El premio Sésamo, desierto
Escasa calidad de las obras presentadas
Por la escasa calidad de las obras presentadas a la XX edición del premio Sésamo, el jurado decidió dejarlo desierto y acumular las 50.000 pesetas con que estaba dotado a la edición del próximo año.
El jurado estaba formado por Juan Antonio Cabezas, Ramón Nieto, Alfonso Grosso, Juan García Hortelano, Javier Osborne, Agustín Delgado, Miguel Angel Molinero y Ramiro Cristóbal, que actuó como secretario y las deliberaciones hubieron de posponerse desde el final del pasado año hasta el comienzo del mes de mayo, a raíz del accidente que sufrió el promotor del premio, Tomás Cruz.Conversamos con Ramiro Cristóbal, de treinta y cuatro años, licenciado en Ciencias Políticas y periodista. Dirige la editorial El Espejo. «El criterio para declarar desierto el premio ha consistido en que el jurado estima insuficiente las 88 obras presentadas, a tenor del nivel logrado en ediciones anteriores. Si tenemos en cuenta que casi todos los premiados con el Sésamo han logrado destacarse en el mundo de las letras es evidente que el caudal de exigencias requerido por el tribunal ha de ser elevado.»
«No puede hablarse de preferencias temáticas. Fundamentalmente cabe hablar de preferencias estilísticas, pues el hecho de que se trate de un premio de novela corta favorece esta tendencia, que se convierte en una constante preocupación por parte de los concursantes de este año. Ha habido muchos noveles y, junto a obras de cierta calidad, han coexistido piezas homologables, a diarios íntimos con interés meramente subjetivo. En líneas generales cabe decir que se aprecia una influencia muy acusada de James Joyce en cuanto a las exposiciones en forma de monólogo visceral, introspectivo, al igual que una marcada tendencia hacia la adopción de códigos estilísticos similares a los de la narrativa suramericana.»
«Sí se da, y esto no es patrimonio exclusivo de las obras presentadas al Sésamo, sino a todos o casi todos los premios literarios, un lugar común en los nudos temáticos y en las situaciones que atraviesan los personajes de novela. Este lugar común -creo- viene a ser la falta de alternativa a las situaciones que se refieren; casi siempre se trata de hombres angustiados y en circunstancias incapaces de provocar su trascendencia, un nuevo tipo de soledad con ciertos atisbos donde se aprecia la huella de Camús, si bien el existencialismo y la angustia se ven ahora desustanciados hacia nuevas formas con contenido diferente. Por otra parte, se da también un ascendiente muy notable de la técnica cinematográfica y periodística. La utilización del flash back -alternancia de imágenes retrospectivas y actuales- encuentra su parangón en la novela y en la narrativa, así como la explicitación de datos escuetos, exposiciones estrictamente informativas y expresiones cargadas de concisión.»
«Estos efectos de la competición que el cine y el periodismo sugieren, se ven con claridad en los nuevos volúmenes, y existen casos en los que se ha logrado una novela de calidad a través de la superación de esta competición, de este fuerte mimetismo. La soberbia novela El caso SavoIta, de Mendoza, puede constituir un ejemplo. Por cierto, se acaba de dar luz verde a otra obra inmersa en estilo y sustancia similares, aunque profundamente distinta y magnífica también. Se trata de El zorro enterrando a su abuela debajo de un árbol, de Eduardo Chamorro, pieza censurada y congelada en 1972. La censura ha levantado la prohibición y está ya editada.»
«Como dato diré que la seriedad del jurado ha llegado hasta el punto de la redacción de informes sobre todas y cada una de las 88 obras presentadas. Los debates han sido largos, pero el criterio final ha sido unánime.»
Según ha sabido EL PAIS, doce obras pasaron a una pre-final y dos de éstas compitieron por el premio.
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