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Otra acción cubano-soviética en Africa no será inmediata

Después del éxito de la intervención cubano-soviética en Angola, los observadores se preguntan sobre las prioridades actuales de la política de Moscú en Africa y sobre los medios con que cuenta para llevarlas adelante. Este tema habrá sido discutido sin duda con Raúl Castro, ministro de Defensa cubano, cuando fue recibido la semana pasada por el máximo dirigente soviético, Leonid Breznev.El hermano del Primer ministro cubano asistió en Moscú a los funerales del mariscal Grechko y a las conmemoraciones del Primero de Mayo. En el lacónico comunicado sobre la visita de Castro se dice simplemente que, durante la entrevista con Breznev, se trataron temas referentes a la amistad cubano-soviética y a problemas internacionales de interés mutuo. La discusión sobre el tema de Africa debe haber sido muy importante.

Todavía permanecen en Angola unos 13.000 soldados cubanos. ¿Qué van a hacer ahora estas unidades militares experimentadas? ¿Van a quedarse en la antigua colonia portuguesa o volverán a Cuba? ¿Intervendrán en Rodesia o en Namibia? Por el momento no se conocen los planes conjuntos soviético-cubanos, pero se considera probable que esperarla a ver -como se desarrollan los acontecimientos en Africa austral antes de adoptar una decisión sobre el futuro empleo de las tropas cubanas.

Sin duda, en La Habana y Moscú se sigue con gran atención la situación africana y sus posibilidades. Esa atención se manifiesta en una multiplicación de los contactos diplomáticos de los dos países socialistas con países africanos.

Hace poco, Raúl Castro visitó Angola y en el curso de este mes serán recibidos en el Kremlin el presidente de Mozambique, Samora Machel, y el primer ministro angoleño, Lopo do Nascimento. Pocos días antes de su muerte, el mariscal Grechko recibió al ministro de Defensa de Mozambique, con el que, sostuvo largas conversaciones.

Es muy probable que durante este encuentro se estudiase. la posibilidad de una acción coordinada contra Rodesia y contra el dominio sudafricano de Namibia. Ahora bien, el presidente Samora Machel no es muy partidario de permitir el estacionamiento de especialistas soviéticos y soldado s cubanos en su territorio para desencadenar una guerra contra Rodesia, aunque aprobó la intervención de los dos países socialistas en Angola.

Los soviéticos consideran que una intervención armada es indispensable para derrocar al régimen minoritario blanco de Salisbury. En Pravda se afirmaba que, después de los preparativos bélicos del Gobierno de Smith, no se ven posibilidades de llevar a la razón al régimen racista rodesiano. El diario del Gobierno, Izvestia, escribía recientemente que es un deber internacional del momento la eliminación completa del racismo y el colonialismo en Africa.

Sin embargo, esas declaraciones no significan necesariamente, que Moscú esté decidido, de una forma inmediata, a comprometerse en otra acción masiva como la de Angola. A pesar de lo desacreditados que están los regímenes minoritarios blancos de Africa -lo que facilitaría una empresa de ese tipo- el Kremlin no puede olvidar que Estados Unidos no permanecería indiferente ante un tal paso.

Algunos comentarios aparecidos en la prensa soviética más reciente denotan ya una preocupación por un endurecimiento de la opinión pública norteamericana en relación con la Unión Soviética.

Una nueva intervención cubano-soviética en Africa haría disminuir aún más el ya bastante deteriorado, concepto de la detente, en el cual está sumamente interesado el equipo Breznev, tanto por motivos políticos como psicológicos.

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