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Adriana Cerezo, una ‘locomotora’ de 17 años para el taekwondo español

España, que ya tiene tres clasificados para los Juegos de Tokio, busca dos plazas más con la joven campeona de Europa y con Cecilia Castro

Adirana Cerezo, el pasado miércoles durante un entrenamiento de preparación para el preolímpico.
Adirana Cerezo, el pasado miércoles durante un entrenamiento de preparación para el preolímpico.KIKE PARA
Eleonora Giovio

España puede conseguir este viernes dos billetes olímpicos más en taekwondo. Tiene ya tres clasificados directos por ranking para los Juegos de Tokio en categoría masculina (-68kg: Javier Pérez Polo, -80kg: Raúl Martínez o Daniel Quesada; y -58kg: Adrián Vicente o Jesús Tortosa) a los que se pueden sumar Adriana Cerezo (-49kg) y Cecilia Castro (-67kg). Se clasifican las dos primeras de cada peso. Sería un botín de potencia mundial. En Londres 2012, el taekwondo español cosechó tres medallas (Joel González, Nico García y Brigitte Yagüe); de Río 2016 volvió con dos (la plata de Eva Calvo y el bronce de Joel González).

España solo puede llevar a dos taekwondistas al preolímpico por lo que en la Federación tuvieron que hacer un descarte; se quedó fuera Marta Calvo. “La comisión técnica ha elegido a las dos personas que a priori han demostrado en los últimos eventos estar en un mejor estado de forma. Adriana, al margen de su juventud [tiene 17 años], ha sido campeona de Europa en -49 kg y además se ha enfrentado y ha ganado a rivales de primer nivel (como la subcampeona olímpica en Río). Cecilia es una deportista veterana, con buenos resultados y que está en muy buen estado de forma”, explica Miguel Ángel Herranz, entrenador del equipo nacional.

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La expedición a Sofia la lidera Adriana Cerezo, 17 años, que debutó en categoría absoluta hace tan solo 12 meses. Y lo ha hecho con la madurez y el poderío de una veterana. De las ocho medallas que consiguió España en el Europeo de abril, la de Adriana fue la única de oro. “Es una garantía y, además, cuenta con el factor sorpresa de venir de las categorías inferiores y no haberse enfrentado excesivamente a rivales que va a tener en el preolímpico”, analiza Herranz.

“Es una locomotora, no para, nunca”, la define Jesús Ramal, su entrenador desde que la joven de Alcalá irrumpió con 11 años en el Hankuk de San Sebastián de los Reyes, club en el que sigue entrenando y en el que hay apuntados unos 400 niños de todas las edades (en pandemia se han reducido a la mitad). Ella forma parte de un programa especial de tecnificación.

“Iba a mi bola”

Cerezo, que está en segundo de bachillerato, cuenta que al principio practicó el taekwondo a escondidas de sus padres, que no veían con buenos ojos que su niña hiciera un deporte de combate. Querían –”sobre todo mi madre”, dice- que hiciera lo que todas las niñas. “Hice un montón de deportes… se me daba bien, pero iba totalmente a mi bola. Jugaba al tenis y casi me echaron porque no me apetecía jugar partidos e iba con la pelota y la raqueta por mi cuenta… era lo peor. Hice patinaje artístico también, ballet, flamenco: y me recuerdo ahí llorando todos los días porque no quería entrar a la sala. Hice también gimnasia rítmica, de todo. Y en taekwondo me pasó lo que no me había pasado con ningún deporte: no veía la hora de que llegar el entrenamiento, estaba súper disciplinada, tenía ganas de formarme. Solo con el taekwondo sentí eso”, recuerda ahora al otro lado del teléfono. Es domingo por la tarde y atiende a EL PAÍS mientras hace un parón entre horas de estudio. Aprovecha para ello cualquier hora muerta del día y los viajes a las competiciones.

“Ella no quiere parar nunca. Si por ella fuera, bajaría del avión y se vendría directamente a entrenar. ¡Y no le digas que no, que se enfada!”, bromea Ramal, que reconoce que la tiene que frenar muchas veces. “A los niños que llegan a la escuela deportiva les hacemos valoraciones y lo que destacamos en los informes de Adriana desde el primer día son las ganas con las que venía a entrenar y la sonrisa que traía todos los días. Es feliz con lo que hace. Y eso lo contagia a los demás y lo transmite en las competiciones”, explica Ramal. “Le gusta lo que hace, se lo pasa bien. Para mí eso es el gran talento que tiene Adriana, porque niñas como ella hay muchas, millones en Rusia, China, Corea, pero ella es feliz con lo que hace. Es lo que seguimos haciendo: trabajamos para mantener esa chispa y energía positiva”, añade el técnico, que no olvida el primer día que la vio aparecer en el gimnasio. “¡Y esta renacuaja como habla así de esta forma tan dicharachera y madura!”.

Con 12 años Cerezo ya ganó su primera competición en categoría cadetes, un Open en Estados Unidos. No ha parado de progresar desde entonces. Lo ha ganado todo en categorías inferiores y júnior y se acaba de colgar el oro en el Europeo absoluto. Ella dice que los que la mantienen con los pies en el suelo son sus padres, Mai y David; los que se encargan de llevarla y traerla en coche a los entrenamientos.

Pies en el suelo tiene; pero como soñar es gratis, claro que sueña con una plaza olímpica. “Para ello llevamos un año trabajando, para que si se diera la oportunidad, aprovecharla”, afirma. La filosofía que tienen su entrenador y ella es: “No querer ganar, no querer perder; simplemente hacer”.

Taekwondo Juegos de Tokio
Adriana Cerezo. KIKE PARA

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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