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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los cuarenta principales

Muerto el Caudillo, soy consejero nacional hasta los 75 años, al haber sido nombrado por su libre designio y consecuentemente, pienso seguir luchando por su obra y al dictado de su último mandato.» Con estas palabras, uno de los consejeros nacionales de designación directa del Jefe del Estado -los famosos cuarenta de Ayete- explicaba hace unas semanas cuál era su posición personal ante la posibilidad de que se quisiera llevar a cabo una remoción de dichos consejeros.Si los propósitos dé permanencia de este futuro senador se cumplen, ejercerá su cargo hasta el año 2.009. El proyecto de Ley de Reforma Parlamentaria aprobado ayer por el Consejo de Ministros para su envío a las Cortes, al margen de otras lagunas y errores que en su día comentaremos, y al margen también del indudable paso adelante que constituye la existencia de diputados y senadores elegidos por sufragio universal, establece la permanencia casi vitalicia -lo serán hasta que cumplan setenta y cinco años- de dichos cuarenta consejeros nombrados por el general Franco.

Una reforma parlamentaria que aspire a ser verdaderamente democrática es difícilmente compatible con estas concesiones al pasado. Es lógico que en una Cámara alta exista una pequeña porción de senadores que puedan ser designados por el Jefe del Estado en virtud de sus relevantes servicios al país. Esta posibilidad ya se contempla en el actual proyecto de Ley, pues junto a los cuarenta de designación franquista existirán otros treinta de designación real. Pero aun estas designaciones deben estar sometidas al límite de tiempo de la propia legislatura para la que sean nombrados.,Por más leyes que se firmen en este país ninguna podrá parar a las propias de la naturaleza. El tiempo es una realidad tangible, y legislar contra la historia es dedicarse a perderlo. Pensar que las generaciones actuales van a aceptar de buen grado ser gobernados como las generaciones pasadas decidieron hace casi medio siglo que lo fueran, es una ingenuidad, pero también una actitud dañina para la nación.

Pero hayalgo más que conviene añadir. La permanencia de los cuarenta de Ayete en el Senado que además tendrán notable presencia en el Comité de Vigilancia del mismo-, y la existencia misma de un Senado con excesivas atribuciones, ponen en peligro la posibilidad de articular una democracia real. No es aceptable que dichos cuarenta consejeros defiendan las normas y las prácticas de la democracia, cuando durante tantos añoá las han vulnerado, atacado y hasta menos preciado públicamente, y cuando de manera tan antidemocrática han llegado a ocupar sus puestos. Pero en cambio, es reconocible en la gran mayoría de ellos su patriotismo, y su dedicación a Fspaña. Por eso pensamos que una vez más pueden y deben dar muestras de su capacidad de entrega por el bien del país y saber poner a disposición del Rey, cabeza suprema del Estado, sus prerrogativas y sus privilegios. Una actitud así diría mucho en favor de sús cualidades políticas y personales.

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