El cuarto no era burriciego
A la salida del cuarto toro se desencadenó la protesta general por considerar el público que el animal era burriciego. Los gritos del respetable se convirtieron en bronca a la presidencia al ver que el toro no era devuelto a los corrales.El animal no estaba reparado de la vista, su único defecto era su extremada mansedumbre. De salida entraba a los Capotes punteado y echando las manos por deIante, queriendo defenderse y saliéndo suelto.
La suerte de Varas fue la clásica de un buey: carreras de picador a picador, oleadas de los de a pie y saliendo de Ia suerte huyendo y biotandose. Un manso que requería una lidia adecuada, que no es bonita pero tiene el mérito de dominar al animal preparándolo para la muerte.
La presidencia, con gran sentido y aplicando el reglamento, no devolvió al toro, porque un manso no puede ser devuelto a los corrales.
Los toros burriciegos se comportan de forma distinta a como lo hizo el AP de salida. El toro reparado de la vista acomete con una arrancada descontrolada y peligrosa, pero arrancada al fin; en ocasiones, acude a la voz y sigue el capote o la muleta por el sonido que hace el engaño al rozar con la arena, pero nunca hace las espantadas que hizo el cuarto toro de ayer. El aficionado tiene que acostumbrarse a este tipo de toro y aceptar su lidia de buen gusto, siempre que esta sea hecha con conocimiento, técnica y arte.
Las corridas siempre deben de tener un aliciente para los buenos aficionados.