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Ana Peleteiro: “En España hay racismo, y se ha visto”

Entrevista a la campeona de Europa de triple salto, que reivindica su rabia, su deseo de ser artista, líder, capitana, voz de los que no se atreven a hablar, su competitividad, su esperanza de un mundo mejor, el ansia de gloria, del oro en los Juegos de París

Ana Peleteiro, en una sesión de fotos para S Moda, el año pasado.
Ana Peleteiro, en una sesión de fotos para S Moda, el año pasado.
Carlos Arribas

Gradas de mármol de Carrara. Tan blanco, tan ario todo. Sesenta estatuas de cuatro metros, colosales, mussolinianas. Construido en los años 30 para la Escuela Fascista del Deporte. Ana Peleteiro (Ribeira, A Coruña; 28 años) no admite que los supremacistas se apropien de los ideales de belleza. La reclama para todos. “Es el estadio más bonito que he visto”, dice, deslizando la vista por todos los contornos del Stadi del Marmi, su imitación del clasicismo grecorromano, donde se ha ejercitado antes de proclamarse campeona de Europa en el vecino Olímpico de Roma. Allí habla y se reivindica el día siguiente, su rabia, su furia, su deseo de ser artista, líder, capitana, voz de los que no se atreven a hablar. Su competitividad. Su esperanza de un mundo mejor. El ansia de gloria, del oro en los Juegos de París. “Como digo yo siempre en inglés”, afirma, “big things are coming” o lo mejor está por venir.

Pregunta. Antes de los Europeos, usted denunció que sufría acoso en las redes, insultos racistas, como un gran número de deportistas negros en España.

Respuesta. Siempre dije que España no era un país racista, que era un país clasista, y la verdad es que no. Hay racismo y se ha visto.

P. ¿Qué hay que hacer, entonces, callar?

R. La gran mayoría, que no somos así, tenemos que combatirlo con argumento y con educación. Que es lo que a ellos les falta. Y me jode que siempre, la verdad, quise como hacer oídos sordos a esta corriente fascista que está habiendo en toda Europa. Porque la minoría, aunque sea minoría, hace ruido y eso es una realidad. Yo, con el amor propio que tengo y la seguridad de mí misma que tengo, aunque me digan que no soy española, me entra por un oído y me sale por otro, porque sé que es mentira. Pero hay mucha gente que no, y por todos aquellos que a lo mejor no tienen ese valor o que a lo mejor no se pueden enfrentar a algo tan gordo y mentalmente tan difícil de afrontar antes de un campeonato, si lo puedo hacer porque en ese momento la gente nos está mirando, pues lo voy a hacer. Y no me da miedo.

P. ¿Quiere ser un referente social, de compromiso, también, no solo deportivo?

R. A ver, yo no me considero una referente, aunque sí que es cierto que soy un poco la imagen del atletismo de España y tengo un altavoz que ningún atleta tiene en España, y pocos deportistas. Y mientras sea por una causa buena, ese altavoz se debe usar. No lo usé por mí, porque a mí esos comentarios son algo que no me afecta. Sé que son mentiras y sé que los hace gente que, aparte de mucho tiempo libre, ojalá tener ese tiempo libre, tiene mucho odio, mucho enfado. Son posiblemente gente muy frustrada en sus vidas, que no tiene ningún tipo de cariño y amor en sus casas, con lo cual me dan más pena ellos que el propio insulto, pero hay otra mucha gente que no vive esos insultos de la misma forma, y yo creo que teniendo ese altavoz, tengo que obrar.

P. ¿Quiere ser una líder?

R. Me encantaría ser la capitana del equipo. Es algo que creo que nunca he dicho. Veo a Gianmarco Tamberi, que es el capitán de Italia, y yo creo que no es el más longevo, y no sé por qué es capitán, pero a mí me encantaría ser la capitana del Team España, aunque por ahora le toca a Esther Guerrero. Y ya que no soy la capitana, pues por lo menos doy voz y reivindico cosas que considero que merecen ser reivindicadas.

P. El domingo pasado, mientras usted saltaba por el oro en unos Europeos, se votaba en toda Europa. Los resultados muestran un gran crecimiento de los partidos ultraderechistas, con ideologías abiertamente racistas, supremacistas, antisociales. ¿Le preocupan esos resultados?

R. Sí, me preocupan, por supuesto que me preocupan, y más teniendo una hija. Claro que me preocupan.

P. Con millones de personas pensando así, el futuro puede ser muy duro…

R. No creo que sea más duro. La gente no va a permitir que eso se haga realidad. La historia tiene que servir para ser conscientes de lo que realmente eso significa y no permitir que esos nos gobiernen. Yo espero y deseo que se luche, que la gente vote y que se pelee por los derechos humanos, sobre todo.

P. Curiosamente, da la sensación de que esa rabia, ese cabreo interno, le viene bien, porque le alimenta la furia competitiva…

R. Sí, 100%. Una gran parte de la medalla fue gracias a todo eso. Y grité, ¡viva España!, más que en toda mi vida. Y aparte había muchísimos españoles animando mogollón y superbien. Yo creo que algunos estaban medio borrachos y estaban ahí como supergraciosos. Interactué muchísimo con ellos y disfruté mucho del momento, la verdad.

P. ¿Pesó más la rabia que el amor a su hija Lúa?

R. No, no, no es lo mismo. Mi niña es el 100% mi motor, pero sí que es cierto que, bueno, esa rabia... Yo siempre le digo a mi federación, hacedme alguna putadilla, o así, antes de un campeonato, que me viene bien. Lo que pasa es que ahora mi relación con la federación está en un buen momento, y si ellos no me dan la patada tengo que buscarme yo el pique por otros lados.

P. ¿Por qué compite? ¿Qué busca, dinero, poder, honores?

R. No compito por dinero, nunca he pensado en el dinero y por eso solo salto en los campeonatos. El día que lo haga por dinero, será el día que lo deje de hacer, porque no merece la pena. Si fuese para ganar millones y millones como se gana en el fútbol, te digo que sí, pero es que no es el caso. Compito por títulos y por medallas más que por récords. Los récords me importan más bien poco.

P. ¿Qué le dan las medallas que no le pueden dar los récords?

R. La gloria, ese momento de oxitocina que solo viví el día de mi parto, o sea, que se te erice la piel. En el atletismo se gana dinero, pero solo si se tienen resultados deportivos, si ganas medallas. Sin ellas no es un deporte gratificante.

P. ¿Le motiva también competir para demostrar quién es la jefa? ¿Se siente la jefa en el saltadero?

R. No, no, en absoluto, en absoluto. Me gusta competir porque me gusta actuar, hacer un show para y por el público y que la gente disfrute y que den palmas y se dejen decirles que se paren y que cambien de ritmo. Mi profesión frustrada es ser cantante. El otro día estuve en el concierto de Taylor Swift y yo decía, es que yo quiero ser esto, tío, en plan, yo quiero ser esto.

P. ¿Taylor Swift?

R. Cuando estamos en una pista con 40 o 50 mil personas, no canto, pero hago algo que me está todo el mundo mirando. Es un poco ese momento de artista que no he podido disfrutar profesionalmente, pero tengo esto que de vez en cuando lo vivo y es maravilloso.

P. No hay artista que no se sienta la boss…

R. Pero tampoco considero que sea la jefa, ¿eh? Sí, me gusta que tengan los ojos puestos en mí. Me gusta. Y no es algo que me ponga nerviosa, sino todo lo contrario.

P. ¿Después de esto, no le pone nerviosa pensar en los Juegos de París?

R. No, no, yo no conozco el nerviosismo. El nerviosismo que yo conozco es mi gasolina.

P. ¿Presiente que va a triunfar?

R. No, en unos Juegos tú nunca puedes ir segura de nada. Tienes que ir a luchar y a la guerra, a la Bastilla. No puedes ir tranquila en ningún momento porque a lo que te tranquilizas viene una, te hace marca personal y te comes los mocos. Nada está garantizado en esta vida. Yo tengo que ir a hacer mi competición y no pensar en las demás.

P. ¿Pero sí pensará en el oro?

R. Claro.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
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