Ana Peleteiro: «No somos un país racista, sino clasista»

La atleta gallega Ana Peleteiro, de 27 años, bronce en triple salto en los Juegos Olímpicos de Tokio (2020), vuelve a las pistas y a la competición cinco meses después de dar a luz a su primera hija, Lúa, por cesárea. “El cuerpo de la mujer es la bomba. Me cuidé en el embarazo, pero también me di mis lujos. Cogí el posparto un poco desganada, pero un día me motivé y me encuentro mejor que nunca”. Uno de sus tatuajes le recuerda, precisamente: “Prohibido rendirse”. Está feliz, preparando su boda con Benjamin Compaoré, también atleta. Viven en Guadalajara, pero aún tira la morriña. Dentro de 10 años se ve ligada al deporte y la salud desde el mundo empresarial “y en Galicia, cerca del mar”. En Vigo, la ciudad donde casi siempre es Navidad, tiene una clínica de podología.

Aunque cada vez son más, aún muchas deportistas de élite posponen la maternidad hasta el final de su carrera. ¿Por qué cree que ocurre y por qué decidió ser madre ahora?

Uno de los motivos es porque creen que no van a tener apoyo. A mí me ha sorprendido mucho y estoy superagradecida por las ayudas que me están dando tanto en el Consejo Superior de Deportes como en mi federación. Te cubren, por ejemplo, si necesitas contratar a alguien para que cuide de tu bebé mientras entrenas. Me parece importante visibilizarlo porque hay mucho miedo y desinformación. En mi caso, yo ya había conseguido uno de mis sueños, que era ser medallista olímpica, y el siguiente era ser madre. Estaba con una persona que quería hacerlo realidad. Era mi momento y todo salió rodado, nos quedamos en el primer mes.

¿Piensa que siguen funcionando las cláusulas antiembarazo en los contratos deportivos?

Eso atenta contra los derechos de la mujer y ahora hay una ley que la protege, pero siempre hay… Yo entiendo a las marcas porque es puro marketing y necesitan que las deportistas entrenen y compitan. En mi caso, desde el principio le dije a Adidas que iba a ser madre y siempre me respetaron. Me quedé embarazada justo cuando iba a firmar un supercontrato con Bridgestone, patrocinador de los Juegos Olímpicos, y se lo dije. No quería mentir. Apostaron por mí. El embarazo podría haber hecho que me olvidara del atletismo y desapareciera del mapa, pero ha sido al contrario y esas marcas van a tener su recompensa. No sé cómo será la temporada, pero me encuentro mejor que nunca.

La Federación Internacional de Atletismo ha prohibido la participación de mujeres transexuales en las competiciones femeninas. ¿Qué le parece?

Tengo amigos trans, pienso en lo que sufren para mostrarse como se sienten, y tienen mi apoyo, pero el tema de la competición deportiva es delicado. Si has madurado como hombre, aunque bajes tus niveles de testosterona, tu densidad ósea y desarrollo muscular es diferente al de otras mujeres. En atletismo la mujer que más salta son 15 metros y pico y el hombre 18 metros y pico. Se deben abrir las puertas a las personas trans, pero en el deporte no profesional.

En otra ocasión me comentó que un hombre la había llamado “negra de mierda” en una gasolinera. Los insultos a Vinícius han resucitado el debate: ¿es España un país racista?

No creo que seamos un país racista, sino clasista. A un negro en un Bugatti nadie le trata mal. La gente que dice eso en un campo de fútbol probablemente fuera de él no tenga nada en contra de una persona racial. Allí se va a insultar, me da mucha pena y creo que habría que regularlo para penalizar siempre los insultos racistas en instalaciones deportivas. En Twitter recibo racismo todos los días, pero es difícil que alguien te insulte por la calle. Para mí, el racismo es incultura. He tenido la suerte de conocer a gente de muchas razas y culturas y por eso, por ejemplo, mi concepto de las personas musulmanas ahora es distinto al que podía tener antes.

¿Cómo le afectan esos ataques en Twitter? Por ejemplo, recibió muchas críticas cuando tachó de “aberración” la maternidad por el vientre de alquiler de Ana Obregón.

No me afectan. Ya ni leo Twitter porque me parece un estercolero. Pero hace poco sí denuncié a una persona que me insultaba y acosaba por Instagram desde un perfil falso. Con lo de Ana Obregón, yo no la criticaba a ella, sino el acto de comprar hijos. Y si creó revuelo me alegro porque mucha gente no conocía bien en qué consistía el vientre de alquiler y gracias a eso ahora lo saben y están en contra. Ser padre no es un derecho, pero tener una familia creo que sí debería serlo. La adopción en España es gratuita y un acto de bondad y amor absoluto.

En los adoptados es frecuente que el deseo de conocer sus orígenes despierte al formar su propia familia. ¿Le ocurrió?

No. Mis padres me adoptaron cuando tenía dos días. Nunca he tenido relación con mi madre biológica y nunca lo he necesitado. A lo mejor, como una forma de protegerme, por si lo que encuentro me hace daño. Obviamente, sí tengo daños por ese abandono, pero mi terapeuta, Rebeca, me ha ayudado a entender muchas cosas y a salir de situaciones difíciles. Con terapia todo se cura. Soy muy feliz. Mis padres aman a su nieta como si me hubiesen parido ellos y mi nieta los ama a ellos.

Ahora se habla más de la salud mental. Simone Biles se retiró de varias finales de los Juegos de Tokio para proteger su mente, además de su cuerpo. Parece que el tabú no se ha derribado en todas las disciplinas, por ejemplo en el fútbol.

Jamás criticaré eso. Juzgar sin conocer es muy cobarde. El fútbol no habla de esto porque se cree que es un deporte de machotes y el machote no va a terapia porque cree que es de frágiles. Son pensamientos trogloditas porque un psicólogo puede ayudar mucho a un portero que tiene un bloqueo en un determinado momento. ¿Qué problema hay? Los deportistas salimos en la televisión, la gente nos ve y es importante dar un buen mensaje, sano, dentro de una sociedad que es muy poco sana, en la que solo vemos mentira y postureo en redes.

Maquillaje y peluquería: Miguel Tragacete (One-off Artists) para Chanel Beauty y Kevin Murphy Spain. Asistente de fotografía: Angi Andreo. Asistente de estilismo: Julieta Sartor.