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alienación indebida
Columna
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El paseíllo

Se presentó Cristiano Ronaldo ante la Audiencia Provincial como Ryan Gosling en el Dolby Theatre de Los Ángeles dos años antes: saboreando el momento, dispuesto a regalar su mejor sonrisa

Rafa Cabeleira
Cristiano Ronaldo llega junto a Georgina Rondríguez a la Audiencia Provincial de Madrid.
Cristiano Ronaldo llega junto a Georgina Rondríguez a la Audiencia Provincial de Madrid.Manu Fernandez (AP)

Se presentó Cristiano Ronaldo ante la Audiencia Provincial como Ryan Gosling en el Dolby Theatre de Los Ángeles dos años antes: saboreando el momento, dispuesto a regalar su mejor sonrisa a la nube de fotógrafos que lo esperaban y sabedor, a ciencia cierta, de que no siempre es necesario llevarse la estatuilla a casa para sentirse el triunfador de la gala. De la mano de su pareja, ambos impecables en la elección de prendas y complementos, consumó el portugués un paseíllo tan surrealista que a punto estuvieron los periodistas de preguntarle por la supuesta rivalidad con Casey Affleck y no por su recién firmada condena.

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“Si no me llamara Cristiano no estaría aquí sentado”, declaró el futbolista en su primera comparecencia ante la jueza Mónica Gómez, en 2017. Comenzaba Ronaldo a jugar la baza del escudo y la bandera, el autoproclamado mártir de un melodrama que ya había sido interpretado con anterioridad por grandes folclóricas como Lola Flores o Isabel Pantoja. También por Leo Messi aunque, en su caso concreto, la cuota necesaria de autoparodia que exige este tipo de papeles corrió a cargo de su club que, sin apenas sonrojarse, organizó una campaña de apoyo en redes sociales bajo el lema ‘Todos somos Messi’. Por fortuna, la justicia sigue impartiéndose en los juzgados y no en los teatros, los cines o los estadios de fútbol.

En aquella primera cita ante la justicia, al igual que esta misma semana, más de cien periodistas y medio centenar de cámaras se dieron cita frente al juzgado de Pozuelo de Alarcón para cubrir la noticia. Se había anunciado la comparecencia del futbolista ante los medios de comunicación e incluso llegó a instalarse un atril de metacrilato para la ocasión. Se trataba de dotar a la escena de una cierta normalidad, de exhibir la pulcritud y organización necesarias que alejasen de la estrella el caos que suele acompañar la presencia de un famoso a las puertas de un juzgado. A última hora, sin embargo, se decantó Cristiano por la espantada: si Marlon Brando había enviado a la activista apache -y aspirante a actriz- Pequeña Pluma a recoger su Oscar en 1973, Cristiano Ronaldo delegó su alegato de inocencia en Iñaki Torres, jefe de comunicación de Gestifute.

También en esta ocasión intentó el portugués ahorrarse la escenita pero el tribunal rechazó su petición de ventilar el trámite por videoconferencia o la posibilidad de acceder al edificio a través del parking subterráneo. Se imponía, pues, el ya consabido paseíllo que Cristiano Ronaldo decidió convertir en su particular alfombra roja de la temporada, voluntariamente apartado de unos focos que apuntarían a su excompañero Luka Modric en todas las galas y no a él. A su salida de las dependencias judiciales, y tras reconocerse como "autor criminalmente responsable” de cuatro delitos fiscales, Cristiano se paró a firmar algún autógrafo con la misma suficiencia con que, anteriormente, había firmado su sentencia condenatoria o el contrato de propiedad de una sociedad pantalla. “¡Ya está, ya está!”, declaró sonriente a las preguntas de la prensa: lo mismo, curiosamente, que respondió Ryan Gosling al ser preguntado por el histórico papelón de Warren Beatty y Faye Dunaway en aquella gala de los Oscar.

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