, porque acabo de leer en el querido colega vespertino Informaciones (9-6-76) unas declaraciones , interesantes del soviético autoexiliado Leonid Pliusch. Como muy bien dice el cronista, no se trata de Solyenitsin. Pliusch es un matemático, refugiado en Francia desde hace varios meses, y se dedica ampliamente a sus tareas dentro del Comité Internacional contra la represión, recientemente formado. Pliusch reconoce fríamente que en la URSS la represión ha sido y sigue siendo un hecho: él mismo ha sido víctima de ella. Pero lo más interesante es que sigue siendo un considerado, comunista o, mejor, neocominista. «El marxismo afírmano es un sistema cerrado, sino abierto, que debe estar en marcha, pues si no ya no sería marxismo. Los partidos que no critican su pasado ya no son comunistas ».Al mismo tiempo que esta noticia recibo el último número del Boletín del Patriarcado de Moscú, que puntualmente recibo cada quince días, en su versión inglesa, por cortesía del actual patriarca de Moscú y de todas las Rusias, a quien conocí y traté en Jerusalén, hace ya más de veinte años. Pues bien, la lectura del Boletín del Patriarcado de Moscú me da una impresión paralela de la que ofrece el doctor Pliuschen su crítica del Partido Comunista de la Unión Soviética.En la Iglesia rusa parece que no pasa nada: solamente hay nombramientos de nuevos archimandritas, encuentros ecuménicos de lo más pintoresco, telegramas de adhesión al Kremlin con motivo de las grandes efemérides de la Gran Patria Soviética y fastuosas celebraciones litúrgicas que no han cambiado nada desde hace mil años. De contestación profética nada de nada.

Maniqueísmo

Por el contrario, en este nuestro Occidente, andamos a las greñas unos con otros porque todavía no hemos superado el maniqueísmo, que se manifiesta sobre todo en estos binomios: socialismo- libertad, comunismoreligión. Se intenta utilizar la fuerza atractiva del neomaniqueísmo, aduciendo ejemplos inválídos, como el de que en los espacios donde el socialismo ha vencido, la libertad ha muerto o agoniza. Igualmente, desde ciertas cátedras sagradas se predica con tonos casi histéricos que los avances del socialismo (incluso no marxista) son como los cuatro jinetes del Apocalipsis, que amenazan este mundo feliz de la vieja cristiandad.

En esta nueva formación del maniqueísmo socio-político (que en el fondo es fatalmente religioso de alguna manera) vamos viendo alguna esperanza. Y una muy signifícativa es que, por lo que parece, ni Raniero Lavalle ni Mario, Gozzini, ni Carlo Pratesi tendrán que emigrar, no ya del suelo italiano, sino del espacio estrictamente católico, por el hecho de haber cometido la travesura de aceptar la candidatura de independientes a cargo del Partido Comunista italiano en las próximas elecciones.

A esto se añade que don Manuel Fraga acaba de declarar al semanario italiano Il Settimanale que, si los comunistas españoles se portan como buenos chicos, les dejarán compatir la misma paella que están deseando saborear el resto de los celtíberos (sin excluir a los Piñar´s boys..., sí también son buenos chicos).

En una palabra: en esta danza de los desiguales para hoy, habría que excluir únicamente. al señor Maniqueo. Y no ciertamente por culpa nuestra, sino porque sus principios se lo impiden intrínsecamente.

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