Necaxa, un campeón desterrado
El equipo de los ‘rayos’ ganó la Copa MX frente al Toluca y saca del baúl las viejas glorias de un equipo de abolengo
Los electricistas tenían su propio equipo de fútbol. Era el Necaxa. Seis años después de la Revolución mexicana, el gerente de la compañía eléctrica Luz y Fuerza, el inglés William H. Frasser, fundó un club con sus propios trabajadores en Ciudad de México. Primero trabajaban, luego se iban a jugar en los torneos que darían lugar a la Liga mexicana. Ese equipo, alejado de sus raíces, alzó el título de la Copa MX frente a Toluca.
La naciente Liga de fútbol no permitió que el equipo fuera nombrado como la empresa. Los patronos pensaron en un río lejano a la capital mexicana, el Necaxa, que parte del Estado de Puebla hasta Veracruz, en el Golfo de México. Ese raudal se constituyó como la primera gran presa en el país y la fuente hidroeléctrica a principios del siglo XX.
El Necaxa se ganó una identidad en Ciudad de México. En la época amateur ganaron ocho campeonatos. Por las calles empedradas se hablaba de su plantilla que sobresalía y, por esa química de equipo, la renombraron como los once hermanos. En 1943, el conjunto desapareció por primera vez, justo en el año en que se profesionalizó el fútbol. Siete años después volvieron a primera división. Alzaron dos copas México frente al Tampico y contra el León. El destino de los necaxistas volvió a caer en las sombras cuando la institución fue vendida a un grupo de empresarios españoles y lo renombraron como el Atlético Español.
El desafío español duró poco al ver que su afición no aceptaba el cambio de identidad y regresaron a los tradicionales rojo y blanco. El club fue adquirido por Televisa, el conglomerado de medios más grande en Latinoamérica. Fue en los años noventa cuando el Necaxa tomó fuerza. Ganaron una vez más la Copa contra el Veracruz y tres veces la Liga (1994-95, 1995-96 y torneo Invierno 1998). Los rayos le arrebataron el título al Celaya de Emilio Butragueño. El club también hiló una tripleta de finales perdidas (Invierno 1996, Verano 1998 y Verano 2002).
Las proezas del Necaxa han tenido que cambiar de domicilio. En sus orígenes jugaban en su propio parque. Jugó algunos años en el estadio Ciudad de los Deportes conocido como ahora como el Azul, en el Olímpico Universitario y en el apoteósico Azteca. En 2003, sus dirigentes tomaron la temeraria decisión de llevar al equipo a otro Estado, a Aguascalientes. El destierro de la tradición dejó varados a los aficionados que se encumbran cada vez que visitan la Ciudad de México.
La mudanza del Necaxa ha sido un síntoma del fútbol en México. Los clubes, si así lo disponen sus dueños pueden llevarlos a otras plazas. Así ocurrió con otro equipo de barrio de la capital, el Atlante, en 2007, o el Celaya que en 2002 se transformó en los Colibríes de Morelos. “El necaxista exagera la identidad. Nuestro sentido de pertenencia no depende de la tradición ni del arraigo, sino de ignorar la norma”, apuntó el escritor e hincha del Necaxa, Juan Villoro.
Una de sus mayores gestas ha sido la de quedarse con el tercer lugar en el Mundial de Clubes en el 2000 contra el Real Madrid. El equipo mexicano superó a los dirigidos por Vicente del Bosque. En la fase de grupos consiguieron un empate 1-1 frente al Manchester United de Beckham y Giggs.
Desde mayo de 2016, el Necaxa vive. Pasó cinco años en Segunda División y tras su resurrección ha transitado por la media tabla. Los de Aguascalientes conquistaron la Copa MX tras dejar en el camino a otros clubes tradicionales del campeonato, el Atlas, los Pumas y el Toluca. La nueva gloria necaxista fue celebrada gracias a un autogol del defensa Santiago García a tres minutos del final.
En la anécdota quedará que el Necaxa conquistó su cuarta Copa con Ignacio Ambriz como su entrenador, ese mismo que en los noventa disfrutó de ganar tres títulos. “Quizá me hubiera gustado ganar por dos goles más y no en un autogol, pero así pasa”, valoró el estratega. El Necaxa aún tiene fuerza para alumbrar su historia.
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