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Victoria a la antigua de Juan Ayuso, tras una larga fuga y sin pinganillo

El ciclista español del UAE comienza su camino hacia el Giro con un triunfo en Francia en la Clásica del Drôme, su segunda carrera del año

Ayuso cruza la meta ganador de la Clásica del Drôme.
Ayuso cruza la meta ganador de la Clásica del Drôme.Billy Ceusters (Getty Images)
Carlos Arribas

En el col de la Grande Limite, apenas cinco kilómetros al 6% azotado por el viento que desciende de cara por el valle del Ródano, Isaac del Toro, mexicano fuerte, explosión de dinamita sus piernas, acelera. A su rueda, con el látigo, pidiendo más, más, su compañero en el UAE Juan Ayuso, que, llegado su momento, y como a los artistas se lo dice su sistema nervioso, la adrenalina que le dispara, su instinto, ya, salta como proyectado por un cañón, y se va. Detrás, los que piensan en seguirle prefieren pensárselo. Las piernas les chillan, puro dolor, les dicen que no, y el oxígeno se esfuma. Regulan el paso. Piensan en organizarse para perseguirle y alcanzarle. Quedan 40 kilómetros, calculan. No se nos escapará. No es Pogacar, aunque quiera hacer las cosas como el líder de su equipo y ogro del pelotón.

Se equivocan.

Es la Clásica del Drôme, 189 kilómetros, la segunda carrera del año para Ayuso. En la primera, el sábado, la Clásica del Ardèche, un poco más al sur, la víspera pudo haber ganado, pero como otra media docena de corredores con los que llegaba destacado, entre ellos Enric Mas, Javier Romo y Marc Hirschi, se equivocó de recorrido en una rotonda a 500 metros de la meta.

El domingo no hubo errores. En las carreteras antiguas de asfalto áspero, plátanos de ramas desnudadas por el viento en las cunetas, al sur del Lyon, por las tierras de Montelimar en las que jornaleros andaluces dentro de nada empezarán a recolectar albaricoques, y algunos recordarán que por allí hace casi 20 años Óscar Pereiro ganó un Tour infiltrado en una gran escapada de casi media hora, Juan Ayuso sorprende a todos, se descubre a sí mismo. “Nunca había intentado una fuga individual tan larga”, explica después de celebrar su victoria en el podio, mano en el corazón para escuchar el himno nacional, el corredor español, tan joven 22 años, y tan veterano, pues ya fue podio en la Vuelta hace tres. “Aunque yo era el más fuerte, realmente necesitaba a mis compañeros de equipo para lograrlo. Sin el ataque de Isaac Del Toro, me habría resultado más difícil aislarme, hizo un gran trabajo”.

Ayuso no es Pogacar pero corre como el esloveno. Salta inesperado, se dobla sobre el manillar, convierte la carrera en una contrarreloj y gana. Es el estilo antiguo, se dice, de cuando se corría por instinto, sin pinganillo, sin calcular. “Y, de hecho”, explica al final en la televisión de L’Équipe, “corrí sin pinganillo. Desde la mitad de la carrera, dejaron de funcionar. Cuando estaba solo en cabeza, nunca pude saber las diferencias, no sabía nada. Por eso no paraba de preguntar al motorista. Me indicó 50 segundos en un momento, luego miré hacia atrás y vi a Skjelmose... Ahí es cuando presioné al máximo para volver a distanciarlo, ¡y funcionó!”

En la persecución se había aislado el danés del Trek, su íntimo enemigo, y el recuerdo de la derrota en la montaña del Tour de Suiza hace dos años. En el Drôme, Skjelmose no le alcanzó. Se quedó a 23s, 52s por delante de un grupo en el que el británico Ben Tulett esprintó para ser tercero.

Es el inicio del camino hacia el Giro, la corsa rosa en la que debuta este mes de mayo como líder del UAE, un trayecto que pasa por el Laigueglia en Italia el miércoles, y por la Tirreno-Adriático y la Volta a Catalunya. En abril, concentración en altura.

“Cometí errores de preparación otros años. Para 2025 estoy cambiando bastantes cosas”, explicaba Ayuso en diciembre pasado. Le entrena Íñigo San Millán, el alavés que fue, precisamente, el primer entrenador de Pogacar. “Quiero centrarme más en mejorar en la escalada para acortar distancias con los mejores, como Vingegaard, Remco y Roglic. Otro de los cambios es empezar más tarde. No es ningún secreto, pero si lo analizamos, he corrido tres veces Romandía, y en el 22 y el 24, las dos veces he ido bien y luego he terminado reventando. Algo había que cambiar porque justo en esas fechas en vez de parar, que es lo que he solido hacer, empezaré el Giro. Ahora estoy entrenando bastante más tranquilo que otros años. En diciembre, ya estaba haciendo series, trabajo de alta intensidad, ahora no voy a empezar hasta pasado enero”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
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