La difícil ‘escalada’ hacia Tokio 2020
España lucha por clasificarse en un deporte que debutará en los Juegos, pero paga la falta de infraestructuras: sólo hay dos paredes para la velocidad
“Revolucionario”. Así define Lluís Giner, director técnico de la federación, el formato de competición elegido por el Comité Olímpico Internacional (COI) para el estreno de la escalada, que será olímpica por primera vez en Tokio 2020. “Han juntado tres modalidades tan diferentes que es como si en atletismo se eligiera el ganador haciendo el promedio del resultado de lanzamiento de jabalina, 100 metros y maratón”, analiza Giner durante la concentración que la selección hizo en Madrid el pasado fin de semana.
Las tres modalidades son velocidad —la pared, de 15 metros, es como si fuera una pista de atletismo y gana el que corremás rápido, unos siete segundos más o menos—; bloque -sin cuerdas, se mide si un escalador es capaz de llegar hasta arriba en varios recorridos de corto metraje y cuántos intentos ha necesitado—; y dificultad —se trata de subir lo más alto posible una pared y se valora el punto más alto al que se ha llegado—. Las tres modalidades siempre habían competido por separado.
Cuando el COI anunció que la escalada sería olímpica, en agosto de 2016, en España sólo había una pared para practicar la velocidad (en Barcelona) y ni siquiera estaba homologada: medía 10 metros en lugar de los 15 legales. El pabellón municipal no tenía suficiente altura. Para poder practicar la modalidad de velocidad, el grupo nacional de escalada tenía (y sigue teniendo) que irse al extranjero. Dos años y medio después del anuncio del COI, España sólo tiene dos paredes de velocidad para prepararse y conseguir una de las 40 plazas olímpicas (20 para mujeres y 20 para hombres). Se han ido construyendo sobre la marcha. Una está en Madrid, en el centro deportivo municipal de La Elipa. De propiedad del ayuntamiento, se edificó con presupuesto participativo y se estrenó el pasado septiembre. Hay lista de espera para cursos y clases particulares. La otra, privada, se inauguró en Pamplona en octubre.
“Es como si fuéramos la federación de natación y no tuviéramos piscinas olímpicas de 50 metros, sino de 25, o que estuviéramos entrenando en un lago o en mar abierto”, explica Giner. Además, el cuerpo técnico que llevaba más de 10 años al frente de la federación y del grupo de escaladores recibió una buena oferta económica de China y se fue en diciembre. Justo a las puertas de 2019, cuando se reparten la mayoría de plazas olímpicas. “Nos ha pasado como la selección de Lopetegui al comienzo del Mundial… Hemos empezado ahora un nuevo ciclo y todavía no hay ningún patrón de trabajo”, cuenta Eric López, el escalador más veterano (28 años) del grupo.
David Macià se puso al frente de la nave hace menos de dos meses. La concentración que organizó el pasado fin de semana fue una especie de casting. “Estamos trabajando con deportistas que son susceptibles de ser seleccionados para representar a España en competiciones internacionales. Si hay alguien que luche por la plaza en Tokio, está aquí dentro. En estos días veremos qué gente tenemos más en forma para poderlos llevar a competir. España ha tenido siempre más tradición en cuerda [dificultad], hemos tenido campeones del mundo y llevamos tiempo haciendo el circuito internacional a nivel juvenil y absoluto. En bloque tuvimos en el año 2000 un campeón del mundo [Pedro Pons], pero desde entonces ha sido nuestra segunda opción”, cuenta el seleccionador, que lleva más de 30 años escalando.
Antes de cada simulación de competición —el sábado en La Elipa para las modalidades de dificultad y velocidad y el domingo en el Indoorwall de Leganés para bloque—, va pidiendo a cada chico y chica su licencia. A algunos les va leyendo el informe del fisio que les trató el día anterior. El pabellón no está reservado entero para ellos; a media mañana van llegando escaladores amateurs. Ninguno de los chicos y chicas del equipo nacional vive de la escalada. “Es imposible en España, a no ser que seas el número uno… Yo doy clases de escalada a niños y adultos y con eso voy tirando. Es lo que hacemos la mayoría”, cuenta Eric López, que se tuvo que mudar de Madrid a Bilbao —con más instalaciones— para seguir entrenándose.
“Estamos trabajando contrarreloj con un grupo de deportistas muy talentoso y con los recursos que tenemos, pero sabiendo que es muy difícil”, subraya Giner con cierta resignación. Varios de los chicos que se han desplazado a la concentración de Madrid lo han hecho pagándose el viaje, y los taxis del hostal a las instalaciones, de su bolsillo. “París 2024 sería otro escenario, trabajaríamos con más tiempo y seguramente más instalaciones. Los deportistas que son talentos hoy tendrán un crecimiento competitivo de aquí a seis años. Para Tokio 2020 estamos más cerca de no conseguir la plaza”, asume Giner.
El formato es novedoso para todos. De hecho, no hubo competiciones oficiales internacionales con formato olímpico hasta 2018. “Para estar delante hay que ser diestro en las tres modalidades. En España la velocidad no está enraizada en absoluto, apenas la hemos practicado. Francia, Italia, Austria y Alemania, los países punteros, tienen centenares de infraestructuras de altísimo nivel, rocódromos de grandes dimensiones que permiten entrenar las tres modalidades juntas. Aquí es muy difícil ahora mismo tener un español dentro de los 20 mejores del mundo”, concluye Giner.
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