Mucha literatura en torno a la madre y pocos derechos
El dos de mayo pasado se llevó a cabo una manifestación en Barcelona. Convocada y realizada por mujeres, apoyaba una maternidad libre y responsable. La cuestión planteada evidencia una serie de cosas. Lo primero de todo: ¿Cómo es posible que a estas alturas, las mujeres, y concretamente en este caso las mujeres que se encuentran ante la gracia o la desgracia de tener hijos, continúen estabilizadas en una situación tan discriminatoria?Tan discriminatoria para ellas, tan revulsiva para los propios hijos, pues trae para ellos consecuencias negativas, y tan ofensivas para el hombre, al fin y al cabo, al menos para el hombre que respeta y quiere el derecho a la igualdad.
Al primer domingo de mayo se le quiere dar, para la madre y en círculos familiares, un carácter especial el día de la madre. Regalos, felicitaciones y besos. Y besos y besos, pero sobre todo regalos, pues hay que comprar y consumir, y la mujer es un especial elemento vulnerable para estas cosas. Pero si bajamos a terrenos concretos, nos darnos cuenta que la situación de la madre es especialmente negra.
Madre no hay más que una, es cierto, la madre es sagrada, los deberes de la maternidad son intangibles. ¿Pero que hay de la patria potestad? ¿Qué hay del derecho sobre los hijos? ¿Quién decide sobre ellos? ¿Quién tiene el verdadero poder? Desgraciadamente, no ambos, corno podría deducirse de la literatura y de los regalos, sino que la patria, potestad pertenece al padre. Una cosa tan grave como ésta, que el poder de la última decisión la tenga sólo él, uno de los constituyentes de la pareja, no ha sido suprimida en la última reforma jurídica sobre la. mujer que se hizo en 1975.
Y si es cierto que el concepto de maternidad tiene un destino y significado tan alto. en nuestra cultura ¿Por qué se discrimina a los hijos y son tratados de manera tan distinta en relación a su estado legítimos, naturales e ilegítimos? En realidad, la discriminacíón que sufre el niño está en función del estado de los padres -casados o solteros- y en función, sobre todo, de si el padre lo reconoce o no.
Cabría preguntarse también si la maternidad es un papel asumido libre, consciente y responsablemente. Sobre todo, si se dan, en nuestro país, las condiciones necesarias para que sea así. Si el número de hijos y el espacio cronológico de su nacimiento proviene de una planificación racional y querida por el matrimonio, en función de sus deseos y de sus posibilides, o bien a menudo es una auténtica obligación, más o menos asumida, que se impone. Hijos del azar o de la ignorancia. ¿Existe la información suficiente para que los matrimonios, de cualquier clase social de donde vengan, sepan sus posibilidades y recursos, para llevar a cabo este control? A pesar de que el Concilio Vaticano dijo que «la sexualidad no tiene como función principal la procreación sino la complementaridad de la pareja», no parece que esta idea haya sido aceptada en su totalidad. Esta idea implica separarlas relaciones de la pareja con la idea de procreación lo que vendría a repercutir en un conocimiento claro de los medios que puedan controlar la concepción y en un fácil acceso a ellos. Esto es indispensable para que la mujer sobre todo, pueda disfrutar libremente de su complementariedad con la pareja. Muy al contrario, es víctima o bien de la ignorancia o bien de los prejuicios e, incapaz de evitar el mecanismo relaciones sexuales-nacimiento del hijo, se siente amenazada y no logra disfrutar con la espontaneidad y la entrega suficientes.
En una situación así, con una maternidad tan obligada o tan dejada llevar al si Dios quiere, y, por otra parte, tan sometida y tan maniatada respecto a su derecho sobre los hijos, difícilmente puede entenderse el día de la madre sino es, o bien como espoleta para vender más, o bien como respaldo y justificante de una imagen, caduca, de la maternidad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.