Que empiecen los Juegos de las mujeres

Los veré desde casa. Esa es la respuesta a la pregunta que me han hecho infinidad de veces desde hace unos meses para acá. ¿Vas a ir a París? No, veré los Juegos Olímpicos, por primera vez en cuarenta años, desde casa.

He disfrutado de ellos, los he vivido, tanto los de verano como los de invierno, desde que pisé una edición por primera vez: fueron los de Seúl 88 y, desde entonces, los he vivido todos desde dentro. Es apasionante para todos aquellos que vivimos el deporte con la intensidad con la que yo los vivo.

Y voy a prestar atención, especialmente, a las mujeres. Por primera vez el equipo olímpico español lo componen más mujeres que hombres y no es el único país en el que ocurre esto. Tokio 2020 tenía que haber sido la edición con una participación igualitaria pero la pandemia lo echó por tierra, como tantas otras cosas y no se dio esa circunstancia, pero en París 2024 se da.

Un día antes de la inauguración debutará, por primera vez en la historia, la selección femenina de fútbol que se estrenará en una cita olímpica y lo hará con el mejor equipo contra Japón. Estaré pendiente.

Quiero seguir a Teresa Portela, una subcampeona olímpica en Tokio y que disputará sus séptimos JJ OO. Solo Jesús García Bragado ha participado en más que Teresa.

Estaré pendiente de los equipos españoles que, salvo en rugby y voleibol, se han clasificado en todas las disciplinas posibles: baloncesto, balonmano, hockey hierba, baloncesto 3x3, waterpolo y fútbol.

El día 28 quiero ver a Simone Biles de nuevo en unos JJ OO. ¡Cuánto ha hecho esta mujer por la salud mental en el deportista! Se merece el gran éxito que no pudo conseguir en Tokio porque priorizó su bienestar antes que la gloria olímpica.

Quiero ver a Carolina Marín luchar por las medallas: sus rodillas y su determinación están aguantando para ese fin. No me perderé los triples saltos de Ana Peleteiro ni las bajadas de otra veterana, Maialen Chourraut, que va a por sus quintos Juegos y en busca de su cuarta medalla.

Ni a la tiradora Fátima Gálvez, campeona olímpica en Tokio, que también sabe lo que es la cita olímpica. De la vela también espero buenas actuaciones de Támara Echegoyen, de Gisela Pulido, de Antía Jacome y María Corbera en C2, de las golfistas Azahara y Carlota, de Belén Toimil en peso, de las gimnastas de artística, especialmente de Anita Pérez, a la que la nevada Filomena le causó un estropicio en sus tobillos del que le ha llevado su tiempo recuperarse.

De Polina Berezina de gimnasia rítmica, que ¡por fin! ha conseguido su sueño olímpico porque se quedó a las puertas en Tokio. Y de Alba Bautista, una peleona. Y del conjunto, llevado con mimo por la seleccionadora, Alejandra Quereda, que ya sabe lo que es una plata olímpica porque se trajo una de Río y quiere llevar al equipo al que ahora entrena al podio. Hay buenas perspectivas.

Y espero mucho de las tres marchadoras, en especial, de María Pérez, que competirán el día 1, y también, en atletismo, de Fátima Diamé en longitud. Y seguiré de cerca a la jovencísima Adriana Cerezo, que dio la campanada hace tres años consiguiendo la plata olímpica en taekwondo y sigue siendo una de las favoritas. Y otra de las muchas leyendas extranjeras será la baloncestista estadounidense Diana Taurasi, que a sus 42 años disputará sus sextos Juegos y que busca su sexto oro olímpico. Nadie ha podido con el equipo de EE UU de baloncesto hasta ahora con la jugadora en sus filas.

Me encantaría ver a los equipos españoles compitiendo en la segunda semana porque eso significa que han pasado la fase de grupos y están en las rondas finales y quién sabe si disputando semifinales y final, es decir, las medallas.

Y del agua, las nadadoras, especialmente de la natación artística y de María de Valdés en aguas abiertas.

En fin, que me van a faltar horas para seguir todo lo que quiero y voy a disfrutar los Juegos Olímpicos como si estuviera en París. La lejanía kilométrica no significa melancolía. Sigo pensando que la cita olímpica es la mejor experiencia profesional que he vivido, de la que he aprendido tanto personal y profesionalmente y que me ha dado tanto que por eso llevo los aros olímpicos colgados en mi cuello.

¡Pongámonos cómodos y que empiece la fiesta!

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