Raúl Martínez y Javier Pérez, de ‘sparrings’ a cumplir el sueño olímpico
Los dos taekwondistas españoles, que fueron de 'ayudantes’ a Londres 2012 y Río 2016, se han clasificado para Tokio tras un año muy duro
Es martes 10 de diciembre y la música suena a todo trapo en la sala de taekwondo del CAR (Centro de Alto Rendimiento) de Madrid. Terminada la resaca de las celebraciones por la clasificación olímpica, la selección de taekwondo vuelve a entrenarse 36 horas después de haber regresado de Moscú. Con dos billetes más para Tokio (él de Raúl Martínez en -80kg y de Javier Pérez en -68kg) que se une al tercero que ya había conseguido anteriormente Jesús Tortosa en -58kg. España ha clasificado directamente –por ránking olímpico y sin necesidad de jugárselo todo en un preolímpico- a tres taekwondistas.
Es un logro propio de una potencia mundial. Es la primera vez, además, que tres hombres acudirán a los Juegos (a ellos podrían sumarse dos mujeres si en el preolímpico de abril consiguen oro o plata). “Es un éxito absoluto del taekwondo nacional. Siempre habíamos tenido como máximo dos representaciones masculinas en los Juegos. En Tokio vamos a tener tres. Sólo hay tres países en el mundo que han conseguido clasificar tres deportistas masculinos: Corea, que es la primera potencia mundial de taekwondo, y Rusia, otra potencia en cuanto a número de licencias y practicantes, recursos económicos y técnicos”, explica Miguel Ángel Herranz, el seleccionador. Por superstición, cada vez que sus chicos se juegan algo, estrena zapatillas.
Se ha dejado un buen dinero este año. Es muy difícil clasificarse directamente por ránking porque los pesos olímpicos son la mitad que los pesos mundiales [ocho por cuatro] por lo que en categoría olímpica se juntan de dos en dos [54 y 58kg son 58; 63 y 68 son 68 y así sucesivamente] y eso aumenta el nivel y la competencia. Pasan los cinco primeros de un circuito mundial que además es interminable. ¿Cómo se ha conseguido esto? “Si hay algo que pondría en mi haber es haberle hecho creer a los chicos que sí se podía”, contesta el seleccionador durante la sesión de entrenamiento. Hoy es suave –estiramientos y algún golpe para soltar piernas-, en los rostros hay todavía los signos de la tensión y el cansancio acumulado estos meses.
A partir del día 20, el técnico concederá dos semanas de descanso a sus taekwondistas, que empezarán a preparar los Juegos después de Reyes. “Necesitamos desconectar, sí; y estar dos semanas sin pegar patadas”, cuenta Javier Pérez, subcampeón del mundo y campeón de Europa este año. Javi, que tiene 23 años y estudia criminología, fue el sparring de Jesús Tortosa en los Juegos de Río. Raúl Martínez, 28 años y estudiante de medicina, lo fue de Nico García en Londres 2012 (plata). Ahora saborean su clasificación olímpica. Ya no acudirán de ayudantes, ya no tendrán que dormir en un apartamento fuera de la villa olímpica. Ya podrán desfilar junto al resto de deportistas en la ceremonia de inauguración.
El sparring entrena al titular estudiando a todos los rivales que hay en el peso e intentando simular el combate de cada uno de ellos. “Estás acompañando a un amigo y un compañero de selección a la cita más importante, de manera que intentas darlo todo en los entrenamientos y ayudarlo en todo lo que puedas; por otro lado es complicado porque tienes que tener cuidado de no lesionarlo”, detalla Raúl. “Es una experiencia que te forma, aunque lo vivas desde fuera. Lo que piensas es que algún día te encantaría estar allí también”, añade. Y ese día ha llegado para ambos.
Una grave lesión de cruzado
¿Cuánto llevaban soñando con esto? “Desde que empezamos.”, responden a la vez. Raúl nació prácticamente en un tapiz. Sus padres tienen un gimnasio de taekwondo en Elche. “Mi padre es maestro y mi madre trabaja como profesora de baile y de elasticidad, clases a las que iba porque me sirve a la hora de dar patadas. Lo mío estaba ya todo enfocado... Mis padres siempre me dicen que me dejaron elegir entre el baloncesto y el taekwondo, pero discrepo, lo del baloncesto lo decían muy bajito”, bromea Raúl, que entró en el CAR de Madrid con 17 años. “Yo hacía natación y mi padre me dijo un día: apúntate a esto de dar patadas… y aquí estoy. Empecé poco a poco, y fui creciendo poco a poco, no era de los que lo ganaban todo desde el principio”, recuerda Javi. El primero toca la guitarra; el segundo el ukelele. “Pero han sido seis meses tan de infarto que los instrumentos están cogiendo polvo. No ha habido de pensar ni en guitarras ni nada”, dice Raúl, que lleva, además, varios meses compitiendo lesionado.
Se rompió dos tercios del tendón del aductor; la lesión imponía descanso, pero… “Pero no puedes parar porque el ir a los campeonatos, incluso solo para pasar una ronda, nos daba muchos puntos. De hecho, hemos ido sin poder entrenar. Su saber estar, su actitud mental y su capacidad de gestionar esa situación es lo que más destaco de él”, dice el seleccionador. “Ha sido muy duro, intentaba eliminar el dolor de mi cabeza como fuera”, añade Raúl, que ya superó una grave lesión de cruzado en 2013, en el mejor momento de su carrera. “Ahí toqué fondo, cuando sales del quirófano y te das cuenta de que se te ha quedado el cuádriceps en nada dices: ‘ostras, cómo voy a llegar yo a donde estaba antes o a superar el nivel que tenía antes. Tienes dos opciones: o abandonas y te dedicas a estudiar o das un último empujón. Me dio por intentarlo y salió bien”, relata. Ha salido tan bien que en Tokio luchará por una medalla. En Río 2016 el taekwondo español cosechó dos; en Londres 2012, tres.
“Yo quiero preparar los Juegos como Dios manda, pero también me gustaría disfrutarlo porque no sé si voy a poder vivirlo de nuevo, un ciclo olímpico es muy largo, es difícil llegar… quiero vivir el proceso con alegría y cuando pase el tiempo recordarlo no como una presión. Trabajo va a haber, pero con alegría”, concluye Javi.
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