"Saló", la última película de Passolini, con dificultades en París
Los expertos aseguran que el hecho no tiene precedentes, al menos comercialmente: el éxito de una película es la causa de su ruina. Desde el pasado domingo la última obra del cineasta Italiano asesinado, Pier Paolo Passolini. Saló o los 120 días de Sodoma, ha sido retirada por orden de las autoridades, de cuatro de los cinco cines que la exhibían. Hace cinco meses la película fue presentada en el Festival de París, sin que llamara la atención de la crítica.
Las dificultades para su proyección pública no escasearon: las tres cuartas partes de los miembros de la comisión de censura -de carácter consultivo en Francia- recomendaron al ministro responsable, señor Guy, la prohibición total, pero el ministro se mostró mas permisivo y pactó con la distribuidora del filme, bajo ciertas condiciones, entre las que se incluían la de no estrenarla antes del final del Festival de Cannes, no hacer publicidad fotográfica y que se exhibiera sólo en París, en un circuito restringido de cines.
Todo se cumplió como estaba acordado, y dado que al terminar la primera semana de proyección en un sólo cine, las colas eran descomunales, cuatro locales más la exhibieron en sus pantallas. Los llenos totales que se producían en cada sesión alcanzaban el 102 por 100 de la capacidad de las salas. Por este motivo, el mismo ministro de la Cultura solicitó a la distribuidora de Saló, que en lo sucesivo solo la proyectara en un local, y únicamente en París.
Saló o los 120 días de Sodoma, evoca la descomposición del fascismo. El realismo erótico-aterrador de sus imágenes produce múltiples traumatismos psíquicos en los espectadores. En Alemania e Italia la película está prohibida, mientras que en los países nórdicos se proyecta con normalidad, para los mayores de 16 años.
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