La delgada línea entre la escalada y la anorexia
El seleccionador español, David Maciá, pide ayuda para luchar contra los trastornos de conducta alimentaria
Cuando el pasado 7 de noviembre la escaladora francesa Julia Chanourdie se convirtió en la tercera mujer en alcanzar el 9 b de dificultad (para una escala que empieza en el cuarto grado y finaliza, de momento, en el 9 c), una parte del mundo de la escalada, la de los entrenadores, técnicos, nutricionistas y psicólogos, lo celebró por partida doble. Chanourdie escogió una vía llamada Eagle4, y su elección impresionó a Adam Ondra, considerado el mejor escalador del momento, el primero en alcanzar el 9 c. “Normalmente, las chicas escogen vías de resistencia, largas, pero Julia ha escogido una ruta muy explosiva, técnica, que exige mucha fuerza y movimientos brutales”, explicó el checo. El físico de Julia Chanourdie va en consonancia con la exigencia de la vía: se trata de una mujer de 24 años con una estructura morfológica muy atlética, imagen que rompe con la que exhiben ciertas escaladoras y escaladores que muestran una delgadez terrible.
David Maciá es el seleccionador español de escalada, uno de los pioneros en la planificación del entrenamiento para escaladores y técnico personal de Alberto Ginés, el único representante español en el estreno de la escalada en los próximos Juegos de Tokio. “Si te fijas en Alberto, su cuerpo es atlético. Claro que está delgado, pero también bien musculado, no diríamos que es una pluma”, observa Maciá, quien se ha propuesto alcanzar desde ya mismo un nivel de tolerancia cero hacia los trastornos de conducta alimentaria: es la guerra contra la anorexia y la bulimia. “Hay más escaladores y escaladoras con serios problemas a la hora de relacionarse con su peso de lo que creemos. Mi mensaje es que no vamos a tolerar que se juegue con la salud, pero no puedo hacerlo solo: necesito la ayuda de otros profesionales para hacer bien las cosas. Primero, hay que formar bien a los técnicos deportivos para que sepan a qué se enfrentan, pero también considero que debemos contar con un pilar médico consistente, en el que tenga cabida la figura del psicólogo, la del nutricionista, la del fisioterapeuta...”, añade Maciá.
El polaco Voytek Kurtyka no solo fue uno de los alpinistas más impresionantes de la historia, sino que destacaba igualmente cuando solo escalaba en roca. Según confesó recientemente, se pasó media vida debatiéndose entre dos opciones: perder peso para escalar mejor, o ganar músculo (luego peso, pero también fuerza) para alcanzar el mismo propósito. No llegó a una conclusión definitiva, seguramente porque no tuvo la fortuna de rodearse de nutricionistas y especialistas en el rendimiento. Josep Font, psicólogo del deporte en el Centro de Alto rendimiento de Sant Cugat, resume de esta manera el debate sobre el peso: “De la mano del departamento de fisiología y nutrición trabajamos en base a este principio con los deportistas de alto nivel: si comes adecuadamente en función del nivel de gasto energético que llevas a cabo, acabas teniendo el cuerpo que toca tener”.
La alavesa Irati Anda fue campeona de España de escalada en 2006, 2007, 2008 y, de nuevo, en 2015. Competía asimismo en el concierto internacional. Irati era capaz de tener el cuerpo que tocaba durante la temporada, pero una vez finalizada cogía “hasta 12 kilos de peso en tres semanas”. Hoy, a los 38 años, se prohíbe tener una báscula en su casa y asegura haber reflexionado mucho acerca del vía crucis que padeció. “Hacía cosas que no tenían ni pies ni cabeza, como apenas comer cuando no me entrenaba, o comer a escondidas, sentirme culpable todo el tiempo. El entorno en el que me movía demonizaba la ingesta de ciertos alimentos, las figuras más redondas, y me hacían mucho daño los cuchicheos que oía”, explica. Irati es, también, bertsolari, es decir, compositora y cantante capaz de improvisar batallas dialécticas en euskera siguiendo unas reglas concretas de rima y métrica. En uno de sus bertsos, Irati escribió que “quería subir hasta lo más alto”… pero no hay límite para esto. Licenciada en Educación Física, la escaladora alavesa invirtió mucho para convertirse en profesional, para alcanzar la excelencia. “El hambre me despertaba por las noches, y casi podía sentir cómo mi organismo se devoraba a sí mismo, y era una sensación grata. Después, entrenaba seis horas al día y siempre me sentía débil, pero adoraba entrenarme. En paralelo, mi ansiedad estaba desbocada. Ahora que he parado y que he podido mirar con perspectiva, me pregunto si no hay una manera de aprender que no sea a porrazos”, cuenta. Una fractura de muñeca dejó a Irati frente a su espejo: “Estuve dos meses sin salir de casa, comiendo y viendo películas. Busqué la ayuda de una psicóloga que me ayudó a entender la obsesión que tenía con el rendimiento”. Ahora solo escala cuando realmente le apetece.
La cultura del éxito
En el CAR de Sant Cugat se induce al deportista a aprender a comer con criterio para que acabe componiendo sus dietas. “Y son criterios bastante poco restrictivos para que no se genere la ansiedad: así pagamos un precio menor a nivel fisiológico y emocional. También intentamos desenfocar a los deportistas del puñetero peso. Hay una gran mentira: el rendimiento depende del peso. Claro que hay una relación, pero el éxito depende de muchas otras cosas. Cuando todo se focaliza en el peso, se fomenta la obsesión y alguno escoge atajos directos para adelgazar”, denuncia Font.
David Maciá reconoce que en muchas competiciones se encuentra con escaladores que “parecen anoréxicos”, pero denunciarlo no es sencillo. Josep Font aclara que cuando se encuentra un “deportista que no come, debe evaluar si su conducta es o no patológica”. “Un deportista minucioso, que se controla perfectamente y que logra mantener su peso no es patológico. El problema es cuando el sujeto pierde peso pero no se contenta y dice: puedo perder más”.
Irati Anda trabaja para la asociación de bertsolaris de Álava así como para un programa del Gobierno vasco que le lleva por las escuelas de la comunidad autónoma explicando a los pequeños su caso, qué es ser deportista de élite, cómo se pagan los errores, qué es el ego, qué significa buscar el éxito. No rehúye su culpabilidad, pero también señala los límites de la cultura del éxito mientras sigue buscando a los que siempre estaban en los éxitos y ahora han desaparecido.
El problema del entorno y el peligroso mensaje de “estás gordo”
Josep Font, psicólogo del CAR de Sant Cugat, pide cautela a la hora de etiquetar los trastornos de conducta alimentaria, porque “no todos son anoréxicos o bulímicos”. Y, a la hora de anticiparse, traza una línea: “Un error es que se tiende a prejuzgar el deporte en sí y no el entorno del mundo deportivo. El deporte no es un desencadenante, no predispone al trastorno de conducta alimentaria. Lo que sí es un desencadenante son los valores y los mensajes erróneos que se difunden en el entorno”, observa Font.
El psicólogo deportivo advierte además de una confusión y de un mensaje peligroso: “Hay ciertos deportes que exigen que el individuo vigile, controle su composición corporal, pero eso no es su peso. Su peso es un indicador externo de esa composición corporal. Suele suceder que según qué deportes se dan unos requerimientos para buscar el alto rendimiento (porcentajes grasos, porcentajes musculares) tal y como lo calculan los médicos. Estos indicadores de porcentaje de grasa corporal y de masa muscular no los controla el sujeto, pero el sujeto sí puede controlar el peso, lo que dice la báscula. Si los mensajes que se dan a los deportistas no son adecuados (hay ciertos deportes donde existe la cultura de estar muy fino y donde circulan mensajes peligrosos: tienes que comer menos, estás gordo), se anima a que el deportista busque atajos para alcanzar los parámetros corporales deseados en lugar de hacer bien las cosas”.
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