De pelotazo en pelotazo: Kyle Edmund, a semifinales

Definitivamente, este Open de Australia de 2018 nació con ganas de llevar la contraria. Si anoche fue un surcoreano con casi 20 dioptrías el que reventó a Novak Djokovic y de paso todos los pronósticos, esta vez fue un joven británico, Kyle Edmund, el que abrió los cuartos de final con otro pelotazo. Batió por 6-4, 3-6, 6-3 y 6-4 a Grigor Dimitrov, número tres del mundo, y se batirá en las semifinales al croata Marin Cilic, beneficiado por el abandono de Rafael Nadal.

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Un rayo llamado Hyeon Chung

Otra sorpresa más en Melbourne, donde desde el primer día han ido cayendo jugadores y jugadores destinadas, a priori, a tener un papel más importante en esta première del nuevo año. Venus Williams, finalista en 2017, cedió a la primera; Garbiñe Muguruza duró un par de rondas más antes de que la eliminase una doblista de 32 años; se pudo ver a una niña de 15 años, Marta Kostyuk, alcanzar la tercera ronda; luego desaparecieron Del Potro y Alexander Zverev, este último apeado por el intrépido Hyeon Chung, que después dio un golpe más sonoro al derribar a Novak Djokovic; e incluso un pseudoanónimo como Tennys Sandgren (¿le conocen?) consiguió colarse en la fiesta de los cuartos consiguiendo más victorias (4) que en toda su trayectoria en la ATP (2)…

“Me hubiera reído si me hubiesen dicho que iba a llegar a las semifinales...”, reconocía la belga Elise Mertens después de tumbar a Elina Svitolina, aspirante al número uno, y llegar por primera vez hasta la penúltima ronda de un Grand Slam cuando no entraba en ninguna quiniela... Sorpresas y más sorpresas, día sí día también, en este major australiano.

Y ahora, en un miércoles en el que el sol abrazaba con fuerza el complejo de Melbourne Park, fue Edmund el que hizo descarrilar a otra de las figuras del circuito. Es cierto que Dimitrov había progresado a duras penas hasta ahora, que no había jugado nada bien el búlgaro. Sin embargo, no será así. El británico, de 23 años y, mínimo, 26º de la ATP desde el próximo lunes, mantuvo la inercia de los días previos (Anderson, Istomin, Basilashvili, Seppi…) y aterrizó por primera vez en unas semifinales de un Grand Slam.

Admirador de Safin y ‘supporter’ del Liverpool

Recoge así el testigo de Andy Murray, el hombre sobre el que recae todo el peso del tenis británico desde hace una década. Vaya por delante que Edmund, sin trofeo alguno, no es Murray, pero ante Dimitrov supo jugar sus cartas y fundió al último campeón de la Copa de Maestros. Se convirtió de esta forma en el sexto tenista con su nacionalidad que alcanza esa cota de un Grand Slam después de Roger Taylor, John Lloyd, Greg Rusedski, Tin Henman y el propio Murray. Su techo, hasta ahora, eran los octavos del US Open 2017, y poco a poco va a abriéndose paso; de hecho, nada más regresar de Australia liderará a Gran Bretaña en la serie contra España en Marbella.

“Me siento como Andy, pero con menos años…”, bromeó después de abrochar la victoria. Edmund se presentará como uno de esos jóvenes que intentan abordar con timidez la zona noble del circuito. De 1,88 y derecha potente, con el molde moderno, se trata de un pegador al que no les gusta contemporizar ni rumiar el punto; apuesta por la línea recta y el curso pasado le birló un set a Nadal en la arena de Montecarlo. Nacido en Johannesburgo, se trasladó con su familia a Yorkshire a los tres años de edad; se inspira en Murray y en lo que hizo en su día el ruso Marat Safin, y disfruta viendo por la tele el golf y la fórmula 1. También con el Liverpool, del que este pelirrojo es un acérrimo seguidor.